Siglo Nuevo

Guerra y mal

La tragedia de hacer el bien

Foto: Alexander Ermochenko /Anadolu Agency /Getty Images

Foto: Alexander Ermochenko /Anadolu Agency /Getty Images

Iván Hernández

El año 2016 comenzó con al menos cuarenta conflictos en curso. África suma trece, Asia tiene diez, Oriente Medio suma seis. En su mayoría son internos. La "guerra contra el terror" se destaca entre todos ellos. Otros como el de Dafur no acaparan reflectores.

Y nos queda el ingenio necesario,

para encontrar un modo, por más que sea osado, y temerario,

con que saciar el odio inextinguible,

la venganza, la ira,

que ese fiero enemigo nos inspira

John Milton

"La guerra, ¿para qué sirve?", tal es el título que Tolstói quería dar a su famosa novela Guerra y paz. Eso, al menos, es lo que le cuenta Jerry Seinfeld a Elaine Benes (Julia Louis-Dreyfus), coprotagonista de la famosa comedia televisiva de los noventa que lleva su apellido. El cómico, desde luego, estaba bromeando, pero su chiste acarrea funestas e internacionales consecuencias cuando Elaine le cuenta lo mismo a un escritor ruso.

En tiempos recientes, desde algún general chino hasta el fallecido Hugo Chávez usaron alguna vez la frase "Si quieres la paz, prepara la guerra", acuñada en el siglo IV por Flavio Vegecio Renato.

La relación entre ambos conceptos ha dado fruto a largos períodos en los que el mundo no ha conocido otra cosa que la tragedia del primero y la ausencia del segundo.

Karl von Clausewitz (1780-1831), general prusiano e historiador especializado en temas bélicos, decía que la guerra es como un 'camaleón', va por la historia humana, cambiando y adaptando su apariencia a las condiciones sociopolíticas en las que se libra.

Identificaba en el acto de guerrear asuntos que competían a una esfera particular de los componentes de un bando: al pueblo le corresponde el odio, la enemistad que hace posible la violencia; los generales se encargan de sopesar las opciones de triunfo y de lidiar con el azar; y en tercer lugar, en la jurisdicción del gobierno está la razón, esa que hace de la guerra un instrumento al servicio, entre otras cosas, de fines políticos pasados por el tamiz de la racionalidad.

La aproximación de Clausewitz subraya ese elemento muchas veces soslayado en la crónica de los actos bélicos: la guerra, ese acto bárbaro, generador de crueldades que sobrepasan los límites de lo humanamente correcto, surge de un proceso racional. Es un camaleón pensante y como tal hay que tratarlo a la hora de responder a una pregunta: ¿en nombre de qué se hace la guerra en estos días?

SIN IR MÁS LEJOS

La década en curso comenzó con una treintena de conflictos, según datos de la Escola de Cultura de Pau de la Universidad Autónoma de Barcelona (ECP) entendidos como enfrentamientos entre grupos armados, ya sea regulares o irregulares, con objetivos incompatibles que dejan a su paso, violencia mediante, al menos 100 víctimas mortales al año o un grave impacto en el territorio (destrucción de infraestructura o de la naturaleza), además de efectos negativos como población herida o desplazada, violencia sexual, inseguridad alimentaria, impacto en la salud mental y en el tejido social o en los servicios básicos.

Los grupos en disputa tienen objetivos como demandas de autodeterminación y autogobierno o aspiraciones identitarias; o bien muestran por la vía armada su oposición al sistema político, económico, social o ideológico de un Estado o a la política interna o internacional de un gobierno, lo que en ambos casos motiva la lucha para acceder o erosionar al poder; otro de sus fines puede ser el de controlar los recursos de un territorio.

Ya en la segunda mitad de este decenio, la base de datos de la ECP contiene información de unos 40 conflictos en curso, más de 70 situaciones de tensión y unas 30 negociaciones de paz.

El desglose de las situaciones de guerra tiene al continente africano a la cabeza con 13 casos (países como Argelia, Libia, Somalia, Sudán y la República Democrática del Congo). Le sigue Asia con diez expedientes correspondientes a naciones como Afganistán, Filipinas, India, Myanmar, Pakistán.

