Agustín Marchesín tiene dos personalidades a la vez, una en el campo y otra fuera de él, ambas con una contrariedad muy notoria. Pareciera que son dos personas en el mismo cuerpo teniendo poco control en las emociones que el arquero evidencia cuando sale a la cancha con su par de guantes y con el número uno en el dorsal.
El argentino resalta y no sólo por su talento. No niega ninguna foto y no es grosero con la afición, al contrario, se convierte en el estandarte que todo seguidor de Santos Laguna quisiera tener en el once inicial.
En el campo, Marchesín se para con autoridad detrás de Carlos Izquierdoz y Néstor Araujo evitando cualquier caída que los centrales pudieran tener, como un ángel y un caballero del futbol a la vez, algo extraordinario a la hora de volar para mantener el arco en cero.
Son tan sublimes sus acciones como las novelas que lo persiguen. Cada vez que Marchesín se le rinde a la afición, surgen las dudas de su partida a otro equipo, es un misterio latente, lo peor que le pueden hacer en la actualidad al seguidor santista.
Se muestran más en las primeras planas los supuestos intereses de Marchesín en jugar para otros equipos que su accionar en el Santos Laguna, y vaya que lo hace de gran forma evitando derrotas por un mal planteamiento.
Ese es el Marchesín de este 2016: perseguido, señalado y evidenciado. El jugador más valioso de Santos Laguna necesita ayuda, un poco de comprensión; sus declaraciones son malinterpretadas cada vez que el arquero toma el micrófono.
Es toda una misión para Marchesín salir a la sala de prensa del Estadio Corona y recibir preguntas de los supuestos acercamientos de otros equipos por sus servicios. Seguramente su mente está en automático para contestar siempre lo mismo: "Estoy muy agradecido con Santos, me quiero quedar más tiempo".
Pasó la jornada uno y se habló más de Marchesín y su supuesta salida a Boca Juniors que de las grandes atajadas que le realizó a Ismael Sosa y compañía; algo inverosímil.
Agustín vive en el augurio, ahí donde los grandes futbolistas llegan cuando su nivel es óptimo y envidiable. La gente se le rinde y los medios siempre quieren una declaración del héroe del partido, de ése que se estiró lo más que pudo para sacar un gol que estaba cantado.
También le tocó la desgracia de vivir en una época donde todo puede hacerse viral y tener alcances inexplicables con las redes sociales. Pareciera que su cuenta de Instagram es más poderosa que la misma televisión, sólo comentó que sus días estaban contados y empezó la tortura emocional para los fanáticos albiverdes.
El lagunero ya se acostumbró a sufrir por las salidas de los jugadores y no por celebrar la fiesta del futbol cada 15 días cuando Santos Laguna hace rodar la bola.
Huggocarrillo94@gmail.com
