Encerrándonos
Me sumo al análisis crítico que hizo el Sr. Antonio Gerardo Arias Galán en su texto “Nacimiento, migración de infantes” publicado el domingo 29 de mayo del presente, sobre todo porque soy de origen campesino y migré del campo a la ciudad con la idea de que iba a vivir mejor, y nada. De por sí donde vivo es una colonia muy pequeña con dos calles de acceso.
Y desde que se supo que aquí a espaldas quedaría la nueva preparatoria Venustiano Carranza, a un grupo de cerradas y obstinadas personas les dio por cerrar las calles con el pretexto de la seguridad.
Por un lado está la colonia Quintas La Merced a la que consideran de un nivel de ingresos más bajo y por el otro, según ellos de mayor peligro los alumnos de la PVC, a quienes consideran delincuentes en potencia ya que “podrían venir a pintarrajear paredes y destruir la plazuela” cuando ya empezara la escuela a funcionar.
El siguiente motivo que agregaron fue por las personas humildes que venían a pedir ayuda de casa en casa, pero dicen que en realidad sólo eran gentes que se valían de esas argucias para venir a robar. Discriminación con letras mayúsculas por todos lados.
La misma autoridad municipal echó al suelo las primeras bardas que construyeron y ¡oh sorpresa!, la misma autoridad autoriza ahora nos enrejen con todo que hay un reglamento donde se prohíbe el cierre de más calles.
Por otro lado nos prometieron la Línea Verde (que ni es lineal ni verde) y de qué sirve, si también todas las calles en su mayoría han sido cerradas pues por la tarde se llena de niños y jóvenes a quienes no ven como el futuro de nuestro país sino como los principales desmadrosos del presente y grandes delincuentes del mañana.
Lo peor es que en todas las casetas de estas cerradas se imponen cuotas que nos quieren obligar a pagar a costa de lo que sea para pagar a los guardias, mientras los policías que son los que nos deberían brindar ese servicio, pues muchas de las veces permanecen resguardándose del calor en los pocos árboles que hay a un lado de la susodicha Línea Verde, en horas en que ni un alma se pasea por ahí.
Los seres humanos nacimos para vivir en libertad. El Planeta no nos pertenece, estamos de paso y al final emigraremos hacia la eternidad.
Espero que cuando tenga que hacer ese viaje no me quieran cobrar como ahora lo quieren hacer para concederme el derecho a entrar y salir de mi hogar, y lo peor, siempre por el mismo agujero negándome el derecho de disfrutar de ver cosas distintas.
El derecho al libre tránsito está consagrado como uno de los derechos fundamentales del hombre por la ONU y por nuestra propia Constitución. No lo violentemos si no queremos que haya violencia.
Magdalena Chacón,
Torreón, Coahuila.