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La Comarca Lagunera

“Sólo con una ardiente paciencia conquistaremos la espléndida ciudad que dará luz, justicia y dignidad a todos los hombres. Así la poesía no habrá cantado en vano”.

Pablo Neruda

Caminar por las calles de la Comarca Lagunera es un placer divino; ver las viejas casas despintadas, las calles llenas de baches, el parque Morelos sigue igual no lo han remozado, parece que el tiempo se detuvo, mucha gente que corría hace diez años no ha tirado la toalla; desgastan con singular alegría la suela de sus tenis a la puesta del sol, siguen estando a oscuras las calles, tal vez para ahorrar energía o para darle oportunidad a los pubertos enamorados de iniciarse en los placeres del amor, veo carros viejos y camiones chatarra del transporte público, taxis por todos lados tocando sus claxon como si fueran chicharras de metal.

Llegar a casa y tener una plática terapéutica con mamá, se queja del vecino ruidoso; del nieto; del bisnieto; me cuenta como se despidió de la vecina que falleció hace unos meses; “la vi bien, hasta se veía sonriente y a las pocas horas que se muere”; del vecino que se fue de la colonia; del que está enfermo; del aumento imparable de las cosas; de la pensión que no alcanza; del eterno PRI y su inminente triunfo en las próximas elecciones; “antes votaban los muertos por el PRI, ahora vota el hambre y la ignorancia”, esa frase es lapidaria.

Prosigue diciendo mi mamá que las cosas están mal en el país; el dólar sigue a la alza; de la violencia en el país que no mengua; de la reunión de los capos de la mafia política en el onomástico de la rata barbuda Fernández de Cevallos; de los rumores de que se andan robando a los niños; de lo que leyó en El Siglo de Torreón hoy, del cansancio de los quehaceres cotidianos; del placer de hablar con alguien para contarle sus cuitas.

Para cerrar con broche de oro la noche, voy el pan y leche y me topé a un amigo ofendido que no veía hace nueve años, por un momento pensé que me asestaría un puñetazo, le vi los ojos coléricos por un instante, pero el tiempo borra todo; (gracias por haberme quitado a esa traicionera de encima, por poco y me caso con ella, de mi parte no hay rencores ya), me presenta a su esposa para demostrarme que es un hombre feliz; descanso y respiro más tranquilamente.

Cuando tenía tres años llegué a la Comarca Lagunera, la primera vez que abandoné esta tierra me fui resentido y llorando amargamente, quería vivir eternamente con mi mamá, degustar sus exquisitas comidas por siempre, escuchar sus pláticas terapéuticas, caminar en el parque Morelos, comerme una nieve “Chepo” en las tardes calurosas de estío, ver los juegos del Santos, ser feliz en este lugar.

Hoy le digo a esta tierra, gracias por todo, de mi parte no hay rencores ya, si no hubiera salido nunca, no sería la persona que soy hoy en día, definitivamente La Laguna es un lugar único y singular. Hay que emular los buenos comportamientos, si me indultaron hoy, yo perpetuo en mi corazón a la Comarca, tierra de encuentro con mi historia, tierra que me formó como ser humano, lugar triste y acogedor, tierra saqueada y amorosa, lugar de afrentas y perdones.

Rubén Arturo Torres,

Ejido Pamplona, Durango.

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