Oriente Medio aparece con seis conflictos en curso, dos involucran a Yemen y los restantes se desarrollan en Egipto, Irak, Israel-Palestina y Siria. En Europa hay identificados cuatro, dos en Rusia, uno en Turquía y el caso de Ucrania. América solamente cuenta con la ficha de Colombia.

Los conflictos en su mayoría son internos, guerras civiles a veces, limitados a determinadas zonas de un país en otras ocasiones, de manera que en muchas casos es imposible dimensionarlos con justeza.

En las guerras contemporáneas el manual del buen combatiente se ha tirado a la basura, los actores incurren en prácticas que atentan contra aquellos que no tienen vela en el entierro, cosas como mutilación de civiles, violaciones masivas de mujeres, ejecución de prisioneros, saqueos, y una amplia variedad de acciones contenidas en la categoría de “todo lo que provoque terror en la población civil”.

TIPOLOGÍA

El camaleón bélico ha ido acumulando una cantidad respetable de tarjetas de presentación. En el lenguaje especializado de nuestros tiempos hay guerras entre personas, privatizadas, híbridas, postmodernas, postheroicas...

Desde el fin de la Guerra Fría (que también fue un nuevo tipo de disputa) los hechos armados se resisten a ser encasillados, no es fácil la tarea de inscribirlos en alguna de las dos categorías acostumbradas; guerras convencionales (bandos definidos, se usan armas comunes -nada atómico-, se busca reducir la fuerza militar del enemigo) y guerras revolucionarias (sin frentes de batalla definidos, en vez de batallas hay emboscadas, asaltos, se utiliza la estrategia del desgaste).

Una denominación que ha ganado, no sin polémica, cierto consenso es el de “nuevas guerras”. El concepto, desarrollado entre otros por Mary Kaldor, aplica a fenómenos de violencia surgidos en el mundo no desarrollado.

Una descripción del asunto es la siguiente: un Estado sufre una pérdida de poder y sus capacidades quedan por debajo de las que poseen algunas subunidades en el territorio o incluso por debajo de las potencias de agentes particulares. El Estado pierde el control de la violencia legítima. Luego se da una intervención de algún representante del mundo desarrollado (por ejemplo, Estados Unidos) y los conflictos que en un principio eran unidireccionales y unicausales, se convierten en fenómenos multicasuales y multidireccionales.

Las “nuevas guerras” se libran por causas como el acceso los recursos de una nación o a su distribución; un sentimiento de inseguridad, de amenaza tanto externa como interna, debido a la fragmentación de la comunidad en grupos étnicos, religiosos, etcétera; y por modificaciones al sistema de equilibrio vigente en un lugar. Se trata, en su mayoría, de conflictos intraestatales.

Una crítica a esta categoría es que incluye cualquier conflicto armado y de violencia; no importa si hubo o no declaración formal de hostilidades, o si se trata de violencia unilateral.

Caterina García, doctora en Ciencia Política y de la Administración de la Universitad Autónoma de Barcelona, explica que aplicar tal nombre a todo tipo de violencia propicia la adopción de soluciones de tipo militar -antes que políticas- cuya eficacia es más que dudosa, como se ha podido comprobar en la “guerra contra el terror”.

En las “nuevas guerras” también hay un elemento pensante, aunque al ser instrumentos en la búsqueda de intereses particulares y exclusivos, se les considera racionales pero no razonables.

EJEMPLOS

La guerra en Irak es un ejemplo de “nueva guerra”. Se trata de un conflicto interno que se ha internacionalizado. Sus actores principales son el gobierno, fuerzas militares y de seguridad iraquíes y kurdas, el Estado Islámico (ISIS), milicias shiitas, grupos armados sunitas, Estados Unidos, la coalición internacional anti-ISIS, además de Irán.

