Gael Sandoval sonríe y le dan la oportunidad de jugar en el equipo que vio desde las inferiores su potencial y talento. El joven tapatío reta a la historia de Santos Laguna haciéndole frente a un fenómeno que afecta a los canteranos del equipo lagunero.
Sandoval sintió las mieles de la Roma en Italia, y luego se fue hasta Ciudad Juárez afrontando contrastantes situaciones sin saber qué le depararía en el futuro. No quería quedarse en el intento de superarse y lograr el objetivo de jugar en la Primera División después de una destacada participación en las categorías inferiores.
Sandoval y Ulises Rivas son los únicos sobrevivientes de aquel primer equipo campeón Sub-20 de Santos Laguna. Los que pudieron navegar contra corriente para participar en un equipo donde los canteranos son los que menos figuran.
Incluso, los ídolos santistas de los últimos años provienen de otros conjuntos. Ni Oribe Peralta que es nacido en la Comarca Lagunera, tiene el sello santista del todo; no jugó con las inferiores de Santos Laguna.
Juan Pablo Rodríguez, Jared Borgetti y Oswaldo Sánchez se consagraron en Santos cuando ya habían debutado y hecho una carrera en México como futbolistas. Son los que se ganaron el corazón de la gente a base de grandes actuaciones y títulos, pero los de Fuerzas Básicas se quedan cortos en tener esa conexión con la gente.
Uno de los casos más recientes, es el de Alonso Escoboza y Sergio Ceballos. Ambos se quedaron sólo en promesas que no fueron fundamentales cuando tuvieron su oportunidad en Santos. La realidad para los jóvenes es adversa y poco fructífera.
Se le prefiere dar minutos a un Mauricio Cuero que se vio en mala forma, donde Marchesín como delantero parecía correr y entregarse más que el propio delantero. Ronaldo Cisneros sólo veía el partido desde el banquillo esperanzado de una oportunidad para darle goles al equipo de su tierra.
Se esfuma y parece irreal, jugar en Santos es cada vez más difícil para el futbolista canterano aunque tenga destacadas actuaciones.
Las Fuerzas Básicas cumplen de manera extraordinaria y la recompensa de sus jugadores es quedarse en la espera, con la incertidumbre de no quedarse en el equipo que moldeó desde pequeño.
Por lo pronto, Gael Sandoval tiene la batuta para romper esa racha de malos tragos con los futbolistas hechos en casa. Sus gambetas y entrega en el campo han llamado la atención de Luis Zubeldía y de algunos aficionados.
Está en el momento perfecto para hacerle ese frente a la historia y contradecir lo que por años ha sido un problema con los jóvenes que sueñan pisar la cancha del Estadio Corona vistiendo los colores albiverdes mientras las multitudes laguneras gritan su nombre.
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