Foto: Cortesía Partido Social Demócrata
Licenciado en Economía por la Southwestern University en Austin, Texas, Jorge Carlos Díaz Cuervo es maestro en Dirección Internacional por el ITAM y doctor en Derecho por la UNAM, recibió el Premio Marcos Kaplan por su investigación Las drogas en México en el siglo XXI. Tras haber presidido el Partido Fuerza Ciudadana, fue electo diputado de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal por el Partido Socialdemócrata, y durante su período impulsó el reconocimiento de las Sociedades de Convivencia, la legalización del aborto en la Ciuedad de México y la Ley de Reasignación Sexual.
Desde hace miles de años, el ser humano ha empleado drogas con fines medicinales, ceremoniales y recreativos. No obstante, la acerba prohibición que hoy en día se extiende sobre las sustancias psicotrópicas y estupefacientes a lo largo del planeta data apenas de finales del siglo XIX: cuando el gobierno de los Estados Unidos ordenó cerrar los fumaderos de opio, se inauguró el sistema jurídico paternalista, conservador y dogmático que otorga al Estado el papel de padre protector de un ciudadano concebido como incapaz de tomar decisiones.
En aras de preservar al individuo del consumo recreativo de drogas, se ha cerrado el acceso a plantas como la amapola, la cannabis y la coca, limitando su uso a fines científicos y médicos, lo que reporta beneficios sólo a la industria farmacéutica. Las cifras de los daños colaterales de la guerra contra las drogas demuestran que este sistema normativo prohibicionista no funciona. Al margen de los lugares comunes sobre los efectos negativos del mercado de drogas, como violencia, crimen organizado, lavado de dinero, corrupción, tráfico de armas, este trabajo brinda un panorama del funcionamiento del sistema normativo que define la existencia de un mercado ilegal de sustancias psicotrópicas y estupefacientes y se pronuncia por construir un nuevo paradigma entre seres humanos y drogas.
¿Debemos entender las drogas desde un antes y un después del prohibicionismo?
Yo creo que es muy importante entender que la relación de los seres humano con las drogas es milenaria, desde que el hombre vive en este planeta hemos convivido con sustancias psicotrópicas, hay registros desde los antiguos mesopotámicos, egipcios, incas y aztecas, entre otras culturas de la antigüedad. Lo que realmente es historia reciente es el prohibicionismo; digamos un prejuicio que se construyó a finales del siglo XIX y principios del siglo XX y que hoy involucra a 188 países en una lucha contra sustancias y plantas que por otro lado son indispensables para atender nuestra salud.
A mí me parece importante analizar a partir de qué intereses, con qué actores y cómo se edificó este andamiaje jurídico a principios del siglo XX y hasta el día de hoy, porque finalmente no es algo que siempre haya existido, es algo que inventamos hace relativamente poco y que claramente no está funcionando, por eso no deberíamos espantarnos ni asustarnos, ni negarnos a la posibilidad de de construir algo mejor.
¿Es un proceso moral?
Es un proceso incluso lleno de xenofobia y racismo. Las primeras piezas legislativas prohibicionistas se dirigieron en contra de las comunidades de origen chino, por ejemplo la de San Francisco, California; después se relacionó el tema de la marihuana con los mexicanos, el tema de heroína con los afroamericanos, fue claramente una ola de tintes morales, intentos de imponer una visión de lo bueno y de lo malo, de lo decente y lo indecente. Sancionar y etiquetar ciertas conductas relacionadas con el consumo de estas sustancias como indeseables o desviadas, eso es lo que realmente está detrás del prohibicionismo.
Incluso hoy el problema de las adicciones en el mundo no es un verdadero problema de salud si se compara con otros como la diabetes, la hipertensión, la obesidad, mucho menos en las épocas en las que inició. El abuso de las sustancias no era un problema que preocupara mayormente a los gobiernos ni a las sociedades en general, son los deseos que se generaron a finales del siglo XIX y principios del XX, por construir sociedades ideales o modelos, recordemos que es el momento en el que se desarrolla el fascismo, el comunismo, el socialismo donde se crean estas utopías de buenas sociedades, buenas maneras de vivir, buenas costumbres, claro, mientras se condena se castiga y se proscribe lo que se consideraba moralmente incorrecto, lamentablemente no sólo las sustancias sino a las personas que las consumen se les discrimina y se les estigmatiza.