Todo comenzó con la invasión liderada por Estados Unidos en marzo de 2003 que derrocó al régimen de Saddam Hussein. Luego de la muerte del enemigo, vino un reparto de poder que provocó descontento en varios sectores de una población de suyo fragmentada. El descontento se transformó en violencia. Unos años después vino la intromisión de ISIS.

En la Escola de Pau señalan que la escalada del conflicto en Irak, país con las terceras reservas mundiales de petróleo, ha provocado el desplazamiento forzado, al interior, de cuatro millones de personas y la salida de 426 mil 114 refugiados; en cuanto a las víctimas mortales el estimado asciende a 224 mil personas, entre 142 mil 804 y 164 mil 661 eran civiles.

Ucrania padece otro conflicto armado interno e internacional. Los principales actores son el gobierno, grupos prorrusos armados en provincias al este del territorio, Rusia, Estados Unidos y la Unión Europea (UE).

Según la ECP, en territorio ucraniano se desarrolla la crisis más grave entre Occidente y Rusia desde el final de la Guerra Fría. En resumen, en ese país confluyeron protestas a favor de la integración con la UE y contra el gobierno; un presidente cayó, Rusia se anexó Crimea, vinieron más protestas y el surgimiento de grupos separatistas respaldados por el gobierno ruso que se enfrentaron con fuerzas armadas estatales bajo el mando de nuevas autoridades inclinadas hacia Occidente.

Las partes en conflicto sostienen negociaciones lideradas por la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa, Rusia y Ucrania.

Las armas disparadas causaron, hasta mediados del año pasado, seis mil 417 defunciones. Los desplazados internos son más de un millón 431 mil 800 personas, además de 743 mil 014 refugiados.

El tercer ejemplo es el de Libia, un conflicto definido como internacional. Los actores principales son el gobierno, grupos armados de oposición y milicias de diverso signo.

En ese país la primavera árabe trajo consigo protestas contra el gobierno de Muamar el Gadafi por la represión de la disidencia, la corrupción y graves carencias sufridas por la población. Estalló una guerra civil y se produjo una intervención militar internacional liderada por fuerza de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Luego de la muerte de Gadafi no hubo paz. Las nuevas autoridades resultaron incapaces de controlar el país, se hicieron presentes milicias que no están dispuestas a soltar las armas, además, son frecuentes las disputas tribales.

Los días pos-Gadafi son de divisiones políticas y tensiones regionales que se ven reflejadas en luchas por controlar rutas de tráfico y pozos petroleros; enfrentamientos de milicias y fuerzas gubernamentales con grupos progadafistas; pugnas entre sectores federalistas y unitarios, y entre islamistas y no islamistas; ataques explosivos; asesinatos de políticos, activistas, jueces, policías y ciudadanos extranjeros. A esto se sumó una ofensiva terrestre y aérea contra milicias islamistas. A últimas fechas se conformaron dos polos de autoridad apoyadas en coaliciones armadas. En 2014, ISIS comenzó a reivindicar ataques en territorio libio.

La ONU promueve, sin mucha fortuna hasta el momento, un diálogo entre los contendientes que permita conformar un gobierno de unidad y poner fin a la violencia.

No hay un dato de cuántas víctimas mortales ha dejado el conflicto. Las estimaciones oscilan entre los diez mil y los 50 mil muertos; en el tema de los desplazados internos la cifra, hasta mediados del año pasado, es de 434 mil personas, además de cuatro mil 194 refugiados.

ASIMETRÍA

Herfried Münkler, profesor de Teoría Política en la Universidad Humboldt en Berlín, expone que la característica principal de las 'nuevas guerras' es la asimetría.

Las disputas simétricas son peleas entre pares. Los bandos guerrean dentro de un marco de supuesta igualdad en rubros como armamento, con similitudes en su método para reclutar y entrenar a sus efectivos; utilizan técnicas, tácticas y equipos convencionales (tanques, aviones, barcos); luchan por controlar un territorio y tienen frentes de batalla definidos. En general, el uso de la fuerza es limitado.

En las guerras asimétricas, en cambio, no hay frentes definidos, como no es un combate entre iguales el combatiente más débil usa la comunidad como cobertura y base logística para dirigir ataques contra el enemigo.

