Recado a siete plumas laguneras
Hoy lamento Ovidio no haber sido, aunque Vasari de mi tiempo a ver si coincido.
Nace de mí un afán versista, tal vez un poeta no es nada, pero vibra y nos hace guiños cultos y ocultos, nos erudita el viaje.
En esta vida se tienen siete dimensiones, y un escalafón de siete sonidos, siete afortunados a los que escribo, siete sabios forman tan brillante constelación, espectro visible de siete colores. Representantes del movimiento literario e histórico de La Laguna. De una región joven el despertar de las musas de aquel profundo silencio. Lagunizadores de la poesía y las letras encuentran la región deseada, acompañados de dos mil estrellas.
Deja aquí tu herencia para que en los cactus florezca inteligencia, hagan cobijo al manantial ignorado, que se den menos Judas, mientras yo les toco con metales del desierto. Seré nota impar y de poesía tanteadora y de trasiego, encantadora y de sosiego, músico de soneto arrebatado. Pido que sus letras no se llenen sólo de ruido, sino también de armonía, ser poetas del sonido. Que sea un ritmo de gloria perfumada, y yo paciente esperaré en la estación de mi ciudad, seré la mancha clara en la región, mientras yo destrozo mis versos y mi nota olvido. Voz en llamas que oxigena el verso, ¿has visto acaso las siete cabrillas?, ¿no?, ahora te las presento:
Pariente de Emily en voz poética, sin duda la más grande de mi tierra; con orgullo escribió a su pueblo, al sol, al calor. Enriqueta.
Con la dialéctica del caos hay razón para a la muerte no pedir nos reserve un día libre, el día que así lo desee, será un Galán viaje.
Fernando Martínez aún vibra tu voz, aún vibra. Paso el atardecer al filo de tu ausencia.
Muñoz de hierro que enmascaró la delicadeza de su sensibilidad. De narrador imaginar, tejiendo su capullo va.
Maestro Azpe escriba, satúrenos de aliento. Sea sincero hasta el límite.
A ti Vicente, que el tiempo haga su oficio, recoge tus huesos y ponlos de pie bailando, con tu gemelo al lado, anda, vayan, vayan cantando.
Politólogo e historiador echa una hojeada al patetismo gobernante, el gobierno necesita verdades, letras y luces, y en tus cuadros están. De acento épico, viril y sendero, que nadie quite a tu voz la espina. Sigue así de apasionado, no hay otra forma de ser sincero. Haz de tu interés justicia social, forjado heroico en la hora del pasado. Ayuntamiento tenemos y atrevimiento de quejarnos. Vamos bien mi estimado Carlos.
Sean pues soldados de la misma tarea redentora, que el verdadero amor se refleje en sus obras. Abran las puertas, denle buen fin, fama y gloria. Es este pues mi capricho en tono mayor, el que hagan caso a su voz interior.
Armando Fernández,
Torreón, Coahuila.