Es decir la moral como política pública...
Eso es lo que está detrás del prohibicionismo, es muy importante, y trato de explicarlo, de entender cómo y por qué, cuáles fueron las razones que construyeron esta política que en alguna época, trece años en Estados Unidos, se hizo con el alcohol, y la idea detrás era la misma, la concepción de un Estado paternalista que nos dice qué es lo moralmente bueno, qué es lo incorrecto y a partir de eso lo convierte en política pública y nos trata a los ciudadanos como menores de edad respecto a las decisiones que debemos tomar sobre nuestra vida.
¿Además es una tendencia histórica?
Hay en efecto mucha hipocresía en todo los relativo al disfrute, al gozo, al hacer con nuestro cuerpo lo que cada uno quiera, por ejemplo con los placeres carnales, y eso está muy relacionado con las actividades lúdicas y recreativas, desde el sexo, por supuesto, hasta el consumo de sustancias psicotrópicas. Hay religiones que han convertido en pecado el disfrute de nuestro cuerpo, del consumo de estas sustancias, y a partir de mucha propaganda negativa, de vendernos muchos miedos y prejuicios, nos han convertido en personas muy miedosas e hipócritas, que públicamente condenan el consumo de las drogas pero en privado las disfrutan.
Basta recordar a la congresista republicana estadounidense, que verdaderamente desmontó la prohibición del alcohol, justamente apelando a la hipocresía que se vivía en Estados Unidos, donde todos los políticos y empresarios sancionaban en la iglesia y el Congreso el consumo del alcohol, pero de noche y en lo 'oscurito', todos se emborrachaban. Como todo lo prohibido, reconociendo que hay una demanda en el consumo de estas sustancias y que hay un gozo y un disfrute, porque la gente no las consume porque se la pase mal, las consumen porque realmente gustan de hacerlo, pero prohibir lo que obliga es a esconder lo que socialmente se considera como mal.
¿Está condenado al caos combatir el consumo de la droga?
Sí, y es una actitud que se podría calificar como esquizofrénica la de verdaderamente no saber cómo atender un problema, y no quererlo enfrentar en esta dimensión que es la más importante: la hipocresía. Es necesario entender que lo que verdaderamente estamos sancionando es una conducta no a las sustancias ni las plantas, lo que parece que no le gusta a los gobiernos es que la gente pueda pasar un buen rato consumiendo una sustancia. No quiere reconocer el gobierno que no todo consumo es adictivo, que no todo consumidor está enfermo, que hay consumo responsable, modelos de autoregulación que hacen funcionales a las personas aquí, en China y en cualquier otro país, que realmente el problema de adicción y salud es mínimo, comparado con otros problemas en el país, y que sería mucho más barato y sensato preocuparse por qué se consume, dónde se consume y cómo se consume, desde una perspectiva de salud, que seguir enjuiciando el por qué y para qué consumen quienes lo deciden.
En efecto hay mucha esquizofrenia, mucha hipocresía social y creo que hay que decirlo, esto no es gratuito, hay sectores muy religiosos muy poderosos en México, sectores empresariales que suscriben estas visiones de lo bueno y de lo malo, buenas conciencias que tratan de colocarse sobre un pedestal sobre los otros y que son los que se benefician de esta moral que nos intentan imponer cuando ellos mismos muchas veces consumen estas sustancias.
¿Es posible legalizar la marihuana sin pensar en las otras sustancias condenadas?
A mí me parece que siendo la marihuana el eslabón más frágil de todo el andamiaje prohibicionista, un verdadero cambio en el paradigma de las drogas, una verdadera solución de fondo tendría que involucrar a todos los estupefacientes y a todas las sustancias psicotrópicas que las personas, por las razones que sean, deciden consumir.