Los contendientes 'débiles', no son ejércitos equipados con propiedad sino milicias reclutadas a toda prisa por jefes de tribus o de clanes que, en un momento dado, pueden arreglárselas para privatizar los beneficios de la guerra que libran y nacionalizar los costos.

La lucha también es dispareja desde los arsenales. Unos combatientes utilizan armamento de alta tecnología, mientras sus oponentes cargan con armas baratas y rudimentarias (fusiles automáticos, minas antipersonales).

No obstante, apunta el profesor Münkler, desde el 11 de septiembre de 2001 somos conscientes de que una simple navaja, [...] puede servir para hacer temblar los cimientos de una superpotencia y señala que las recientes formas de terrorismo internacional resultan particularmente amenazantes porque han sobrepasado las limitaciones de la guerra asimétrica. El rival débil descubrió que puede utilizar la infraestructura civil del enemigo en su contra.

La asimetría se acentúa cuando las potencias intervienen con la intención de pacificar un territorio, no sólo porque se ven arrastradas a las hostilidades, sino porque pueden generar una contraintervención y hacer de una disputa interna una guerra transnacional (conflictos que cruzan las fronteras nacionales sin ser una disputa entre Estados) en toda regla.

Dos factores decisivos en la aparición de nuevas guerras: la habilidad para financiarlas con los flujos de bienes y capitales generados por la mundialización, y el hecho de que se han hecho poco costosas.

Las guerras del siglo XXI ya no son demostraciones de potencia de fuego ni despliegues asombrosos de recursos militares de manera que, apunta el profesor, “la enorme superioridad de Estados Unidos en medios técnicos militares no es una garantía de que este país vaya a salir victorioso de todas las guerras que parece cada vez más dispuesto a librar”.

TENTACIÓN DEL BIEN

El historiador francés de cuna búlgara Tzvetan Todorov acuñó el título de Memoria del mal, tentación del bien, para una indagación sobre el siglo XX, sus democracias, sus totalitarismos, las guerras y demás.

En el nuevo siglo, sin embargo, dicho título parece haber sido expropiado por varios gobiernos y adaptado para justificar intervenciones más allá de sus fronteras sustituyendo el término 'memoria' por 'presencia'.

Luego de los ataques a las Torres Gemelas, Estados Unidos convirtió al líder de la organización Al Qaeda, Osama Bin Laden, en la 'encarnación del mal'. El deber de los buenos entonces, era acabar con él.

Una forma distinta de enunciar lo anterior es la que elaboró el periodista español, Ignacio Ramonet: Como el doctor Frankenstein, el 11 de septiembre de 2001 Estados Unidos vio alzarse en su contra a su antigua creación -Osama Bin Laden- con una violencia demencial. Y decidió combatirlo apoyándose en los dos estados -Arabia Saudita y Pakistán- que más han contribuido [...] a extender por todo el mundo las redes islámicas radicales.

EN 2015 SUCUMBIR A LA TENTACIÓN FUE LA NORMA

Luego de los atentados en París perpetrados por agentes del Estado Islámico en noviembre pasado, con saldo de 129 muertos y 352 heridos, el presidente francés François Hollande usó el término 'guerra' para explicar cuál sería la reacción de Francia. Diversos analistas consideraron que le hizo un favor al Estado Islámico al otorgarles un mayor reconocimiento del que merecen.

“No estamos en una guerra de civilizaciones porque esos asesinos no representan ninguna civilización, estamos en guerra contra el terrorismo yihadista que amenaza al mundo entero”, dijo el presidente francés.

No fue la única declaración de guerra. De inmediato se formó una coalición de países con el propósito de combatir y erradicar a ISIS. Los elementos más activos de la alianza son, además de Francia, Estados Unidos, Reino Unido, Italia, Alemania.

El presidente Barack Obama se refirió al Estado Islámico como “el rostro de la maldad”.

La guerra mundial contra el terrorismo y la propaganda que la acompaña, señala Ramonet, pueden dar la impresión de que no hay más terrorismo que el islamista.

