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Hay una generación de niñas mamás: Ssa

EN PROMEDIO ESTáN INICIANDO SU VIDA SEXUAL A PARTIR DE LOS 14 Y 15 AñOS DE EDAD

Futuro. Con siete meses de embarazo, Joanna dice que quiere continuar sus estudios y ser enfermera militar para poder darle una mejor calidad de vida a su hijo. Señala que su mamá la va a apoyar y le cuidará al bebé.

Futuro. Con siete meses de embarazo, Joanna dice que quiere continuar sus estudios y ser enfermera militar para poder darle una mejor calidad de vida a su hijo. Señala que su mamá la va a apoyar y le cuidará al bebé.

AGENCIAS

En México hay una generación de niñas que son mamás, lo cual es preocupante y debe revertirse, dijo Ricardo García Cavazos, director general del Centro Nacional de Equidad de Género y Salud Reproductiva.

El funcionario de la Secretaría de Salud dijo que si bien han comenzado a disminuir las tasas de casos de niñas embarazadas en nuestro país todavía hay una cifra importante que se tiene que abatir. Tan sólo en 2014 6 mil 385 niñas de entre 10 y 14 años de edad estaban embarazadas.

Recordó que en 2012, esa cifra era de 9 mil 583 niñas de 10 a 14 años de edad embarazadas en el país.

"En México estamos viviendo una generación de niñas que son mamás, y nosotros nos damos cuenta de eso cuando en los hospitales tenemos embarazadas de 16 años de edad, pero cursan por el segundo o tercer embarazo. Esto ha roto con los elementos de control, de esa parte de buscar más desarrollo a futuro de las adolescentes", expuso.

Para el especialista, alrededor de este problema social hay muchos factores, entre ellos la pobreza, la violencia y la falta de acceso a la educación, entre otros.

En muchos casos estas niñas son parte de un "espejo social" que se relaciona con sus madres, quienes también se embarazaron muy jóvenes.

Cavazos señaló que las anteriores administraciones federales (pertenecientes al PAN) fueron débiles en la implementación de políticas relacionadas con el uso de los métodos anticonceptivos y planificación familiar, en particular en adolescentes.

En entrevista, Ricardo García Cavazos consideró que para abatir ese problema se requiere trabajar la línea familiar para fortalecer los elementos de valores.

Mencionó que dentro de los trabajos que se realizan en ese Centro Nacional se trata de ubicar entre los embarazos de los adolescentes cuántos son deseados y planeados y cuántos no lo son, para poder incidir en políticas sociales para ese grupo cuyo problema ha permeado en todos los estratos sociales.

Habrá adolescentes cuyo fin sea eso: casarse, embarazarse, ser esposa y madre muy joven, pero habrá otros casos de niñas que fueron forzadas, violadas o que incluso tuvieron el consentimiento familiar para embarazarse, comenta.

¿Qué acciones realizan dentro de la Estrategia Nacional para la Prevención del Embarazo Adolescente?, se le cuestionó.

Respondió que en 2014 se hizo la primera compra consolidada de anticonceptivos, misma que se volvió a realizar en 2015, lo que ha permitido que los adolescentes tengan acceso directo a anticonceptivos de los más modernos en las clínicas y unidades de medicina familiar. Ahí se puede brindar asesoría y dar algún método anticonceptivo de los 12 con los que se cuenta en el sector salud.

Añadió que de las 14 mil clínicas que hay mil 340 cuentan con servicios amigables que invitan al adolescente a asesorías y no sólo de información de anticonceptivos, sino también de enfermedades de transmisión sexual. En promedio están iniciando su vida sexual a partir de los 14 y 15 años de edad, dijo.

UN DURO ESTIGMA A VENCER

Desde niña María Guadalupe González trabaja en la siembra de sorgo y soya, es originaria de la Huasteca potosina, viene de una familia de campesinos indígenas, su padre es guachichil y su madre otomí; es la menor y la única mujer de ocho hermanos, por lo que dice que la vida aquí es más difícil para las mujeres porque les toca "parir, trabajar y educar a los hijos".