Yo soy de los que, frente a los conservadores que quieren seguir insistiendo en el prohibicionismo, y los revolucionarios que quisieran que de la noche a la mañana pasáramos a un estadio de regulación de todas las drogas, me adscribo a un punto intermedio, a un reformismo visionario de ir buscando mejores arreglos en el tema del consumo de las drogas a partir de ensayo y error, porque desde mi perspectiva no hay modelos terminados, no hay un país que yo pudiera reconocer que tiene una regulación completa de todas las drogas, hay experimentos que se están haciendo en algunos países y algunas regiones, unos funcionan mejor que otros pero esos experimentos nos están señalando que no es lo mismo Uruguay que China, Estados Unidos, Portugal o México.
¿No se pueden pensar en una solución global?
Tenemos que abandonar esta idea que se tiene desde Naciones Unidas de imponer un modelo de tratamiento a las drogas parejo para todo el planeta, creo que un país como México, atendiendo a sus circunstancias, a su historia, su relación cultural con ciertas sustancias, su vecindad con el mercado más grande de drogas tendría que encontrar su propia manera de regular ese mercado, tratando de hacer la mejor negociación posible entre los efectos positivos y negativos de un mercado de sustancias como las drogas.
¿Cómo entra acá la violencia del narcotrafico?
Creo que no hay una relación causal directa entre drogas y crimen organizado, yo creo que las drogas no explican la totalidad del crimen organizado, pero sí creo que la gestión monopólica de las drogas por parte del crimen organizado potencia a estas organizaciones. Sí creo que el prohibicionismo le entregó al crimen la gestión de ese mercado, un mercado muy lucrativo, estable, maduro, que no da muestras de achicarse en ninguna parte del mundo, tampoco de crecer, es un mercado consolidado.
Yo no veo que con un cambio de regulación de las drogas se vaya a terminar con el crimen organizado, sí creo que les va a restar potencia y a ocasionar una merma en sus ingresos, me atrevo a pensar que eso sí puede generar una virulencia o un tránsito hacia otras formas de crimen, para sustituir lo que pierden. Regular el mercado de las drogas no tiene que pensarse como una alternativa para combatir la violencia del crimen organizado, se tiene que seguir combatiendo de manera mucho más inteligente, y una manera inteligente es quitarles el control que hoy tienen en absoluto de este mercado.
¿Pero sí es el prohibicionismo el detonante del precio?
Por supuesto. La diferencia en precio entre lo que le pagan acá en la sierra de Guerrero a un productor de amapola y en lo que se vende un gramo de heroína en las calles de Nueva York o Chicago, es de 170 veces, es decir, la parte importante del negocio se la llevan quienes transportan y trafican, los que menos ganan son los productores de la materia prima, y en ese sentido yo creo que por ejemplo en el caso de la amapola, México ya se tardó, y no entiendo por qué, en solicitar permiso para producir amapola para fines medicinales. Hay nueve países que tienen permiso por parte de la junta de fiscalización de estupefacientes de la ONU, entre los que están Turquía, Afganistán, India, Australia, que producen legalmente, y lo han hecho durante las últimas cinco décadas, amapola y la venden a los laboratorios farmacéuticos que producen medicamentos basados en opieáceos. En México tenemos dos regiones, el triángulo dorado Sonora, Sinaloa y Durango, está la Sierra de Guerrero, donde las condiciones climáticas son propicias para la producción de la amapola, que a diferencia de la marihuana no se da en cualquier lado, dos regiones en las que desde hace por lo menos cien años se está sembrando y cosechando amapola de muy buena calidad, la pregunta es: ¿qué esperamos para solicitar la autorización mundial y que eso nos sirva para atender dolores, ansiedades y depresiones?
Es una manera mucho más inteligente de arrebatar esos territorios al crimen organizado, haciéndonos del control del territorio y ofreciéndole a los productores de esas regiones la única alternativa que tienen, porque la vocación histórica de esa región es la amapola, no tendrían porque dedicarse a otra cosa si eso es un negocio redituable, con una sustancia que todos necesitamos para atender nuestra salud, hace falta un poquito de arrojo, honestidad y decisión para reconocer que en México sí se debería sembrar amapola y que sería más inteligente quitarle a los carteles esos ingresos.
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