De pena y vergüenza
“Entre un gobierno que lo hace mal y un pueblo que lo consiente, hay una cierta complicidad vergonzosa”.
Victor Hugo.
Partidos políticos que no opinan y mucho menos hacen cuando salen a relucir las pillerías de algunos de sus miembros. Más bien se deslindan de toda responsabilidad afirmando “Las instituciones van más allá del comportamiento de algún individuo en lo particular”. ¿Así o más descarado?
Que con tal de ganar elecciones postulan a quienes creen no les fallará; no le hace que se trate de gente involucrada con el crimen organizado, exfutbolistas que nada saben, o actrices que menos.
Simplemente se trata de ganar la posición aprovechando la popularidad del “ilustre” candidato, no importa hacer el ridículo posteriormente.
Poder judicial sesgado e ineficaz, más bien al servicio del propio sistema y de los poderosos. ¿Por qué cuando se trata de perseguir y procesar “peces gordos” la justicia tiene que provenir del exterior? Vergonzoso…
Policías al servicio del crimen organizado que en vez de “proteger y servir” a la población en general, hacen todo lo contrario. Levantan a inocentes, para posteriormente entregarlos a los criminales… luego increíblemente nadie sabe nada. ¡De miedo!
Gobernadores y presidentes municipales insaciables y saqueadores, muchos se llenaron (y siguen llenando) los bolsillos sin límite alguno. Se retiran tranquilamente del puesto una vez concluido su mandato a disfrutar con tranquilidad (saben que no los perseguirán) las mieles de lo ganado a base de “esfuerzo y honestidad”.
Ciudadanos “olvidadizos” que vuelven a dar su voto a los mismos pillos una y otra vez. Habitantes apáticos que ni siquiera salen a votar. Cómplices vendidos que entregan su alma al diablo por conveniencia personal votando por quien les conviene, sin considerar los intereses comunitarios.
Mientras los mexicanos no logremos ser menos egoístas y más solidarios. Más autónomos y menos subyugados. Menos tramposos y más honestos. Más empáticos y menos personalistas. Seguiremos padeciendo de todos estos males, continuaremos malviviendo así.
Debemos aprender a mostrar cero tolerancia a las pillerías, transas, trácalas, etc. Debemos de saber otorgar nuestra lealtad al funcionamiento y respeto por leyes e instituciones, aunque a veces nos toque a nosotros mismos o a alguno de los nuestros pagarla.
Jaime Díaz de León,
Torreón, Coahuila.