Todas las encuestas de opinión pública muestran un gran desplome en el nivel de aprobación de la gestión del presidente Enrique Peña Nieto; la última publicada por el diario capitalino Reforma el pasado jueves 11 de agosto, es particularmente preocupante porque el porcentaje de ciudadanos que aprueban ni siquiera llega a la cuarta parte de la población, al quedarse en un escaso 23% y, por supuesto, en correspondencia el nivel de desaprobación corresponde casi a las tres cuartas partes (74%); la calificación que le asignan es de 3.9 puntos sobre 10.
El único punto de comparación de estas cifras se remonta a los primeros meses de 1995 y al entonces presidente Ernesto Zedillo, tras el llamado "error de diciembre" en 1994, que lo llevó a caer al 30%; pero ese fue el piso y a partir de allí empezó a repuntar para terminar su mandato con la aprobación del 69% de los ciudadanos, cifra superior al porcentaje que alcanzaron al salir Vicente Fox y Felipe Calderón.
Ahora no parece haber fondo, pues cada evaluación periódica que realizan las distintas casas encuestadoras o periodísticas resulta peor. Y una de las causas (pues el fenómeno por supuesto que es multicausal) es la falta de resultados tangibles de las distintas políticas implementadas por los distintos gobernantes.
Algunas cifras, tomadas de la evaluación periódica que el grupo Reforma realiza de los presidentes de México son muy ilustrativas de esto. En el año 2000, cuando se da la alternancia en la Presidencia de la República y llega Vicente Fox a Los Pinos, el 53% de los ciudadanos consideraban que el país iba por buen camino hoy son sólo el 12%, es decir, en aquel entonces era más de la mitad de la población la que creía que el rumbo era el adecuado, ahora apenas supera la décima parte y la caída ha sido continua, con mínimos repuntes al cambio de cada sexenio.
Y cuando la revisión se hace por la opinión que tienen respecto a la forma en que los gobiernos afrontan 4 temas centrales para México: economía, pobreza, corrupción y seguridad pública, la situación es muy similar. En cuanto al manejo de la economía cuando Fox asumió la Presidencia, el 48% de la población tenía una opinión favorable se mantuvo en el mismo nivel hasta el final; pero con Felipe Calderón se cayó al 30%, explicable particularmente por la grave recesión que vivió la economía nacional durante el 2009; repunta un poco con la llegada al poder de Enrique Peña Nieto, para situarse en el 43%, es decir, la población creyó las promesas de que las reformas estructurales se traducirían en mejoras para la población, pero hoy cuando padece los impactos del aumento en la luz, las gasolinas y el dólar, a pesar de todas las reformas legislativas aprobadas y todas las promesas que las acompañaron, el porcentaje de ciudadanos que aprueban sus políticas es apenas del 12%.
En corrupción la evolución es igualmente muy ilustrativa, pues la gran ilusión se vivió en el 2000, la ciudadanía pensaba que la alternancia en el Poder Ejecutivo sí reduciría la corrupción gubernamental; a eso se sumaron las declaraciones del entonces titular de la Secretaría de la Contraloría, Francisco Barrio, quien prometió que caerían los que llamó "peces gordos", es decir, miembros del gabinete del presidente Zedillo. Dos terceras partes de los ciudadanos (el 66%) tenía una opinión favorable de su gestión, pero rápidamente se derrumbó y al concluir el sexenio únicamente el 31% de la ciudadanía tenía una opinión favorable; con Calderón realmente no se movió, al finalizar el porcentaje era de 28; pero repuntó un poco con la llegada de Peña Nieto y la cifra subió al 37%, sin embargo, la "Casa Blanca", las casas de Malinalco e Ixtapan de la Sal, los contratos de trenes suburbanos cancelados inexplicablemente y todos los demás escándalos que han surgido a lo largo del sexenio, lo desplomaron a apenas el 10%, uno de cada 10 mexicanos piensan que es acertado como maneja ese tema.
La población realmente no ha aprobado la forma de afrontar el tema de seguridad pública, sin embargo, si creyó que el regreso del PRI a Los Pinos abatiría los índices de violencia y la criminalidad. Desde su llegada al poder, Vicente Fox tuvo un escaso 29% de aprobación en el tema, así permaneció a lo largo del sexenio; con Calderón, subió un poco al 35%; y con Peña Nieto llegó hasta el 41%, en abril del 2013, pero también aquí los resultados aniquilaron la ilusión y hoy es escasamente del 16%.
En el caso del combate a la pobreza, los buenos resultados que reportó el gobierno de Vicente Fox, que logró disminuir la pobreza extrema (como fue reconocido por los organismos internacionales) hizo que al final de su sexenio el 49% aprobara sus políticas; con Calderón, los buenos resultados se revirtieron y la aprobación ciudadana cayó hasta el 35%. La llamada "Cruzada contra el Hambre", al inicio del sexenio de Peña Nieto, generó buenas expectativas y volvió a subir el porcentaje de aprobación al 45%, pero pronto inicio el desplome, particularmente a partir de finales del 2014 y en estos momentos es de apenas el 12%.
Hay que decirlo con claridad: la mala evaluación de la gestión del actual presidente no es únicamente consecuencia de un mal manejo de la comunicación, es también fruto de malas políticas públicas o de la mala implementación de las mismas. Lo crítico es que todavía faltan más de 2 años para el fin del sexenio.