Reflexión a los 70 años
Ocasionalmente he comentado con algunos amigos y familiares una anécdota de mi infancia:
“Cuando tenía aproximadamente diez años de edad, llegó a mis manos un ejemplar del periódico Excélsior, donde leí una nota que me causó una gran impresión: se decía en esa noticia, que según los cálculos estadísticos, la expectativa de vida en México se estimaba en un promedio de 40 años.
No recuerdo si esa esperanza de vida era para los nacidos en 1956, año en que creo que leí el comunicado de prensa, o para los de 1946, año de mi nacimiento, el caso es que, en mi infantil razonamiento, pensé: “yo quiero llegar a esa edad”. Una especie de deseo y conformidad de vivir los años que por esa época, se medían, como la oportunidad ‘promedio’ de vida para los mexicanos.
Y resulta que llegué un día a la edad de esos 40 años… considerada infantilmente como suficiente, pero en mi nuevo razonamiento, ya de adulto, aspiré a vivir un poco más, no como petición divina ni obligación de la naturaleza, sino como deseo personal, seguramente pensando en mi familia y en mis propias aspiraciones, consideré que sería bueno vivir otros diez años. Pasó el tiempo y llegué a los 50 y otra vez lo mismo, razoné que 10 años más serían muy buenos para continuar mis pasos y mis planes en este mundo y apoyar a mi familia, así llegué los 60, ya con algunos achaques y el razonamiento fue el mismo, que seguramente otros 10 años, serían magníficos, para disfrutar una vida relativamente saludable y todavía algo productiva.
El caso es que ya llegué a los 70 años, favorecido y rodeado de cariño, afortunadamente con una relativa buena salud, tolerando los achaques propios de la edad, pero que aún me permiten disfrutar de la vida, claro, ya con la fuerza mermada, pero también con menos necesidades y con aspiraciones menores. Mi familia ejerce su independencia, con las altas y bajas del destino, pero ya tienen su propio camino, en el que aun puedo afortunadamente ser útil, pese a que, vaya siendo cada vez, menos indispensable.
Por lo tanto, me sigo resistiendo a que mi vida termine, de acuerdo a mi perenne costumbre, me gustaría cumplir por lo pronto, otros diez años, ya quién sabe si los logre, pero en este momento aquí estamos y ya veremos, cuántos eslabones más, de año en año, logramos añadirle a la cadena de la vida, los que sean, a partir de este momento, son ganancia, ya no pido, sólo espero.
Ahora, quiero expresar las gracias a todos los presentes y también a los ausentes, física y espiritualmente, que me dieron, que me han dado y que aún me siguen dando, la oportunidad de apreciarles y de disfrutar vivir en su compañía, de recibir sus afectos, disponiendo de su tiempo y de su espacio, en el camino de la existencia que aún disfruto, donde he podido recibir de todos, una parte de su vida y que yo, les sigo ofreciendo, una parte de la mía.
Efrén Mireles Estens,
Torreón, Coahuila.