En un conflicto bélico se entiende por víctimas a las personas que han sufrido uno o múltiples eventos de violencia directa, golpes, asesinatos, desaparición forzada, etc. Si a las agresiones directas les agregamos la violencia estructural y cultural, el rostro de personas agredidas se multiplica, ¿por qué Francisco se pronunció sobre algunas víctimas y omitió otras?
Desde que está al frente de la iglesia de Roma, en sus mensajes ha mostrado especial preocupación por la situación de los migrantes, indígenas, presos, enfermos, ecología y modelo económico. En México, Papa Francisco hizo eco suave de los duros mensajes que respecto a estos temas denunció en otros lugares. El más claro y contundente fue en su reunión con algunos empresarios y obreros: "Dios pedirá cuenta a los esclavistas de nuestros días… el flujo del capital no puede determinar el flujo y la vida de las personas".
Existe decepción en muchos sectores por lo que esperaban que Francisco hiciera y dijera. Su esperanza no era infundada, ya que se basa en sus anteriores posturas respecto a temas concretos, por ejemplo, en Roma había rezado por los 43 jóvenes desaparecidos de Ayotzinapa (Audiencia general del 29/10/14), el Nuncio Apostólico Cristophe Pierre cuando celebró una misa en la Escuela Normal Superior afirmó a los familiares de estudiantes: "el Papa está con ustedes" (22/12/14).
La sensibilidad de la que Francisco habló durante su homilía en Juárez no existió por parte de los organizadores de la visita. El secretario del gobierno federal, Osorio Chong, declaró que "nadie evitó su visita a algún lugar, ni el encuentro con nadie" (18/02/26). En el ámbito público, el hecho de que el Papa no se reuniera con otras víctimas recae sobre la comisión de la institución católica encargada de la visita.
Habrá que preguntarle a dicha comisión: ¿tienen que pasar 500 años de la actual crisis de derechos humanos que vive México, para luego, pedirles perdón porque no estuvimos a su lado?
Pedirle a Francisco que resolviera los problemas de un país, sería eludir la responsabilidad de nuestra sociedad, sin embargo, es muy exigible a cualquier invitado internacional que fije posturas de los casos en los que ya se ha pronunciado. En un escenario de conflicto, de guerra no declarada como se vive en México, es prioritario que se definan las partes que configuran dicho conflicto. No se pretendía que el Papa tuviera declaraciones oficiales para remediar problemas, pero sí, expresiones explícitas de solidaridad con las víctimas actuales.
En todo conflicto, la forma de representación que se hace de las víctimas en una sociedad, puede ser utilizada perversamente como un capital político o como un activo de resentimiento social. Se da una lucha simbólica por el posicionamiento de las víctimas, por la percepción que el país tenga de ellas. En ese sentido, si Francisco hubiera invitado a rezar, sólo a rezar, a una representación de los distintos grupos de víctimas, hubiera logrado un gran impacto, que el país viera a una figura mundial abrazando y saludando a las víctimas.
Ese gesto abonaría a superar el estigma de criminalización que comúnmente se difunde de las victimas. Y en este caso, las víctimas que le incomodan a los actuales tres niveles de gobierno, fueron excluidos. A los familiares de más de 100 mil personas que han sufrido el impacto de la actual guerra mexicana, les ofrecieron algunas sillas lejanas al Papa, en una misa multitudinaria.
Existen abundantes imágenes de Francisco con Peña Nieto, con Angélica Rivera, con Arely Gómez, con Osorio Chong y Luis Videgaray, con líderes de las fuerzas armadas, con Virgilio Andrade. Pero no hay imágenes de Francisco con las familias de los mineros de Pasta de Conchos, con los miembros de FUUNDEC o del GIEI, tampoco hay fotos del Papa con la víctimas de pederastia clerical, o con los padres de la guardería ABC, con las familias de los estudiantes de Ayotzinapa, no existen esas fotos con los símbolos de las heridas de impunidad más profundas del México de principios del siglo XXI.
@davidsecular