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Gobierno en el hoyo

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LUIS F. SALAZAR WOOLFOLK

El colapso de las obras de drenaje en la emblemática Avenida Morelos de la ciudad de Torreón, pinta de cuerpo entero la mediocridad y la corrupción imperantes en el Gobierno Municipal,

Como es del conocimiento, con motivo de una llovizna pertinaz que durante dos días se presentó en la región el pasado fin de semana, la carpeta asfáltica y el drenaje colapsaron en tres puntos a lo largo de la avenida en cuestión, en los cruces con las Calles Rodríguez, Leona Vicario y González Ortega.

En el primer caso un taxi se precipitó entero en el hoyanco resultante y en los otros dos puntos mencionados se abrieron zanjas que podrían haber tragado un autobús de pasajeros en cada caso, lo que por fortuna no ocurrió.

El evento no es un caso fortuito o accidental, porque el rescate del centro histórico que incluye la rehabilitación de la Avenida Morelos es el proyecto estrella de obra pública desarrollado por el alcalde Miguel Riquelme y el destino del dinero gastado en el sector queda severamente cuestionado de cara a lo sucedido, en cuanto a que la obra haya sido legal y técnicamente licitada, adjudicada y supervisada como es la obligación de la autoridad.

El Director de Obras Públicas del Municipio, de inicio hizo una declaración insólita con la cual pretende hacernos creer que todo estuvo fríamente calculado, porque según el funcionario la obra fue pavimentada en la superficie, sin que estuviera terminada la conexión de los tubos del drenaje. Increíble, pero cierto.

Para explicar semejante disparate, el funcionario agrega que la dependencia a su cargo procedió a ciencia y conciencia de que una lluvia provocaría el colapso del drenaje, y que se corrió el riesgo para mantener las apariencias en favor de la actividad comercial durante la época navideña. Tan extraña explicación que reconoce que los tubos de la instalación no están conectados entre sí, aunada al hecho de que los hundimientos ocurren en tres puntos diseminados en un tramo de kilómetro y medio, genera la presunción de que el total de la infraestructura está en riesgo de colapsar, lo que se confirma en virtud del deterioro generalizado que está a la vista de quien quiera verlo a lo largo de la Avenida Morelos, desde la Alameda Zaragoza hasta la Plaza de Armas.

No para ahí la cosa. El suceso saca a relucir que el contratista responsable de la obra colapsada es nada menos que el presidente de la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción en la ciudad, lo que genera cierto olor a podrido. El empresario declara que "los hundimientos no tienen nada que ver ni con la calidad de los trabajos ni con el material utilizado…" y enseguida se compromete a pagar la reparación de los daños, lo que resulta del todo incongruente.

La cereza en el pastel la aporta el Presidente de la Cámara de Comercio de Torreón, que ante lo sucedido sale a escena asumiendo también la culpa de lo acontecido porque según dice: "…fue a petición de nosotros que los trabajos se suspendieron en diciembre para para que no afectaran las compras de la temporada…".

La cadena de tonterías sólo se explica en función de una gran complicidad entre gobierno y contratistas, porque Riquelme es el primer obligado a dar las explicaciones que en el caso corresponden de cara a la ciudadanía y hasta el momento no ha dicho esta boca es mía y por el contrario, voltea hacia otro lado pretendiendo deslindarse de lo acontecido, mientras otros dan explicaciones que nadie les ha pedido.

El honor ciudadano lo salvan los comerciantes que integran el Colectivo Moreleando y el Consejo Morelos, que han sido el motor de la reactivación de la zona al tiempo que mantienen una actitud responsable de apoyo y exigencia razonada frente al Gobierno Municipal, que en el caso los mueve a señalar con acierto que la clave de la falla está en la supervisión (desde la licitación hasta la conclusión de la obra) de la que es responsable la autoridad.

Es evidente que nuestra ciudad está muy lejos de aquella que fue en otros tiempos, cuando tuvimos un drenaje pluvial que no se colapsaba, como lo prueban los vestigios embovedados del Canal de La Perla que aún conservamos como recuerdo. También es evidente que las obras de rehabilitación de la Morelos de las que presume Riquelme no están a la altura de aquellos tiempos y con mayor razón, tampoco están a la altura del presente que los torreonenses merecemos.

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