La nostalgia la invade al recordar a la menor de sus cuatro hijos, a la que siendo aún bebé la amamantaba y envolvía en su rebozo para cargarla sobre su espalda para ir a trabajar en su parcela. "A mí me gusta trabajar el campo, soy ejidataria, trabajo con mi tractor en mi parcela", afirma con una sonrisa constante en el rostro.

Con orgullo cuenta que sola logró sacar adelante a sus hijos. Todos estudiaron una licenciatura. Se divorció cuando su hija tenía cuatro años y trabaja desde el amanecer hasta que la noche cae. Siempre ha tenido el apoyo de sus hermanos, pero cuenta que en su comunidad no es bien visto que una mujer ande sola.

"Hay comunidades donde no hay agua, no hay leña, no hay luz. Nosotras tenemos que hacer todo ese trabajo; los hombres salen a trabajar, pero nosotras nos quedamos al cuidado de los hijos. Somos marginadas porque el patriarcado está muy arraigado, sobre todo en las zonas rurales, donde se les da preferencia a los hombres para el estudio, para tener mejor trabajo. A nosotras nos toca parir, trabajar y educar", afirma.

Ante las dificultades que viven las mujeres en el campo, y que ella misma ha padecido, inició una organización para conseguir mejores condiciones, y sobre todo que las mujeres pudieran estudiar. Confiesa que al principio fue complicado que ellas accedieran a participar porque sus esposos no las dejaban salir de casa a las plazas públicas donde hacían sus eventos.

Datos Inegi de 2014 reportan que de los 27.8 millones de personas que vivían en las zonas rurales 14.1 millones eran mujeres. Desde hace más de 26 años Lupita forma parte de la Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos (CIOAC) en San Luis Potosí y reconoce que cuando recién ingresó a la agrupación batalló mucho para integrarse con los compañeros, porque "no le hacían caso".

"No nos dan espacio en muchos ámbitos, hay que reconocerlo, pero tenemos que pelearlos. Con los hombres ha sido difícil que nos puedan apoyar y menos que nosotras podamos ir a ordenarles algo porque no lo hacen. Ese proceso sí ha sido difícil hasta ahorita", dice.

Lupita considera que la participación de las mujeres en el campo es mayor que hace 26 años, aunque el proceso ha sido duro porque no a todas les dan "permiso sus maridos" y no tienen dinero para desplazarse.

Cuenta que cada vez hay más mujeres que se organizan para tener mayor participación en campo, capacitarse para ser más productivas y ser independientes.

"Ha sido difícil la participación de las mujeres, sí, y lo va a seguir siendo, tenemos que luchar contra eso. Hay maridos que no lo permiten, tenemos que hacernos de tiempo para todo", asegura.

Al igual que Lupita, Manuela Pérez, campesina de Jitotol, Chiapas, comenta que el principal obstáculo de las mujeres en el campo es que muchas de ellas no son propietarias de las tierras, y cuando los maridos migran hacia Estados Unidos se quedan solas a trabajar las tierras, lo que dificulta su acceso a los apoyos.

"El no tener acceso a los programas del gobierno por no tener la tierra a su nombre si la trabajan dificulta todo. Somos mujeres que luchamos, que cultivamos, pero no tenemos un documento que nos avale como propietarias, esa es una gran desventaja para todas las mujeres indígenas rurales. Somos nosotras las que estamos al frente de nuestras familias, las que llevamos el sustento", afirma.

Manuela es madre soltera, tiene tres hijos varones, a quienes los educó sin esas "malas costumbres de que el varón manda y la mujer obedece", dice.

Como Lupita, Manuela también forma parte de las mujeres que se han organizado en el campo y que tuvo que luchar contra las críticas y prejuicios. "'¿A qué vas?, ¿qué logras? Nomás estás de mitotera', son las cosas que les dicen los esposos a muchas", comenta.

Recuerda que fueron cuatro las que comenzaron a organizar a otras mujeres en su comunidad, y una de ellas perdió la vida a manos de su marido, víctima de violencia intrafamiliar.

Ese hecho les provocó mucho miedo, pero al mismo tiempo las motivó a luchar por sus derechos. Manuela es hija de indígenas tzotziles, quienes le enseñaron a sembrar maíz, frijol y arroz, y con eso sacó a sus hijos adelante. Actualmente da asesorías a mujeres indígenas para el desarrollo de proyectos productivos o de huertos familiares.

