El imperio es un estado conformado por un grupo de pueblos conquistados, en un ambiente multicultural, multilingüe y multirreligioso, gobernados por un grupo elite, encabezados por el líder -emperador, rey o presidente- quienes definen su futuro.
El imperio tiene rasgos positivos y negativos, dejándonos caminar hacia la superación en civilidad, ciencia y técnica, aunque se observe deterioro humanista, consecuentemente de valores.
El imperio se muestra positivo cuando lleva a los conquistados bienestar; Ciro el Grande -600 a 530 a.C.- pensaba que gracias a Persia, la calidad de vida de los conquistados había mejorado; los Césares, aseguraban que con la "Pax Romana" habían generado orden y justicia; ingleses y franceses creen que con su dominio de África y parte de Asia, los pobladores adquirieron usos y costumbres civilizados y los españoles se vanagloriaban de haber llevado el mensaje cristiano a sus conquistados.
Es evidente que el último de los imperios, el occidental -EUA y socios- sentando bases con mercadotecnia y publicidad, logró que el resto del mundo -incluidos sus propios ciudadanos- piensen que es por nuestro bien autoproclamarse "policías del mundo", para traernos la democracia y los derechos humanos -nunca mencionan las obligaciones- a los sometidos. Recuerde que el ciudadano norteamericano común no conoce ni cree que haya algo mejor en el planeta a lo que ellos tienen y consumen.
A través de los imperios, la humanidad ha podido avanzar en cuestiones de civilidad y panculturismo; también es el mejor medio para controlar y recibir los frutos materiales y acapara los apoyos para la investigación científica, el arte y la reflexión humanista -esto último en menor escala-. EUA no hubiera podido pagar el Programa Espacial por sí mismo, como tampoco los griegos y romanos promover la filosofía o las bases de la ciencia y el concepto de justicia social y derecho.
Desgraciadamente, en lo negativo, se perciben las diferencias entre dominados y dominantes; los primeros, soportando la carga del sometimiento -leyes generalizadas a la conveniencia del vencedor, caso de la ONU- y para los otros, el beneficio en términos de ingresos per cápita y consecuentemente la mejor calidad de civilidad y vida.
Miguel Basáñez, exembajador en Washington, como catedrático investigador de la UNAM, lo expuso brillantemente al hablar del "prójimo y no prójimo", describiendo las diferencias de trato entre ricos dominantes en el poder, incluidos familiares y amigos cercanos y los pobres, gobernados, ajenos y extraños. Para lograr el propósito de "gobierno y orden", Porfirio Díaz se rodeó de compadres y amigos. ¿Recuerda?
En imperio debe buscar cómo aplicar las mismas leyes a todos los dominados, sosteniendo el igual orden jurídico y una visión filosófica unificadora de lo que llaman "calidad de vida político-social", en nuestro caso: democracia.
Actualmente, hay mejores métodos para mantener el control, mismos que nos han aplicado desde hace más de un siglo: imponer formas de vida social, incluyendo usos, costumbres y tradiciones ajenas; hoy los nuevos mexicanos están modificando el concepto de vida familiar "norteamericanizándolo" y el liberalismo ha llegado al borde del libertinaje -particularmente en cuestiones de sexualidad-. Como ejemplos: nos han impuesto a Santa Claus por encima del Niño Dios, el Halloween suple al Día de Muertos y las expectativas de adolescentes tardíos es vivir en sus propios departamentos, lejos de la autoridad paterna.
Nos sustituyen al idioma español por el inglés, ciertamente necesario como segundo idioma, como anteriormente fue el latín o francés.
Le pido se comunique con los jóvenes y les pregunte por sus émulos a seguir: músicos, artistas o deportistas y descubrirá que en abrumadora mayoría son extranjeros.
Romper con creencias religiosas y fe es otra forma de lograr la "desidentificación nacional" y así vemos la invasión de sectas cristianas con ritos, usos y tratos americanizados, aunque debo agregar que sucede con el apoyo de muchos ministros católicos y su pérdida de vocación -ya lo advirtió Francisco I-.
Incluya la falta de fe en un ser superior, para ocupar ese lugar con "estrellas mitificadas".
Eso tiene que ver con nuestro futuro y como evidencia está el pago con sangre -literalmente- que abonamos en nuestra relación con EUA y sus adictos a las drogas; igual con la economía y productividad nacional, al aceptar el pago de costos de servicios a sus conveniencias y padecer el sometimiento del peso ante el dólar.
Debemos aceptar la intimidación y desprecio de personajes nefastos, como el riquillo Donald Trump o el Sheriff Joe Arpaio, xenofóbico, analfabeta funcional. Tampoco deje de percibir el robo de cerebros, nuestros mejores profesionales que son atraídos por las mayores oportunidades.
Esforcémonos por comunicarnos y aprender a defendernos del imperio; compartamos información real de hechos y consecuencias; enfaticemos nuestros valores nacionales, particularmente los familiares; enseñemos sobre las tradiciones mexicanas e insistamos en nuestro maravillosos modos de vivir el amor filial y romántico. ¿Acepta?
ydarwich@ual.mxs