Luis Zubeldía al llegar a La Laguna parecía ser un entrenador seguro, capaz y con ideas frescas por su edad y estilo; era una esperanza latente después del rotundo fracaso de Pako Ayestarán y la salida de Pedro Caixinha.
La gente esperaba un hombre que pudiera llenar ese hueco, un técnico con personalidad que conectara con su joven plantel de una manera eficaz y exitosa para cosechar victorias, y por supuesto, campeonatos.
Zubeldía sólo fue un espejismo, esa personalidad que mostró en Ecuador cuando dirigía a la Liga de Quito se esfumó, dejando hambrientos de pasión a los aficionados que lo ven cada quince días en su área técnica moviéndose de un lado a otro pero sin sorprender con alguna variante o estrategia.
Incluso, sus declaraciones han sido contradictorias, poco claras y a veces un poco cínicas. Pide calma, cuando él mismo no tiene la certeza de lo que pasa en su equipo; eso lo demuestra cada vez que evade una pregunta con un contundente "no sé".
Es una realidad adversa, donde Zubeldía sólo se agarraba la cara y vio cómo un Monarcas Morelia le metía goles de una manera soberbia en su propia casa. Los movimientos que mandaba al campo fueron poco efectivos y no fueron la diferencia para remontar el marcador.
Observó cómo la ofensiva purépecha evidenciaba a sus laterales y partes del medio campo. Como un último recurso, Zubeldía se encomendaba a las atajadas de un Agustín Marchesín que vive en la novela con Boca Juniors y su salida incierta; son cosas que un técnico tiene que prever.
Dejaron ir a Adrián Aldrete y no trajeron más laterales sabiendo que Javier Abella (el cual también falló mucho en el torneo pasado) es llamado constantemente a los combinados nacionales inferiores. ¿Qué pasará en este equipo?
Se reforzaron tal vez de la manera menos idónea, algo que es raro en Santos. Dejaron ir a varios elementos y su columna vertebral se destantea.
Ya ni siquiera culpar al silbante se puede, fue el mismo Santos el que cedió la bola y se vio inoperante.
Un Zubeldía que dirija, arme y motive
Zubeldía en Ecuador tuvo pasos de indisciplina por su actitud pasional, como si estuviera en el campo luchando contra viento y marea para derrotar al rival. Algo lógico de un exfutbolista que tuvo que dejar el balompié a temprana edad y convertirse en entrenador.
Se le felicita al argentino por mantener esa calma, pero tampoco es aceptable que se relaje, que no se vea la parte motivacional en un equipo relativamente joven con pocos líderes.
Eso también es trabajo del técnico: dirigir, armar y motivar. Es algo parecido a un portero con suerte o a un delantero con tino, sólo que al mando de once hombres corriendo en una cancha de futbol.
Santos Laguna y su afición piden esa pasión y garra, un equipo ganador que se presente los domingos en el arduo calor lagunero para dar cátedra de futbol y demostrar que en la región siempre se le saca agua al desierto.
Huggocarrillo94@gmail.com