9,583

NIÑAS

Embarazadas, de entre 10 y 14 años, fueron registradas en 2012

Pide Senado fortalecer educación sexual

La presidenta de la comisión de Gobernación del Senado, Cristina Díaz (PRI), afirmó que es urgente fortalecer las acciones en materia de educación sexual entre adolescentes porque México ocupa el primer lugar de embarazos de jóvenes -400 mil al año- entre los países integrantes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

La senadora por Nuevo León presentó un proyecto de decreto para declarar abril como el mes para la prevención del embarazo de adolescentes.

La legisladora priista destacó que mientras la tasa media de natalidad mundial entre las adolescentes de 15 a 19 años es de 49 por 1000, en México es de 1 a 299 nacimientos por 1000 mujeres jóvenes, según las Estadísticas Sanitarias Mundiales 2014.

Cristina Díaz consideró que el embarazo en la adolescencia es un grave problema de salud pública y es uno de los principales factores que contribuyen a la mortalidad materna e infantil y al círculo de enfermedad y pobreza.

"Un problema tan complejo como el embarazo adolescente requiere de acciones rutinarias, pero también de actividades intensivas", dijo.

Explicó que según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) las complicaciones durante el embarazo y el parto son la segunda causa de muerte entre mujeres de 15 a 19 años en todo el mundo.

Además cada año se practican unos tres millones de abortos peligrosos entre mujeres de 15 a 19 años, lo que contribuye a la mortalidad materna y a problemas de salud prolongados.

'Conozco de anticonceptivos, pero me ganó la emoción'

"Quedar embarazada es lo más bonito que le puede pasar a una mujer… no a una niña", se escucha en los comerciales del Consejo Nacional de Población (Conapo).

Joanna, con siete meses de embarazo y apenas 13 años de edad, reconoce que los ha escuchado y que sabe de anticonceptivos como las pastillas, el condón y las inyecciones.

Acompañada por su mamá al Instituto Nacional de Perinatología (Inper) para ser atendida en ese lugar por el riesgo que representa ser madre a edad temprana, reconoce que su primera relación sexual fue a los 12 años y asegura que ella quería embarazarse así, chiquita.

"Me enteré que estaba embarazada por una infección que tuve en las vías urinarias, me hicieron un ultrasonido y ahí supe. Sentí una emoción grande al saber que iba a ser mamá, porque no cualquier mujer puede tener un hijo. Conozco de anticonceptivos, pero me ganó más la emoción", cuenta la niña, quien le pondrá a su hijo el nombre de Óscar, como se llama su padre, que apenas tiene 19 años.

Joanna no rebasa el metro con 50 centímetros de estatura y lleva en su vientre a un bebé deseado, asegura ella, incluso planeado con su novio. "Él me ha dicho que se va a hacer responsable, me dijo que tuviéramos un hijo, que él se haría cargo, no todos son los que dicen eso, porque aunque lo mencionen luego no quieren hacerse responsables porque estamos chicas", comentó.

A las citas médicas acude con su mamá, quien la ha apoyado en todo y considera que es mejor que pegarle o castigarla. A pesar de que Joanna dice con toda seguridad que ella deseaba el bebé a esta edad, en la que podría estar jugando con muñecas, añora estudiar su segundo año de secundaria.

"Quiero seguir estudiando para darle algo mejor a mi hijo y que no le falte nada. Mi mamá me va a ayudar y cuidará al bebé para lograrlo. Quiero ser enfermera militar, porque además de que voy a ganar más, no voy a pagar doctor para ver a mi hijo", dice la niña que vive en Naucalpan, Estado de México.

En su Facebook, Joanna ha puesto fotos de su embarazo, varios le comentan que hizo mal en embarazarse tan joven, pero ella les argumenta que no es ningún error, porque lo deseaba al igual que Óscar, con quien no tiene planeado casarse. La niña está preocupada por los riesgos que implica tener un hijo a temprana edad, pero insiste que deseaba tener un bebé.

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