Ficción en la guerrilla de 1965
Hace tiempo comentábamos aquí la existencia de cuatro libros escritos por mujeres acerca de la guerrilla rural y urbana que apareció en México desde 1964. Mencionamos a las autoras María de la Luz Aguilar Terrés, Laura Castellanos, Aleida García Aguirre y Azucena Primero Macías.
Por si algún lector quiere acercarse a esos libros que registran una parte muy importante de la historia contemporánea anotaré los títulos: de María de la Luz Aguilar Terrés, Guerrilleras; de Laura Castellanos, México armado; de Aleida García Aguirre, La revolución que llegaría y de Azucena Primero Macías, Salvador Gaytán: el guerrillero y el hombre.
Este último lo compré en Ciudad Madera, Chihuahua, en septiembre de 2015, cuando se conmemoró el acto heroico en el que murieron ocho guerrilleros y sobrevivieron cinco en su lucha contra la injusticia enquistada en la sierra de Chihuahua por la acción de los caciques apoyados por el ejército y la policía.
El libro de Azucena Primero Macías trasciende un gran afecto por el personaje de su tema, el guerrillero Salvador Gaytán, pero también por su rumbo serrano y sus habitantes, todos avasallados por la codicia de quienes se sentían propietarios de bosques, tierras y minas.
La figura de Salvador Gaytán reluce enmarcada en las luchas populares dentro de la legalidad y, ante la sordera y la incapacidad del gobierno, en la ilegalidad. La autora reproduce en su libro una carta que en 1964 dirigió el que luego sería guerrillero, al gobernador Giner Durán.
La misiva de cortés demanda, denuncia las atrocidades que cometían aquellos a quienes aún llama “amos”. Campesinos e indígenas, como en el porfiriato y en la esclavitud, eran tratados a latigazos y sometidos a torturas. El feudalismo galopaba en la sierra.
Ese feudalismo esclavista lo muestra una estampa recogida por Azucena Primero. La “matriarca de los Gaytán Aguirre” y el propio Salvador, dice la autora, en agosto de 1964 narraron a un periódico fronterizo lo que ocurrió al jefe de la familia y a uno de los niños.
Un destacamento militar acudió a buscar al hombre: “Entraron a la casa atropellando con palabras soeces, destrozando muebles y amenazando con quemar la casa. A mi nieto José de la Luz, de 11 años, lo trataron brutalmente en mi presencia, le pusieron un cabresto en el cuello y anunciaron que lo iban a colgar. Un individuo de apellido Chávez paseó al niño colgado a la espalda y con la soga al cuello, mientras que le daba fuertes tirones que hacían convulsionarse al pequeño ya a punto de ser ahorcado. Pero no paró ahí la tortura, una vez que comprobaron que ni el niño les daba informes, ni su abuelita contestaba sus preguntas, fue colgado de un árbol con los pies apenas tocando el suelo, de esa forma el niño se enfrentó con valor a aquellas bestias.”
Fueron muchas las salvajadas sufridas por los pobladores de la sierra de Chihuahua aparte de las que se pueden leer en el libro Salvador Gaytán: el guerrillero y el hombre, mismas que se convirtieron en circunstancia propicia para que allí apareciera la primera guerrilla contemporánea de México.
El 23 de septiembre de 1965 la guerrilla tuvo su acción más heroica. En esa ocasión, como anoté antes, murieron ocho guerrilleros y sobrevivieron cinco. Se ha hablado de un sexto. Sin embargo, los dos que aún viven de aquellos cinco, lo desmienten.
Ese supuesto sexto sobreviviente, de nombre que es obvio seudónimo: Prudencio (Prudente) Godínez (Cualquiera), escribió un libro para denostar la lucha que culminó el 23 de septiembre de 1965. No hay duda de que es una ficción del gobierno para distorsionar la historia proletaria.
Raúl Florencio Lugo Hernández y Francisco Ornelas, los dos sobrevivientes de la gesta popular le han reiterado a mi amigo Eusebio Vázquez Navarro que no existió el tal Godínez.
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