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Frustración, violencia y creatividad

DAVID PÉREZ

En una suerte de moralización de los sentimientos y de las experiencias, la frustración tiene una convención social muy negativa. Así, es malo sentirse frustrado, hay que evitarlo. Para las ocasiones en que no se tuvo éxito, se recomienda ejercitarse en la tolerancia a la frustración. Sin embargo, la experiencia de desengaño o de insatisfacción de las expectativas, implica una fuerza que puede encontrar cauce en expresiones de violencia o de la creatividad, ¿qué hace la diferencia entre estas dos posibilidades?

Ted Gurr, analista de la violencia política y su relación con la psicología, al preguntarse por qué el ser humano se rebela, indaga en los procesos que nos permiten analizar los orígenes de la violencia; en este ejercicio, se aproxima a la frustración como fuente de violencia. Un elemento básico en su análisis es el de la "privación relativa", dicho concepto consiste en la forma externa en la que un sujeto o comunidad son privados de algún tipo de recurso que se considere valioso o no.

Otra fuente de la frustración es la equivalencia entre lo que una persona espera ganar en un esfuerzo personal, o en una relación con otros individuos o con institución, y lo que realmente obtiene de ellas. En la frustración es muy importante medir el alcance, la intensidad y duración de la misma. Ya que de esas características aumentan o disminuyen las posibilidades de que la frustración se materialice en un acto violento.

Una forma particular de dar salida a la frustración, es a través de la participación en actividades ilícitas. Esta forma de expresión se da en mayor medida por la suma de la privación relativa, la efectiva y percepción de las dos. Es decir, cuando las capacidades para alcanzar las expectativas son sumamente escasas, y además, no hay acceso a posibilidades de una vida digna. Por lo tanto, la posibilidad de satisfacción de valores colectivos, muchas veces, tiene más viabilidad en proyectos ilegales que los que propone la sociedad como válidos y aceptables.

Si bien la frustración no puede ser identificada con la violencia o el conflicto, cuando aumentan las causas externas de la privación, crecen también las posibilidades del conflicto. Normalmente, a mayor frustración mayor, corresponde una agresión mayor contra el origen de la misma. Si las frustraciones se prolongan o se agudizan, es probable que sobrevenga la violencia. Sin embargo, la frustración no conduce necesariamente a la violencia, tampoco es necesariamente una motivación de la agresión humana, armada o no.

Ahora bien, la frustración social es una fuerza importante en el sujeto, cuando esa experiencia es convocada por narrativas que resignifican la dinámica de la privación, se puede alterar el cauce de la violencia y orientarlo hacia la creatividad transformadora. Socializar la frustración, contar nuestras historias personales de insatisfacción o privación relativa y efectiva, puede contribuir a la construcción de un futuro común, donde las frustraciones eleven su nivel de complejidad. Es decir, desaparecer la frustración de la experiencia humana se antoja complicado, usar la creatividad para transformar las fuentes actuales de las privaciones, en distintos ámbitos, puede ser más viable.

Rediseñar nuestras frustraciones pasa por hacernos responsables de las relaciones que generamos. En el nivel más básico, ese de nuestras interacciones más inmediatas, en buena medida, es donde se crean las demandas mutuas. Cuando unos a otros nos elevamos las exigencias, corremos el riesgo de contribuir a la frustración. Inventar nuevas formas de relacionarnos implica explorar nuevos sentidos al presente que compartimos con otros.

Esta tarea presenta el desafío de transformar, también, a distintos niveles las estructuras generadoras de las causas externas de privación. Este proceso implica posicionarse creativamente frente a los sistemas culturales generadores de frustración. Semejante tarea se asimila a la misión de derribar un muro sólido, esos muros que están en uso. Se puede iniciar con la búsqueda de las partes más débiles y huecas, por lo que se hace necesario renovar nuestra curiosidad, agudizar nuestra mirada y oídos, potenciar nuestra creatividad.

@davidsecular

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