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Idiotas

Con/sinsentido

MIGUEL FRANCISCO CRESPO ALVARADO

En su sentido original, la palabra griega "idiota" refería a quienes no se preocupan de lo público y que sólo se ocupan de sus propios asuntos. Para nosotros, "idiota" es uno de los muchos insultos que podemos proferir. Sin embargo, a juzgar por nuestro comportamiento deberíamos reconocer nuestra creciente idiotez.

Cada vez estamos más ocupados de nuestros propios asuntos; es decir, en las redes sociales aparentamos que nos preocupa mucho la política, pero fuera de la realidad virtual hacemos demasiado poco por cambiar lo que tanto nos molesta. Más allá de acudir a las urnas, la participación ciudadana de los mexicanos es paupérrima.

No se trata de una situación necesariamente culposa. Hemos sido educados para no prestar atención a los asuntos públicos; al sistema, así le conviene. Y, sin embargo, no debería servirnos de excusa. La consciencia que algunos manifiestan sobre nuestra inducida idiotez debería movernos a actuar para terminar con esa condición colectiva.

De manera lastimosa muchos de los que tienen una educación que les permite preocuparse por los asuntos públicos, en vez de ayudar a otros a adquirir las capacidades necesarias para participar, los quieren adoctrinar. Parten del principio de que la única verdad es la suya y que la única forma válida de actuar, es la que ellos practican. El resultado es que los terminan desalentando.

La democracia es un sistema realmente difícil de practicar. No es de extrañar el desencanto que, de acuerdo al Latinobarómetro 2016, se experimenta por la democracia: sólo 48 por ciento de los encuestados apoyan el sistema. Culpar a los gobiernos del resultado es ingenuo. Sin duda, influyen, pero no son culpables de todo.

No son pocas las personas de las clases sociales menos favorecidas, que se sienten simplemente excluidas, por los "educados". Sus motivaciones y necesidades suelen ser consideradas como "poco importantes". Se reconoce lo difícil de sus condiciones; pero, éstas se olvidan a la hora de emitir un juicio sobre sus acciones.

A veces, los que hemos tenido la oportunidad de estudiar, terminamos siendo los más idiotas, porque no alcanzamos a reconocer que las circunstancias desfavorables de los demás, sobre todo las educativas, son asunto público de primordial relevancia, al que deberíamos atender con urgencia.

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