— Juan Pablo II
“Gracias a ustedes hemos alcanzado un hito. Por primera vez en la historia de nuestra nación una mujer será la candidata de un partido importante”, dijo Hillary Clinton en Brooklyn tras conseguir cómodas victorias en California, Nueva Jersey, Dakota del Sur y Nuevo México. Fue una gesta -o hito como lo califica la propia Clinton- que tardó casi cien años a partir de que las mujeres obtuvieran el legítimo derecho al sufragio, y más de dos siglos desde el nacimiento de Estados Unidos como país.
El 26 de agosto de 1920, la Décimo Novena Enmienda a la Constitución de Estados Unidos se convierte en ley, dándole a las mujeres la posibilidad de votar. Casi un siglo de aquello.
Hubo en el discurso victorioso de Clinton, palabras de apoyo, agradecimiento y remembranza para distintas generaciones de hombres y mujeres que quizá sin imaginarlo, hicieron posible el que hoy sea la virtual candidata y, esperemos, la primera presidenta de la nación más poderosa del orbe. “Debemos mucho a los que vinieron antes. La victoria pertenece a generaciones de mujeres y de hombres que han luchado y se ha sacrificado y ha hecho posible este movimiento”, remarcó la ex primera dama y ex secretaria de Estado.
Andado el largo camino y conseguida la nominación de su partido, ahora a Hillary Clinton le toca aniquilar en las urnas al rival más fuerte en lo que será y varios adivinamos como una contienda brutal y despiadada de aquí a noviembre.
El tono de los ataques entre Clinton y Trump, anula cualquier atisbo de corrección política; se tirarán a matar, no hay para la demócrata otro camino posible frente a un individuo visceral y de mecha corta como lo es el magnate inmobiliario. Ante tal escenario, o Clinton aprende a encender multitudes y atraer a los votantes jóvenes que optaron por Sanders e históricamente desconfían de ella, o perderá la Casa Blanca. Así de sencilla es la ecuación.
“Clinton planea dejar en claro la amenaza que representa Donald Trump para la seguridad nacional y mostrar su visión para mantener a Estados Unidos seguro y encabezando el mundo”, adelantaron asesores de campaña de la candidata. “Clinton reprenderá el miedo, la intolerancia y el derrotismo fuera del lugar que Trump ha estado vendiendo a la gente”, afirman.
Sin embargo, la estrategia de Trump es congruente y está bien documentada, le ha funcionado pues rompe con todas las convenciones de la política y evita dar mayores detalles cuando emite un posicionamiento. Frases estridentes dirigidas a un sector radical, ancestralmente poco preparado y rupestre, que desconfía de los partidos tradicionales y el establishment de Washington.
“Ella merece estar en la cárcel”, considera Trump en alusión a Hillary Clinton. Mero pan y circo con él, puro atizar la llama de fenómenos que en la que presume ser la sociedad más de avanzada del mundo, se creían ya superados. Trump apela al miedo, a las emociones, a la amenaza de un sueño americano que dice está fracturado por la “invasión” extranjera y los inmigrantes. Trump pretende y busca un Estados Unidos aislado del mundo.
Trump señala culpables, califica desde lo negro y lo blanco, divide, polariza, enciende, divierte, enoja, identifica cuáles son los botones en el psique colectivo y los oprime, saca de quicio, seduce, dice verdades a medias, miente al plantear imposibles, promete a diestra y siniestra. Todo un show que peligrosamente le está funcionando.
“Está claro que Donald Trump no cree que unidos somos más fuertes. Quiere ganar atizando miedo y restregando sal en las heridas”, remató Hillary candidata en su discurso. Hillary Clinton, guste o no, es una de las políticas más preparadas e inteligentes de la historia moderna. Ha sorteado durante su permanencia de más de cuarenta años en la escena pública, un sin fin de batallas y una enorme lista de enemigos.
Hoy, Hillary candidata, librará la más sangrienta de todas sus guerras. Con Trump es matar o morir. No hay medias tintas…
Nos leemos en Twitter y nos vemos por Periscope, sin lugar a dudas: @patoloquasto
