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Al maestro con cariño

Siempre he sentido un gran respeto por todos los maestros desde mi niñez, a través de muchos años he admirado el noble trabajo que desempeñan a favor de todos, sin distinción de clases económicas o sociales. Yo en lo personal, tengo mucho que agradecerles porque mi formación estuvo más en las manos de mis profes que en las de mis propios padres. Pero aquellos tiempos son historia, ya no son los mismos de ahora. Por muchos factores culturales los profesores de mi época, fueron muy diferentes a los de nuestros hijos y todavía más a la de nuestros nietos.

Antes, el profesor era más esencial y lo más sagrado de nuestra formación porque sabían corresponder con sacrificio a la confianza que en ellos depositaban nuestros viejos; ahora es muy distinto y mucho de ello tiene que ver con los grandes prejuicios sociales aunado a la pérdida de valores en general.

Las generaciones cambian, nuestros intereses adquieren otro significado, somos más materialistas y menos espirituales. Nuestra palabra ya no es garantía, se ha devaluado a través del tiempo y en ese sentido la vida se transforma, es cada día más complicada; nos entendemos menos, cada quién habla en su propio idioma en temas que a todos nos ofende y a cada quién en lo particular, aun así nos encaprichamos y no cedemos porque nuestros principios absurdos están por encima de la razón y del bien común.

Creo que los malos maestros ya han hablado mucho y se han expresado con un lenguaje bárbaro que está destruyendo al país; estos salvajes que han salido del control de sus propios creadores; políticos y gobernantes que por muchos años los han utilizado tan sólo para sus propósitos mundanos y para perpetuarse en el poder.

Estos pseudomaestros que por muchos años han acumulado cuantiosas fortunas, que al amparo de funcionarios públicos han saqueado los tesoros públicos y las arcas del magisterio con toda impunidad.

Es hora que los buenos maestros dejen de proteger a sus esclavizantes y malos dirigentes, es hora de que se deshagan de ellos, es tiempo de poner las cosas en su lugar. Porque creo que tenemos muchísimos profes honestos, auténticos, valientes y sobre todo conscientes de su magnífica labor social.

Es tiempo también, de confrontar y hacer lo posible de destacar para eliminar a los malos funcionarios de una Secretaría de Educación que a todos nos está quedando a deber. Porque la pudrición no solo está en la dirigencia magisterial corrupta, también está en los servidores públicos que no han tenido capacidad para administrar eficientemente las políticas y los recursos que debieran beneficiar a todos los planteles de educación pública del país y no a un puñado de sinvergüenzas y vividores del presupuesto.

Es mejor que hablen ahora los maestros libres del sindicalismo ruin; aquellos que con o sin Reforma Educativa siempre han cumplido con su deber; los que semana a semana y con sacrificios imparten sabiduría lejos, muy lejos de aquí; aquellos que aun con carencias de instalaciones, servicios, material y equipo didáctico, tienen los tamaños para generar alumnos destacados de su región.

No cabe duda que los tiempos están cambiando y a todos nos corresponde que los cambios sean para bien. ¡Fuera los malos servidores públicos, fuera el sindicalismo servil!

Juan Antonio Aguilar Tello,

Torreón, Coahuila.

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