Un buen recuerdo
Sólo unos párrafos para referirme al contenido interesante y útil columna de nuestro periódico: el 7 de agosto el licenciado Fernando Rangel de León, que firma como ciudadano de Gómez Palacio, aporta aclaraciones sobre la biografía del maestro Vicente Lombardo Toledano, lo felicito, pues es difícil obtener información sobre mexicanos contemporáneos de semejante valor.
En mi paso por la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas del Instituto Politécnico Nacional(1946-1951) me gradué como biólogo y 20 años después volví para pagar los créditos suficientes hasta la obtención de mi doctorado en Ciencias.
Si mi memoria es correcta, en 1947 la cátedra de Química Orgánica la recibí de un hermano de Don Vicente, cuyo nombre de momento no recuerdo, en esa época el director de la ENCB era el Dr. Rodolfo Hernández Corzo, de quien recibí la cátedra de Matemáticas Superiores. Con Orgullo agrego haber formado parte de los estudiantes que recibimos el mote de “iguanas”, ya que en los dormitorios que ocupábamos en el internado eran los huecos de las gradas del estadio Camino Díaz del complejo del Politécnico en lo que fue llamada el Casco de Santo Tomás.
Agradezco la amabilidad de su espacio y quedo sinceramente a sus respetables órdenes.
PD: Libertad a las especies silvestres. Rechazo a los parques zoológicos.
Dr. Héctor Chapa Saldaña
Gómez Palacio.
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Violencia contra el prójimo
El director del colegio de educación especial Juan XXIII de Fuenlabrada (Madrid), llegó al centro. Su indignación fue creciendo en la medida en que leía las pintadas en la fachada de su colegio al que acuden 120 niños de entre 3 y 21 años con discapacidades de todo tipo.
«Minusválidos de mierda», «todos a la cámara de gas», «muerte a los niños en sillas de ruedas», «tontos», «retrasados»... podía leerse en las paredes exteriores del colegio. Las pintadas iban rematadas con la esvástica nazi o la cruz gamada. Llamó a la Policía, que acudió a los pocos minutos a tomar fotografías de la fachada para abrir una investigación. «Es la primera vez que ocurre algo así en el centro, pero la suerte es que se actuó con tal rapidez que los padres no nos enteramos. Lo hemos sabido hoy por las redes sociales», comenta Gema, la madre de una niña de 7 años con discapacidad.
«A las diez menos cuarto de la mañana, cuando empezaron a llegar los padres para dejar a sus hijos, de lo único que nos percatamos es de que había unas manchas grises en las paredes. Los operarios municipales, que iban acompañados de dos policías, se habían encargado de taparlas a tiempo para que nadie viera esas frases».
«Parece increíble que en estos tiempos haya gente que sienta ese tipo de cosas. Pensamos que es fruto de una gamberrada de chicos de 15 años porque estamos rodeados de institutos por esta zona, pero sobre todo pensamos que quien las hizo es una persona sin alma». Gema se lamenta de que la emprendan «contra niños que ni siquiera pueden defenderse... Muchos ni pueden hablar. Mi hija se comunica con nosotros a través de gritos por la discapacidad que sufre».
Ya en 1930, Adolf Hitler, legitimó la ampliación de la ley de la eutanasia tras la que se realizaban experimentos con personas humanas y se consumaron genocidios. Esto nos debe hacer recapacitar. Cuando se abre un orificio legal es difícil conocer el momento en el que hay que frenar. Lo que despuntó como una medida humanitaria, hacia los desahuciados, se trocó en algo trágico. ¿Hasta aquí ha llegado la dehumanización de la persona?.
Clemente Ferrer
Madrid, España.