María
La primera vez que la vio fue a través del cristal de la cafetería, estaba con un cliente tratando asuntos de negocios, “mira qué muchacha tan bonita”, suspendieron su conversación para admirarla, después de verla alejarse, regresaron a sus asuntos.
Un par de semanas después la volvió a ver, esta vez con un grupo de amigas saliendo del cine, se dijo: en una ciudad como Guadalajara para que veas dos veces en menos de dos semanas a una persona que te llama la atención, debe ser un karma. Así que se acercó para presentarse.
Él, desde que terminó la escuela secundaria, se hizo independiente, comenzó a ganar dinero a los 14 años de edad como ayudante de un vendedor de vinos y licores importados; aprendió el buen trato, la excelente presentación y lo mas importante nunca importunar al cliente, siempre darle la razón en todo.
Cuatro años después se contrató como vendedor junior de una empresa líder en la venta de cosméticos, el chamaco bien preparado, ambicioso y además le ayudaba el ser bien parecido y simpático, caía bien, contaba con todas las variantes a su favor, su éxito era una consecuencia de todo ello.
Se dirigió a grupo de muchachas, seguro de sí mismo. Bien plantado, guapo, bien vestido, alto y delgado, sin quitarle la vista a ella les preguntó, “¿qué tal la película?”, Dios mío de cerca era una belleza, su color de piel, su pelo, sus ojos, y su voz, después del parloteo, les preguntó “¿puedo acompañarlas?” mirándola a ella, vivimos aquí cerca, “las acompaño”, permítanme presentarme, soy Enrique, sólo la escuchó a ella cuando dijo, soy María.
Cuando llegaron a la casa, le preguntó si podía volverla a ver, ella con su hermosa voz le dijo, “mañana a las 7 de la tarde”.
Ella tenía 16 años, él 24, después de seis meses de noviazgo se enteró: sexta hija de doce hermanos, celosamente cuidada por sus padres.
Él tenía un amigo de la infancia que era cura, fue a pedirle consejo y es que él había decidido no casarse nunca, “Héctor, no puedo vivir sin ella, ¿qué hago?”, su amigo Héctor el cura le dijo “estarás tonto si no te casas con ella”.
Se casaron, ella con 17 años y él con 25, sólo tuvieron un hijo, Enrique Álvarez Félix.
Roberto Barranco Aguilar,
Torreón, Coahuila.