Familia disfuncional llega a Cannes
Escondida en una sección paralela del Festival de Cannes, la película independiente estadounidense Captain Fantastic, que concede a Viggo Mortensen la ocasión de brillar como nunca, ha triunfado con el relato de una excéntrica familia que pretende llevar al extremo sus ideales.
Su título parece una invitación al error, pues quien espere una película de superhéroes tan sólo encontrará a un aspirante a superpadre, Viggo Mortensen, que trata de educar a seis superhijos en lo más profundo del bosque en Estados Unidos.
A fuerza de instruirles en la autodefensa y las artes clásicas para convertirles en unos "reyes filósofos", "Ben Cash" (Mortensen) cría a unos verdaderos inadaptados sociales, que se las ven y desean para lidiar con el resto de la sociedad, Así, al joven "Bo" (interpretado por George Mackay) no se le ocurrirá mejor cosa que pedir en matrimonio a la primera chica a la que ha tenido la oportunidad de dar un beso. Delante de su madre, para empeorar las cosas.
La escena resulta hilarante, como la mayoría de las veces en que los muchachos se ven confrontados al mundo real, pero la película apunta hacia reflexión mucho más seria y ambiciosa: cómo ser coherente con unos valores al tiempo que se asumen los peajes de vivir en sociedad.
Se puede, como la familia Cash, celebrar el Día de Noam Chomsky en lugar de la Navidad. O se puede recitar de memoria la Constitución estadounidense, como hace la pequeña "Zaja" (Shree Crooks), pero luego ser incapaz de jugar una partida de videojuegos con unos primos de la misma edad.
"Cada generación tiene su movimiento de paternidad alternativa. Ahora hay la 'paternidad-helicóptero', donde los padres están encima de sus hijos constantemente, y es muy poco saludable; pero también está el otro extremo, la gente que no quiere escuchar algunas cosas y que no enseñan a sus hijos ciertas realidades por causas religiosas o políticas", dijo el director, Matt Ross.
Precisamente, la película trata de situarse en el justo medio, de forma que el espectador tan pronto empatiza con "Ben" por su voluntad de educar a sus hijos fuera del consumismo como lo toma por un peligroso radical y se pone del lado del abuelo de los niños (Frank Langella), un millonario conservador.
"La vida es buscar un equilibrio constante, hay que recalibrarse todo el tiempo. Yo amo a mi mujer, pero nos peleamos a menudo. Así que solo podemos respirar, respirar y respirar, y tratar de buscar un equilibrio", señala Ross, quien se inspiró en su propia infancia con una madre hippie para afrontar la historia.
Captain Fantastic circula en la senda de otras familias disfuncionales que parten en un viaje decisivo como la de Little Miss Sunshine, con la que le conectan su excentricidad y su humor en ocasiones amargo.
Para Mortensen, que ofrece en su actuación las dosis necesarias de padre amoroso y dogmático inflexible, resulta "estúpida" la pretensión de ciertas familias de vivir de espaldas a la ciencia, "ya sean vacunas, la teoría de la evolución, el cambio climático...".
Captain Fantastic plantea que ninguna posición es del todo correcta o incorrecta, sino que la cuestión reside más bien en "si esa familia va a ser capaz de adaptarse y encontrar un equilibrio para coexistir con la gente que la rodea", opinó Mortensen en entrevista.
"La mayoría de preguntas que plantea la película no son fáciles de responder. No siempre hay una respuesta rápida a un problema. La gente quiere una solución rápida y los políticos tratan de aprovecharse de esto", considera.
Más de diez minutos de ovación recibió la primera proyección de la película -ya estrenada en el pasado festival de Sundance (EU)-, con un público entregado que no dudó en aplaudir las mejores escenas.
Incluso algunas publicaciones especializadas escuchan tambores de Oscar en algunos apartados como el guión o la interpretación masculina.
El reto ahora para Mortensen es convencer a sus jovencísimos compañeros de reparto de que todo lo sucedido no es la normalidad: "Los chicos estaban diciendo: '¡Esto es genial, quiero volver siempre a Cannes!". Así que les he tenido que decir: 'Ehhmm, esto no siempre es así...'".
Descarta Gael crisis del cine mexicano
El actor y productor mexicano, Gael García Bernal, descartó que el hecho de que no fueron incluidos largometrajes mexicanos en competencia por la Palma de Oro en el festival de Cannes, indique que el cine nacional esté en crisis.
Después de más de una década con películas mexicanas en competencia y numerosos premios, este año sólo dos cortometrajes mexicanos fueron seleccionados para participar en una sección competitiva en la 69 edición el Festival Internacional de Cine de Cannes.
Pero para García Bernal, quien acaba de partir de Cannes en donde participó en la presentación de la película Neruda, de Pablo Larraín, que coprotagoniza, la escasa presencia mexicana este año en películas no puede ser interpretada como una señal de alarma para el cine mexicano.
"Imagínate, si eso significara crisis (...) si el hecho de que películas (mexicanas) no estén en Cannes significa una crisis creo que eso hablaría muy mal del mundo del cine en general", declaró García Bernal en Cannes.
México entra en competencia con corto
Con el cortometraje Dobro, de la joven directora Marta Hernaiz Pidal, el cine mexicano entró ayer en competencia en la edición número 69 del Festival Internacional de Cine de Cannes.
El corto, una coproducción de México con Bosnia-Herzegovina, inauguró ayer el programa de proyecciones de la Cinefundación del Festival de Cannes (Cinefondation en francés), la sección en la que compite.
La sala Buñuel del Palacio de Festivales de Cannes fue el escenario de la proyección de la película mexicana de 15 minutos de duración y que cuenta la historia de una mujer que intenta desembarazarse de una indigente de etnia gitana que se ha instalado en la entrada de su casa.
El cortometraje fue seleccionado como obra presentada por una prestigiosa escuela de cine de Bosnia-Herzegovina, cuyo emblema es el cineasta Bela Tarr, pero también representa a México por la parte de la producción y de la dirección.