No quiero ser político, ¿por qué?
Si fuera regidor por el partido en el poder, tendría que votar a favor de todos los dictámenes emitidos por el presidente municipal y los funcionarios de gobierno, además de contratos amañados por parte de empresas y el edil, que se prestan para cometer fraudes, sin importarles el daño patrimonial y económico que le causan a los ciudadanos que gobiernan, porque finalmente son los que pagan los impuestos municipales.
Si fuera presidente municipal, tendría que acomodar a todos los recomendados del gobernador, si es de mi partido, los que me ayudaron en la elección y pertenecen al partido, sin importarme su capacidad para ocupar el puesto, en deterioro del servicio que van a dar al pueblo. Ayudar a los que votaron por mí sin importarme los demás, porque yo sólo les doy a mi gente (lonches, despensas, tortibonos, tinacos, etcétera, por medio de los líderes, los cuales se llevan la mayor parte). Apoyar al gobernador de mi partido en todo lo que él diga y haga, porque es el dedo que me eligió para ser el candidato, y puede ayudarme también a lanzarme para ocupar su silla. Es por eso que debo ser cómplice de sus fraudes y triquiñuelas y compartirle de las mías.
Si fuera diputado local, tendría que estar al servicio del gobernador, si es de mi partido, votar a favor de todas las iniciativas de ley mandadas por él, no me dejaría pensar libremente, porque él es el amo y señor de todo el Estado y no se hace nada, si él no lo ordena, debo ser cómplice y comparsa de todos sus fraudes, sin importarme lo que diga la gente que votó por mí, yo sólo debo callar y obedecer. Y olvidarme de todas las promesas de campaña, que prometí cumplir en mi distrito.
Si fuera gobernador, tendría que hacer transas como todos lo hacen, tener el control del Estado y el partido, colocar en los puestos más importantes a la gente de mi partido, sin importar el perfil para ocupar el puesto. Colocar a todos mis parientes y a los de mis amigos, para que tengan los mejores sueldos, sin hacer nada (nepotismo) y alguno que otro aviador. Pedir préstamos bancarios millonarios para obra pública y quedarme con el 50 % de los mismos. Ser tapadera de la anterior administración, si fue de mi partido, si no es de mi partido, fincarle responsabilidades por fraudes cometidos.
Darles regalos y dinero a mis hijos, para que viajen por todo el mundo y suban fotografías a las redes sociales, para que presuman todo lo que tienen, sin importar que hay gente que apenas gana el mínimo.
Repartir despensas, tinacos, tarjetas de ayuda económica, dar circo, maroma, y teatro, gratis, con artistas famosos y bailes populares en el zócalo, plaza mayor, etcétera, etcétera. Antes de las elecciones, para que la gente siga votando por mí y mis compañeros de partido.
Si fuera presidente de la república, tendría que colocar a mis amigos que me ayudaron a ganar la elección y que colaboraron conmigo, cuando fui gobernador, en las Secretarías de Estado, sin importarme que hay gente más preparada, con maestrías y doctorados para ocupar esos puestos, pero no son de mi partido, y acomodar también a gente recomendada por grupos de poder, que me manejan y yo tengo que obedecer, porque ellos son los que me escogieron y apoyaron para ser presidente.
Tendría también que cargar en mi conciencia, todos los muertos y desaparecidos ocurridos en mi sexenio, por negligencia o incapacidad de mí mismo o de mis colaboradores para resolverlos. Y también mi falta de actitud, carácter y autoridad, para enfrentar los grandes retos que el México actual requiere
Un político es un representante del pueblo, en el mantenimiento, la gestión y administración de los recursos públicos. Por lo tanto, un político debe velar por el interés general de los ciudadanos, mantenerse dentro de una ética profesional de servicio al pueblo (no, servirse del pueblo). La política en otros países sí se práctica con honestidad y responsabilidad, pero aquí en México la corrupción, la inseguridad y la impunidad son los males de nuestra clase política.
Emilio Nafarrate Parra,
Torreón, Coahuila.