El periodista agrega que eso es un error, ya que mientras se desarrolla esta nueva guerra mundial, hay varias organizaciones terroristas actuando en casi todos los rincones del mundo no musulmán.

MEMORIA DEL MAL

La encarnación del mal del siglo XX fue Adolfo Hitler. Sin embargo, ese rostro de la maldad, al igual que muchos otros, no habría conseguido destacarse sin una estructura que ejecutara los horrores con notable eficiencia.

Poner fin a las ambiciones del führer dejó más de 35 millones de muertos sólo en Europa, de ellos al menos 25 millones en la Unión Soviética.

La violencia como medio para imponer el bien, refiere Todorov, existe desde tiempos inmemoriales. Algo que no acostumbra hacerse, en cambio, es darse a la tarea de comprender el mal, no con el fin de justificarlo sino con la mira puesta en adoptar medios que impidan su vuelta. Los ejercicios que propone incluyen evocar el hecho de que 'los míos' pudieron ser el agente del mal o el destinatario pasivo de la hazaña heroica de los demás y ver a los demás como víctimas o bienhechores. Con ellos se puede reconocer, al final, que tanto los verdugos como las víctimas pertenecen a la misma humanidad.

La opción que suele imponerse, sin embargo, es la de juzgar, tarea que implica abrir una brecha entre el que juzga y juzgado.

¿Qué debe comprenderse, se pregunta el historiador francés, en una aparición del mal tan extrema como la del siglo XX? Los proceso -políticos, sociales, psíquicos- que conducen a ella.

Es cosa sabida que la historia la escriben los vencedores. En el siglo XX, sin embargo, y en esto el autor de Nosotros y los otros ve un avance, se pide que junto a la historia de los ganadores figure también la de los derrotados.

Para ilustrar el caso, el también crítico literario y filósofo recupera lo que representan las bombas atómicas en Japón y Estados Unidos.

La crónica americana destaca el papel de las bombas como el “golpe final dado a un enemigo agresivo, fanático y salvaje, es un relato de triunfo. La crónica japonesa, las percibe como el “símbolo de una especie particular de sufrimiento bastante parecido al holocausto para los judíos”, la memoria de la víctima.

Cerca de la conclusión de ese apartado el autor de Frente al límite recupera una idea del historiador estadounidense John Dower para quien los ganadores de la Segunda Guerra Mundial “se convirtieron en héroes con la sangre de mujeres y niños en sus manos y, desde este punto de vista, en protagonistas de un relato trágico más que de un relato triunfalista”.

La tragedia, sentencia Todorov, reside en la imposibilidad del bien: sea cual sea el final elegido, engendra lágrimas y muerte.

SIN REFLECTORES

En su conferencia “Las guerras del siglo XXI” (2004), el escritor peruano, Mario Vargas Llosa, lamentaba que mientras el conflicto de Irak excitaba tanto a la comunidad internacional, la disputa en Chechenia era simplemente olvidada.

En ese país integrante de la Federación Rusa, estaba en marcha, según el autor de La guerra del fin del mundo, un genocidio. El movimiento independentista checheno, que en algún momento había sido laico y pregonaba una cierta convicción democrática, se había radicalizado hacia formas islamistas bastante fundamentalistas.

“Siento una inmensa solidaridad por ese pueblo diezmado por una política monstruosamente represiva y terrorista que nadie condena”, dijo Vargas Llosa.

El conflicto tuvo dos etapas especialmente cruentas, 1994-1996 y 1999-2001, con enfrentamientos entre militares rusos y rebeldes separatistas chechehos. En 2001 la Rusia de Vladímir Putin dio por concluida la guerra aunque sin acuerdo con el vencido ni victoria definitiva. Moscú instaló en Chechenia un régimen enfocado a una operación antiterrorista, que duró hasta 2009.

Solamente hay estimados de las víctimas mortales que dejó la guerra en esa república del Cáucaso: en su primera etapa, entre 50 mil y 100 mil civiles, 14 mil soldados rusos y unos tres mil guerrilleros; de 1999 en adelante, el mínimo de víctimas mortales que se maneja es de 18 mil 150 y el máximo asciende a 90 mil defunciones.

