Juicio. Los diputados tendrán tres días de debates y el domingo emitirán la decisión.
La Cámara de Diputados de Brasil abrió ayer un maratón de debates que se prolongará tres días y desembocará en la votación clave del domingo, que se decidirá si el proceso con miras a la destitución de la presidenta Dilma Rousseff avanza al Senado.
Al inicio de esta sesión, la primera de las tres en las que se decidirá la suerte de Rousseff en la Cámara baja, se pronunciaron los juristas que elaboraron el pedido de destitución, que se cimenta en unas maniobras contables supuestamente irregulares, y el abogado del Estado, José Eduardo Cardoso, que defendió a la mandataria.
El jurista Miguel Reale Júnior sostuvo que esas maniobras contables llevaron a Brasil a la "quiebra" y "destruyeron la economía del país".
El abogado del Estado reiteró el argumento de que no existe "mala fe" en esas maniobras, que según el Gobierno estaban amparadas por la legislación vigente, y alegó que el proceso está "viciado", por lo que su aprobación supondría una "innegable ruptura institucional".
Luego el turno de palabra pasó a los jefes de los 27 partidos con representación parlamentaria, cada uno con una hora de duración.
Así, se relevaron en la tribuna de oradores decenas de diputados de todo el arco parlamentario, que replicaron en sus discursos la polarización de la población brasileña a favor y en contra del proceso de destitución de Rousseff.
El líder del oficialismo en la Cámara baja, José Guimarães, afirmó estar "seguro" de la victoria de Rousseff en la votación del domingo y negó que la oposición tenga votos suficientes para llevar el proceso al Senado, para lo que necesitan dos tercios del arco parlamentario, que suponen 342 de los 513 diputados. Según recuentos realizados por los grandes diarios, la oposición ya cuenta con votos suficientes para ganar la votación, oscilando entre un mínimo de 340 y un máximo de 344 diputados.
En cambio, Guimarães aseguró que, en las últimas 48 horas, "las cosas están evolucionando" de forma favorable a Rousseff gracias a un "trabajo silencioso" realizado por los partidos que apoyan a la jefa de Estado.
Sin embargo, en la tribuna de la Cámara baja Rousseff sufrió ayer varios reveses, entre ellos la recomendación de votar en su contra formulada por el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), la mayor fuerza del legislativo y a la que pertenece el vicepresidente, Michel Temer.
El jefe del grupo del PMDB, Leonardo Picciani, uno de los pocos miembros de esa fuerza que aún se mantenían fieles a la jefa de Estado, dijo que la disciplina partidaria "se impone", por lo que recomendó votar a favor de la destitución.
La sesión de ayer viernes se prolongará previsiblemente toda la noche, hasta entrada la mañana de hoy sábado, cuando enlazará con la segunda jornada de debates, en la que podrán hablar, a título individual, todos los diputados.
Es un golpe de estado, dice Lula
El expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva aseguró ayer que la comunidad internacional "ya percibió" que el proceso que busca la destitución de la mandataria Dilma Rousseff "no pasa de un golpe".
En un video publicado en el canal de YouTube del Instituto Lula, el exjefe de Estado dijo que "no se puede jugar con la democracia" y pidió a los diputados, que ayer por la mañana iniciaron la primera de las tres sesiones en que decidirá si el trámite para un juicio contra Rousseff llega al Senado, que piensen "con mucha serenidad".
"Una cosa es diverger del Gobierno, criticar los errores y reclamar más diálogo y participación (...) Otra cosa es embarcar en aventuras, creyendo en el canto de sirena de quienes se sientan en la silla antes de hora", señaló.
El expresidente remarcó que "quien traiciona un compromiso sellado en las urnas no sustentará acuerdos hechos en las sombras", ya que, en su opinión, "nadie conseguirá gobernar un país de 200 millones de habitantes, una de las mayores economías del mundo, si no tiene la legitimidad del voto popular". "Brasil precisa paz y estabilidad para retomar el camino del desarrollo", recalcó.