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Fecundar el futuro desde la memoria

DAVID PÉREZ

¿Cuándo llegó la violencia?, ¿se fue por un tiempo?, ¿ya regresó?, ¿cuándo terminará?, estas preguntas en ocasiones son utilizadas para dar cuenta de las etapas violentas que se reflejan en hechos como las balaceras, muertos, asaltos, secuestros, etc., estas preguntas pretenden dar cuenta de procesos y de estructuras complejas, buscar caminos pacíficos para la solución a estas problemáticas nos exigirá alejarnos de simplificaciones.

Para superar eventos o periodos de violencia masiva en los que se han disminuido las capacidades y derechos de los sujetos, algunos proceso de justicia transicional proponen mecanismos para la recuperación de la confianza cívica y la reconstrucción de la ciudadanía. En este contexto, se entiende por ciudadano, en simples y llanas palabras, como aquella persona que no pide favores a la autoridad en turno ya que se sabe sujeto de derechos.

Por ello, exige el reconocimiento de sus derechos y el cumplimiento de aquellos mecanismo que le permitan restaurar sus capacidades y las posibles reparaciones simbólicas, materiales o no, donde el derecho a la verdad, saber qué pasó y quiénes son los responsables del proceso violento, tienen radical importancia. Tzvetan Todorov (2000) plantea con claridad la influencia que tienen sobre el presente, los acontecimientos injustos del pasado y, al mismo tiempo, denuncia la infecundidad de buscar en la memoria cuando el fin último es el mero hecho de recordar, allí hace la pregunta "¿para qué puede servir, y con qué fin?".

Dicha pregunta nos da la posibilidad de plantear que la recuperación de la memoria de las víctimas y las no víctimas puede tener utilidad en la construcción de ciudadanía, no como una reconstrucción arqueológica del pasado, sino como una brújula que orienta, a partir de la negación de la violencia, hacia un escenario donde los sujetos se puedan constituir en gestores de la diferencia por vías pacíficas en sus espacios vitales cotidianos.

Así, cuando precisamos que queremos recuperar la memoria de ciertos hechos y su impacto en los procesos de vida la cotidiana de las comunidades afectadas, para la construcción de ciudadanía, es necesario legitimar el uso de la memoria para superar una forma de ser víctima que haga posible la superación de roles pasivos.

El sujeto activo del momento presente tiene la potencialidad de constituirse en ciudadano si asume el proceso de sus capacidades "poético-creativas", como firma Xabier Etxeberria (2006), con una clara intencionalidad de impactar el futuro, lo que le da el derecho de buscar en el recuerdo aquellos elementos que le sirvan para su causa, a saber, reconstruirse a sí mismo y resignificar su pasado; lo que implica una tarea de "aprender a recordar y abrirse al futuro".

Por lo tanto, ir al pasado será un acto creativo y posibilitador de ciudadanía en la medida que sea un acto de memoria, personal o colectiva, que tenga la intención de generar un tipo de supervivencia que modifique las condiciones de vida del pasado violento, que cree un nuevo marco de derechos y características de forma tal que su pasado no sea un muerto que tiene que llevar como lastre, sino un lugar al que puede recurrir para encontrar vida para el presente y para su futuro.

Esta cualidad de la memoria puede ser perfectamente utilizada para la construcción de un futuro donde la paz sea fruto de la influencia activa de la ciudadanía, es decir, usar toda la dimensión transformadora de la memoria para liberar al sujeto de una condición provocada por su pasado violento y para darle nuevas posibilidades donde su pasado no sea solamente una fuente de dolor, sino que también le da posibilidades de nuevos horizontes.

La memoria puede fecundar el futuro, el ejercicio del recuerdo doloroso puede transitar hacía un recuerdo provocador de esperanza. Construir ciudadanos que se saben sujetos de derechos es, al mismo tiempo, aumentar las posibilidades de no repetición, y así, disminuir víctimas futuras. En este sentido, el pasado estaría produciendo vida para el futuro, no por un sentido lineal de la consecución del tiempo, sino por una interrupción y transformación del continuum de la violencia.

@davidsecular

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