No se tienen datos sobre los desplazados al interior del país, pero sí el de 75 mil 033 que se refugiaron en otros territorios.

Siguiendo el ejemplo checheno, mientras los reflectores se ocupan en la situación de Oriente Próximo, hay conflictos en curso que no reciben tanta atención.

En territorio africano, hay uno en Sudán, en la región de Darfur, con un intento de 'limpieza étnica' de por medio, que ha generado entre 197 mil y 300 mil víctimas mortales desde 2003, además de al menos un millón 900 mil desplazados internos y la huida al exterior de 665 mil 954 personas.

En Nigeria, el surgimiento, en 2013, de un grupo armado antigobierno si bien no se destaca por la cantidad de muertes causadas -tres mil en ese año-, sí ha provocado una fuerte movilización, más de un millón 538 mil personas desplazadas a zonas seguras del país y más de 99 mil refugiados.

Además, según la Escola de Cultura de Pau, 2016 comenzó con nueve países cuyos conflictos se han deteriorado, por ejemplo: en Pakistán, varios atentados afectan el país y milicias talibán amenazan con más ataques en centros educativos, mientras que en Turquía, el gobierno destaca toda opción de diálogo con el grupo armado kurdo PKK, cuyas milicias llaman a un levantamiento en más ciudades en tanto continúa una guerra urbana con grave impacto en la población civil.

PAZ

El español Vicenç Fisas, director de la ECP, es un convencido de que la paz es posible. Siempre que se presenta la oportunidad, ya sea en intervenciones en foros, entrevistas con medios de comunicación o publicaciones de la escuela de paz, destaca que en los últimos 30 años, el 82 por ciento de los conflictos que han concluido, lo han hecho en una mesa de negociación. El otro 18 por ciento ha terminado con una victoria de las armas.

La negociación, señala el autor de un Manual de procesos de paz, se impone como el método más habitual para terminar con un conflicto.

Una guerra, dijo en ocasión de una entrevista sobre el diálogo iniciado entre el gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, nunca es inevitable y definió a los conflictos armados como un fracaso de la política y un insulto a la condición humana.

La construcción de un estado de paz, comentó en el Primer Foro Colombiano en Construcción de Paz, “es una tarea permanente no es una tarea que debamos impulsar cuando se abre una negociación, es para todo instante”.

Sobre la solución negociada sostiene que, para ser exitosa, se necesita un profundo conocimiento del problema, de sus causas y averiguar el por qué la gente se comporta de un modo particular. Se deben investigar sus símbolos, sus referentes, aspectos ocultos, se debe saber si una parte en conflicto está pidiendo una cosa cuando en realidad busca algo más interno. Y todas esas piezas se tienen que ir encajando.

Investigar, conocer y comprender, tal es la fórmula que un búlgaro nacionalizado francés y un español proponen para extinguir el mal en nuestros tiempos. Sin embargo, los gobiernos suelen estar más orientados hacia la acción que hacia la reflexión, en varios casos porque su supervivencia, no sólo política, está en juego.

No obstante, la fórmula de Todorov y Fisas para aplacar al camaleón pensante en algo se parece a una lección que muchos niños de no hace muchos ayeres aprendieron y olvidaron, porque en esos años uno está más inclinado hacia las maromas que al análisis.

En algún punto intermedio de la calle se pintaba un círculo que se dividía en varias naciones, en el centro se dibujaba otra circunferencia y dentro de ella se escribía paz. Los niños corrían y uno de ellos solucionaba el conflicto con aquel que le había declarado la guerra calculando cuántos pasos cortos, medianos y largos, debían darse, sin tomar piedras o fusiles en el camino, para llegar hasta él.

Correo-e: bernantez@hotmail.com

Leer más de Siglo Nuevo

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Siglo Nuevo

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Foto: Alexander Ermochenko /Anadolu Agency /Getty Images

Clasificados

ID: 1208689

elsiglo.mx