En medio del desorden en que se ha convertido nuestra vida pública nacional, el presidente Enrique Peña Nieto insiste en su iniciativa de ley, con la que se pretende trastornar el orden de la familia como base de la sociedad.
En la presentación con jóvenes que hizo el mandatario en ocasión de su cuarto informe anual, Peña Nieto reitera su intención de elevar a rango constitucional el llamado matrimonio igualitario y la adopción de niños por parejas integradas por personas del mismo sexo, lo que además de un considerable repudio ha generado hasta una división en los legisladores de su propio partido, que por convicción o cálculo político, han anunciado que mandarán a la congeladora el proyecto legislativo en cuestión.
El rechazo a la iniciativa presidencial no implica discriminación a los homosexuales, sino inconformidad de un amplio sector ciudadano que no está de acuerdo en la imposición de la agenda de la Organización de las Naciones Unidas en materia de Ideología de Género, que desde el ámbito del estado se entremete en el espacio íntimo de las relaciones sexuales, con el fin de trastocar las relaciones familiares y manipular los programas de estudio en los que son educados nuestros niños.
La promoción del aborto, la ideología de género y la adopción de niños por parejas de personas de un mismo sexo, forman parte de una escalada de agresión en contra de la familia natural que es la célula básica de la sociedad, como espacio en el que se aprende el principio de autoridad, el ejercicio de la libertad, el trabajo en equipo, la ayuda mutua, la diferencia entre el bien y el mal y la práctica de las virtudes.
El objetivo de debilitar a la familia es de carácter esencialmente político, porque una vez eliminada esa institución natural que funciona como base del tejido social y organismo intermedio que opera como espacio de libertad del individuo frente al estado, el gobernado quedará aislado de su comunidad primaria y por tanto, inerme y sometido al poder público.
En esa tesitura, como una reacción en contra del adoctrinamiento político desde el poder del estado que implica la Ideología de Género, surge el Frente Nacional por la Familia, que ha convocado a una movilización cívica para el sábado próximo diez de septiembre, día en que saldrán a las calles a manifestarse partidarios de la familia basada en el matrimonio de hombre y mujer, que constituye la única alternativa de unión sexual en la que es posible la transmisión de la vida.
El Frente está integrado por ciudadanos de diversas formas de pensar, aunque destaca la participación de grupos cristianos de distintas denominaciones. Los representantes de algunas organizaciones católicas que participan en la planeación de la marcha, fueron recibidos la semana pasada en la ciudad de Roma por el Papa Francisco, quien enterado del propósito les instruyó en su particular lenguaje coloquial: "hagan lío por la familia…".
Los partidarios de la familia natural, sostienen que su intención no es juzgar a nadie y que no intentan descubrir el misterio que implica la homosexualidad, sino que su propósito es el de manifestar una forma de ser y de pensar específica y proponerla como modo de vida a la consideración de la sociedad mexicana.
Ante los críticos de la marcha que descalifican la participación de la Iglesia en el debate público de este tema y de cualquier otro, cabe decir que en este caso la autoridad pública amenaza trastocar el orden natural, estableciendo leyes absurdas que contradicen a la naturaleza biológica. La Soberbia en su máxima expresión.
El consejo evangélico que manda dar al César lo que es del César, tiene su complemento en otro que manda dar a Dios lo que es de Dios, y como consecuencia, obliga a las autoridades políticas a mantenerse en la esfera de su competencia y a renunciar a la pretensión de comportarse como si fueran dioses, tal y como ocurría con los emperadores en tiempos de la antigua Roma.
