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Benedicto XVI como Francisco

Es evidente que la agenda política de género es, junto al fundamentalismo islamista, la mayor amenaza a las libertades que existe hoy en el mundo occidental, pues ambas ideologías exigen que los poderes públicos hagan suya e impongan a todos la visión de la persona y la sexualidad de unos pocos acabando así con la libertad de pensamiento, ideológica y religiosa.

El “lobby” autodenominado LGTBI quiere suprimir la libertad de pensamiento en materia de sexualidad en nuestra sociedad y aprovechan para atacar, atemorizar y aplastar a quienes tienen otra visión de la sexualidad y así imponer la suya propia como la única que se puede exponer y defender. Es el nuevo totalitarismo de género que amenaza nuestras libertades y empieza a concretarse jurídicamente en las leyes que se van aprobando y que imponen la ideología de género en todos los sectores de la vida pública, empresarial y en el sistema educativo con notorio desprecio a la libertad de pensamiento en materia de sexualidad.

Obligar a educar en clave de género en todas las escuelas es totalitario y desconoce los derechos humanos básicos, aunque lo aprueben por unanimidad los parlamentarios de todos los partidos políticos. Defender la ética sexual tradicional cristiana es tan legítimo como defender la de género; y los poderes públicos no pueden imponer ni la una ni la otra.

Clemente Ferrer,

Madrid, España.

Cristianos, musulmanes y tarta para gays

Un video viral filmado por Steven Crowder, en el que varias pastelerías musulmanas se niegan a preparar tartas de boda para parejas del mismo sexo, demuestra que sólo los creyentes cristianos sufren persecución ideológica por parte de leyes homosexualistas. Estos musulmanes no fueron demandados nunca por homosexuales “ofendidos”, a diferencia de los propietarios de negocios de fotografía, hospederías, floristerías o restaurantes, que por socavar sus principios cristianos, no aceptaron estos encargos y fueron víctimas de represalia en forma de multas, prisión o cierre de su empresa.

Crowder añade que estos cristianos no se niegan a servir a los homosexuales por su condición sexual, sino que ejercen su derecho a la objeción de conciencia de no participar en una actividad específica, como el llamado matrimonio gay, con el que su fe no está de acuerdo. Esto queda demostrado en el hecho de que, en cambio, no le niegan a ningún gay prepararle una tarta de cumpleaños.

Sin embargo, hay que concluir, que, la implacable militancia homosexual declara con sus actitudes que: “si alguien no está de acuerdo con mis valores, entonces yo tengo la capacidad de asegurar que ese alguien quede arruinado, se enfrente a prisión, o no pueda volver a trabajar gracias a las leyes “antihomofobia” que me amparan”.

Lisa Justiniano,

Madrid, España.

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