Qué torpeza cometió el señor Leobardo Hernández, auxiliar de Programas Sociales en Piedras Negras, al tratar de aleccionar al público presente en un acto el pasado martes en aquella ciudad fronteriza, previo a la entrega de las ayudas económicas denominado Prospera, secuencia del programa anterior llamado Oportunidades.
El año pasado se dio un diferendo entre el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) y autoridades del gobierno de Coahuila, ya que el primero había reportado un incremento en la pobreza extrema del estado que ascendió según sus cifras, de 81,900 a 92,000 coahuilenses en situación de pobreza extrema.
Cuando Coneval dio a conocer esta información, Rodrigo Fuentes, secretario de Desarrollo Social estatal, informó en su comparecencia ante el Congreso local que las cifras del Coneval se debían a la aplicación de una mala metodología en el levantamiento de la encuesta de campo para hacer la medición pertinente y que por lo tanto, Coneval tenía un resultado erróneo en su medición.
Descalificarse entre organismos gubernamentales es una fácil estrategia para confundir a la opinión pública y ésta es más fácil cuando se cuenta con la manera de influir en la comunicación masiva para ir al menos desdibujando una información que surge de una fuente federal.
El aleccionamiento que transmitió el señor Hernández es muestra clara que las autoridades locales no quieren ser señaladas desde la administración federal central como un estado donde eventualmente la pobreza extrema ha crecido. Pedirles y tratar de inducirles a las señoras de condición económica precaria, que no se vayan a equivocar cuando los encuestadores designados por el Coneval les pregunten si padecen hambre. Hernández fue muy claro al indicarles que dijeran que no, que no padecen carencia alimentaria.
Además del aleccionamiento hecho en Piedras Negras, también hay indicios de que la misma estrategia fue aplicada en Torreón. Hace días en el Bosque Venustiano Carranza fueron concentradas señoras de las colonias Nueva Aurora, Antigua Aceitera y del Centro de la ciudad, para conminarlas a responder en el mismo sentido, en aras de evitar que la nueva encuesta del Coneval y del propio Inegi vayan a reportar que el hambre crece en Coahuila.
La última información disponible es que esta nueva encuesta que iba a levantar en Coneval para darle seguimiento al número de personas en pobreza extrema, fue suspendida por las condiciones climatológicas que ayer azotaron el estado y gran parte del país.
Ante esta situación, el gobernador de Coahuila, Humberto Moreira Valdez, fue cuestionado al respecto cuando se apersonó el día de ayer en esta ciudad a inaugurar el Encuentro Nacional Agropecuario (Engalec) celebrado en el Tecnológico de Monterrey, Campus Laguna, respondiendo lisa y llanamente que no había leído el periódico y no sabía de qué se le estaba preguntando.
Extraña respuesta de la primera autoridad en el estado, máxime cuando apenas días antes se le había pedido su opinión cobre las cifras acerca de la seguridad pública que había presentado el Consejo Cívico de las Instituciones Laguna, a quienes dijo no conocer (eso sí, aclaró que con todo respeto) no obstante a este organismo da la gracias públicamente tanto a la fiscal de Durango, como al procurador del Justicia de Coahuila, por su disposición para poder recabar las estadísticas que presentan.
A final de cuentas, qué extraño que las baterías del gobierno coahuilense, quizá en sus niveles más bajos, tratar de manipular las cifras acerca de la pobreza extrema, cuando si bien es una situación dramática para quienes la padecen, el problema no es de las proporciones que existen en otras latitudes en el país.
En Coahuila hay problemas de otra índole: la inseguridad, la falta de oportunidades y la impunidad. En cuanto al primero nadie puede negar el esfuerzo del Rubén Moreira por combatir a los delincuentes y al crimen. Evidentemente hoy el estado es más seguro, aunque la tarea lejos está de haber sido terminada.
En lo que respecta a la falta de oportunidades para todos es un problema nacional de todo el país, aunque los gobiernos locales mucho influyen para que esta condición cambie, en el caso coahuilense los esfuerzos han sido inequitativos mucho antes que Rubén ascendiera al poder, y por supuesto que el tiempo de su administración no será suficiente para revertirlo.
Pero la corrupción descarada que reinó en el sexenio anterior y que condenó a los coahuilenses, a dos generaciones, a pagar una deuda injustificada aún es un lastre y un pendiente que el señor gobernador nunca ha querido que se aclare, y eso le atañe responsabilidad a él, aunque se quiera evadir.
Así entonces, la pobreza extrema claro que es una problema y merece atención urgente, pero aceptando las cifras del Coneval en Coahuila la pobreza extrema está entre el 3 y el 4 % de la población, lejos del indicador nacional que supera el 9 %.
Hay que atender ya a los que padecen hambre, pero no es fácilmente entendible que el gobernador se moleste y que evada el tema, cuando en realidad las cifras en este rubro lo respaldan, sin dejar de darle la importancia debida.