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Navegando contracorriente

Los coahuilenses sólo por hoy vivimos armonizados bajo un calificativo los guerreros ciudadanos activos en guerra abierta contra la corrupción y la impunidad. Que tienen como objetivo la futura instauración de una auténtica rendición de cuentas y un estado de derecho en Coahuila con existencia cívica.

Ajenos a toda oratoria y resentidos hasta los tuétanos la gran mayoría de la sociedad coahuilense desde los que carecen de lo más estricto que es su sostenimiento diario hasta los que se pudren en una riqueza.

No quiero cometer el exceso de afirmar que todo Coahuila está en contra de la corrupción, sería una falsedad porque sí hay quienes están en su favor por los enormes dividendos que les rinde no nada más en dinero negro sino también como el mecanismo más sólido para compactar al grupo pequeño que detenta el poder en este Estado de Coahuila.

Para los políticos que construyen sus carreras con base en las malas artes la corrupción es el mejor cemento para edificar una unidad impenetrable y desgraciadamente en no pocas ocasiones inexpugnable a ella han recurrido políticos del corte de Humberto Moreira Valdés, Rubén Ignacio Moreira Valdez, Miguel Ángel Riquelme Solís, Guillermo Anaya Llamas, Luis Fernando Salazar Fernández, José Ángel Pérez Hernández, y algunos más.

Luchar contra la corrupción nunca ha sido fácil en un Estado como Coahuila con larga tradición del patriarcalismo en las que como máximas y arraigadísimas fábulas que se establecen al seno de la clase política de los varones que rezan que “un político pobre es un pobre político” y su complementaria “el que no transa no avanza” casi normas constitucionales que desgraciadamente han permeado al interior del nefasto patriarcado que padece Coahuila.

Navegando contracorriente la gran mayoría de los coahuilenses nos hemos parado a la mitad del foro para reclamar un hasta aquí, a este corrompido grupo de seres totalmente contrarios a lo que establecen los estatutos de los partidos políticos que los cobijan que en su momento representan y son por casualidad como calcas al carbón, tan es así que por hoy señalamos y cuestionamos los escándalos de los Moreira Valdez, Riquelme, Anaya, Salazar, Pérez Hernández y algunos más.

Dicen los que dicen saber que para desacreditar las acciones o ideas de otras personas con calumnias y verdades son los mal intencionados y que se inclinan siempre por descalificar a otras personas y de esta manera empequeñecer sus culpas así para desviar la atención de los señalamientos revirarán con acusaciones como una vieja técnica no sólo de distracción sino de envolver a los coahuilenses.

Que si bien es cierto si se les preguntara a quién preferían, si a sus amigos o a su partido, responderían a los amigos. Aunque no puede negarse la responsabilidad del partido que los cobija y que correligionario debe cargar con los hechos de los demás, por eso hay un precepto universal que prohíbe las condenas trascendentales.

La comparación salta a la vista que tratemos de responsabilizar las instituciones políticas o sus ideologías estatutos e ideales por lo que algunos hacen, esto huele a intención oculta. Quien hace política honrada se gana enemigos y calumnias, pero no está de más recordar frases como el honor de un ser humano no está de ningún modo en poder de otro.

Quien practica la política ya no digo con ética rigurosa sino con simple humildad sensibilidad y con deseos de servir debe ser un ser humano.

Alberto Lara Noriega,

Estado de Coahuila.

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