Cuidado con operadoras de servicios turísticos
Con el engaño vía telefónica de que resulté ganador en una promoción de “compra y gane” con tarjetas de crédito y que pasara a un hotel de Torreón a recoger los premios: un reproductor de música y una lap top adicional, fui víctima de una venta no ética de servicios intermediarios turísticos que me costó un cargo de nueve mil cien pesos en mi cuenta bancaria de Banamex.
Hubo dolo porque la persona que me habló nunca mencionó que se trataba de una promoción de servicios turísticos internacionales y las primeras sospechas surgieron al entrar al vestíbulo del hotel donde se hallaban más familias en paciente y confusa espera, atraídas con el mismo señuelo: el de los regalos.
Los promotores lo atrapan a uno por parejas y extienden sobre el escritorio folletos de Aeroméxico, la secretaría de Turismo y una carpeta “Conoce México”, enfatizando en descuentos de hasta un 50 % en viajes, hoteles y alimentación con variados destinos tanto en México como en el Estados Unidos y Europa. Con amplia experiencia como embaucadores profesionales, hablaron de pagos parciales con tarjeta bancaria y plazos de dos, tres y hasta veinte años.
El acoso se prolonga más de veinte minutos y los regalos no llegan, hasta que finalmente consiguen su objetivo: la obtención de la tarjeta bancaria para realizar el cargo –una torpeza y una irresponsabilidad enorme de mi parte por haber puesto en manos extrañas el plástico, lo reconozco con pena.
El promotor habló de un pago a plazos, pero resulta que no hay acuerdos con Banamex en ese sentido y sólo hasta que lee uno el contrato, se da cuenta de que ha caído en una trampa, pues no hay nada ahí que hable sobre pactos bancarios.
El contrato no lo muestran en ningún momento, sólo hasta que consiguen la firma y la mentira toma más cuerpo en el momento en que el promotor va con la tarjeta a un escritorio que está al fondo y regresa con un talón por 299 pesos, que sería la mensualidad acordada. Lo muestran y se van de nuevo y a su regreso ponen el talón en el escritorio para la firma, la cual estampo sin ninguna sospecha. Pero ya era otro el “vouche” como lo llaman. No puse atención porque mi exigencia era que me dieran el regalo. En ese y otros sentidos son muy hábiles los engañadores. Y sólo al finalizar la entrevista entregan una cajita minúscula. ¿Y la laptop?, puro cuento.
En fin, ya obtuve una cita en Profeco para que también ellos conozcan estas operaciones nada éticas. Lo peor, me arrebataron identidad porque se quedaron con mi credencial del IFE.
Higinio Esparza Ramírez,
Gómez Palacio, Durango.