La marchista mexicana Guadalupe González es una promesa de medalla en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.
La lluvia arrecia en el parque Providencia ubicado en Metepec, Estado de México. Pesadas gotas caen sobre el rostro de Guadalupe González, quien no detiene ni por un minuto su andar. La marchista sabe que en Río de Janeiro podría enfrentarse a peores condiciones climáticas y quiere estar lista para el gran reto.
"Estoy emocionada y comprometida para ese momento en el que puedo darle una gran alegría a mi país. Hace algunos años quería llegar a los Juegos como boxeadora pero hoy estoy convencida de que mi verdadera vocación está en la caminata, yo creo mucho en Dios y estoy segura de que él me puso aquí y me guiará si mi destino es ganar una medalla", revela la especialista en 20 kilómetros.
Por los resultados obtenidos el último año, que incluyen un dramático oro en los Juegos Panamericanos de Toronto en 2015 y una plata en el Mundial realizado en Roma en mayo pasado, la mexiquense es una de las pocas cartas fuertes que tiene nuestro país para la justa veraniega.
"Siempre viene a mi mente el momento en el que inicie la prueba, lo sueño hasta con los ojos abiertos. Tengo miedo de fallar y para evitar eso lo que busco es llegar lo mejor preparada posible".
A diferencia de otros deportistas, quienes aprovechan el periodo olímpico para atraer patrocinadores, "Lupita" sólo cuenta con el apoyo de la Secretaría de Marina; institución que la respalda con gastos de seguro médico para ella y su familia.
Como su aliado, Guadalupe, admiradora de Daniel Bautista, tiene a uno de los más experimentados entrenadores del país: Juan Hernández.
"Ella me ha dicho que quiere la medalla, es una muchacha que siempre persigue sus metas, que tiene mucha disciplina y, principalmente, con mucho talento en las piernas", revela.
Cuando el entrenador decidió preparar a Guadalupe a petición de un amigo, su plan era que alcanzara su madurez deportiva en los Juegos de Tokio 2020.
Hoy, tanto Juan como Guadalupe se atreven a soñar en grande. No importa cuántos entrenamientos bajo la lluvia tengan que pasar; la meta está a poco más de un mes y ellos están listos para la gran cita.