El anuncio de la renuncia de Agustín Carstens como Gobernador del Banco de México llegó en el momento más inoportuno, justo cuando la incertidumbre que se cierne sobre la economía mexicana es mayor y el gobierno mexicano no acierta a implementar una estrategia que permita mitigarla, por lo cual la noticia de inmediato impactó en los mercados financieros.
Aunque hay tiempo para procesar la salida de Carstens, pues se concretará hasta julio del próximo año, hay dos aspectos que serán centrales para mitigar su impacto en la economía nacional: uno, las coincidencias y discrepancias en las posiciones de Banxico, más directamente su gobernador, y la Secretaría de Hacienda, léase José Antonio Meade; y dos, la designación de sucesor de Carstens.
La turbulencia que generó el anuncio, que se manifestó muy concretamente con la devaluación de 1.4% del peso frente al dólar, en gran parte tiene que ver con las evidentes diferencias en las perspectivas económicas de ambas instancias. Concretamente Carstens había sido muy crítico del actual déficit fiscal, pero sobre todo de su impacto sobre la deuda pública que ya supera el 50% del PIB mexicano; pero también se percibían las diferencias en las perspectivas de crecimiento de la economía mexicana para este año y el siguiente: Hacienda mucho más optimista y Banxico más realista.
En la víspera de su anuncio, sucedieron dos hechos que de alguna manera afectaron el impacto de la misma: uno, fue la ratificación por parte del Senado de la designación del Alejandro Díaz de León como nuevo Subgobernador de Banxico, en sustitución de Manuel Sánchez, quien concluye su período el día último de este año y ya no cumplía el requisito de edad para nombrarlo por un período adicional; y dos, unos días antes, el mismo Carstens advertía que el país debía prepararse para un choque profundo.
El primero porque más allá de provenir de mismo gobierno, ya que actualmente es director de Bancomext, tiene un perfil muy similar al de los otros subgobernadores de acuerdo a Jonathan Heath, en una de sus columnas semanales en el periódico Reforma: "Con la llegada de Díaz de León vamos a tener una Junta de Gobierno de clones, todos formados en el propio Banco, con estrechos lazos con el ITAM y, de alguna forma u otra, allegados del Gobernador actual."
La lógica de los órganos de gobierno colegiados es construir juntas que recreen una diversidad que enriquezca las discusiones y produzca mejores decisiones, pero cuando todos los integrantes del órgano representan una misma visión, tienen orígenes similares y provienen del mismo gobierno, definitivamente se pierde el rumbo y la autonomía del organismo es una simple simulación.
Mientras tanto, Carstens hizo la declaración en la conferencia de prensa que dio con motivo del Informe Trimestral de Inflación, en la cual habló del crecimiento del proteccionismo comercial que se avecina en el mundo, no únicamente por parte de los norteamericanos con la llegada del presidente electo, Donald Trump, sino también en el resto del mundo como se evidenció con el llamado Brexit.
En este escenario "la intervención en el mercado cambiaron quizá en algún momento pudiera disminuir ciertamente la volatilidad, pero ahorita el problema no es mitigar la volatilidad, es más bien enfrentar un choque profundo, y de ahí que lo importante es básicamente ajustar los fundamentos económicos".
Y al referirse a los fundamentos económicos Carstens, aunque no los mencionó en esta ocasión, habla de un menor déficit público y, por ende, unas finanzas públicas más sanas, con una relación de deuda-PIB, menor a la actual. Pero también se refiere a la necesidad de diversificar el comercio con más regiones del mundo y no la altísima dependencia que hoy se tiene del vecino del norte y a estar preparado para un cambio en la relación estructural con Estados Unidos, tanto en lo comercial como en lo financiero.
Y aunque el anuncio de la renuncia no tiene que ver con ninguno de estos dos eventos, pues Carstens lo hizo en función de que ese mismo 1 de diciembre recibió la notificación del Presidente del Consejo del Banco Internacional de Pagos de que había sido designado para ser su próximo Gerente General a partir de octubre del 2017, sí ensombrecen el panorama, lo cual se percibió de inmediato en la reacción de los mercados financieros.
Así será fundamental que en los siete meses que faltan para que Carstens deje su puesto en Banxico disminuyan las diferencias entre Hacienda y Banxico, pero también que Enrique Peña Nieto elija al nuevo miembro de la Junta de Gobierno con mucho cuidado, ajeno a su actual equipo de gobierno y con amplio reconocimiento entre los miembros de la comunidad financiera y de negocios nacional e internacional. Debe designar a alguien que además de reunir los requisitos formales, le permita reforzar la autonomía de la institución y generar confianza, en un momento en que será clave.
A pesar de las evidentes diferencias entre Banxico y Hacienda, éstas no parecen tener ninguna influencia en la decisión de Carstens, cuyas intenciones de emigrar a los ámbitos internacionales fueron evidentes desde que intento ser Director General del Fondo Monetario Internacional, pero lamentablemente llega en el peor momento, tanto por el entorno internacional como las manifiestas discrepancias entre las dependencias.
En el corto plazo el hecho contribuirá a generar todavía más incertidumbre y volatilidad en la economía nacional, pero en el mediano y largo plazo depende totalmente del manejo del gobierno federal y, muy especialmente, del secretario de Hacienda y el presidente Enrique Peña Nieto. En sus manos está alentar incertidumbre o aprovechar la coyuntura para inyectar certidumbre y optimismo.