‘Brexit’, libertad en tiempos de tiranía
¿Has visto alguna película de zombies? Los zombies, aunque tienen diferencias físicas ente sí, parecen todos iguales, todos actúan igual y piensan igual (si es que piensan). Digamos que en ellos hay una igualdad casi total. Entre sí no se atacan, pero son ultraviolentos contra toda persona normal, a quien atacan precisamente para convertirla en un zombie más igual que ellos. ¿Porqué actúan así? Creo que sufren de una especie de extrema envidia colectiva.
Con la mente mermada por el zombismo, carecen de voluntad propia e individualidad, y al no poder liberarse de eso buscan que todo el mundo sea como ellos. De seguro que si algún zombie del grupo comienza a actuar como persona normal, en ese momento será atacado por los demás zombies. Así también, la libertad en tiempos de tiranía no es bienvenida. Si el “Brexit” hubiera ocurrido unas pocas décadas atrás (en el período entre la caída de Hitler y principios de los años noventa), habría sido ampliamente celebrado como lo que realmente es, la independencia de Gran Bretaña.
Está a la vista de todos que el status-quo mundial no está funcionando, y es natural que la gente empiece a rechazarlo. La disfuncionalidad se ha acentuado en los últimos ocho años, lapso en que las crisis, guerras y violencia se han elevado exponencialmente.
El status-quo consiste en centralizar las decisiones político-económicas en organismos supranacionales como la UE y la ONU. Esto anula la autodeterminación de cada pueblo para darse un sistema que lo haga prosperar y sobresalir del montón. La ventaja de que existan distintos tipos de gobierno (en vez de un solo sistema monolítico) es que la gente pueda analizarlos todos para poder distinguir cuál es el más próspero e independiente, e imitar lo bueno de éste. En cambio, un solo gobierno monstruoso y con agenda equivocada es el declive mundial sin responsabilidad clara.
La agenda del status-quo actual no es tan “moderna” como nos dicen, pues es casi igual a la que imperó justo antes de la caída de las viejas civilizaciones egipcia y romana, es decir, no muy distinta a la de Sodoma y Gomorra. Igual que en éstas, cualquiera que cuestione el status-quo es sujeto a bullying del sistema. Justo después del sorpresivo “Brexit” surgieron intentos de dividir y grupalizar a los 34 millones de británicos que votaron en la concurrida elección. Que si fueron jóvenes contra viejos, educados contra ignorantes, racistas contra santos querubines, etcétera, es decir, la clásica narrativa divisiva.
Algo queda claro: ya quisiera la Unión Europea tener ese nivel de concurrencia electoral. Por último, es injusto achacar al “Brexit” la devaluación del peso mexicano. El desastre económico de México es por tanta corrupción de nuestra clase política, no por los ovnis ni el eclipse lunar. Mejor alejémonos de ideologías que se alimentan de envidia y odio.
Antonio Gerardo Arias Galán,
Torreón, Coahuila.
