Pocas veces dialogo con Usted sobre personas; debe ser el caso de alguno excepcional, como Don Antonio Irazoqui, que me motivó a escribirles, o Don Emilio Herrera, mi asesor y cómplice en lecturas y maestro de la redacción.
Hoy es uno de esos días en que le invito a "dialogar" y le escribiré mi grata experiencia al haber conocido y compartido las aulas de bachillerato con Juan José Martín Bringas, "Juanjo" para muchos de sus amigos que convivimos con él, algunos ocasionalmente en la vida adulta, como fue mi caso.
Más allá de escribir sobre su éxito empresarial, que lo tuvo sobradamente, quiero orientarme a compartir con ustedes la experiencia de conocer al ser humano que es -creo firmemente que nadie muere por completo, sólo el cuerpo material, cuando permanece en la mente de algunos, con admiración y respeto-.
Con Juanjo platicaba ocasionalmente, siempre dejándome un agradable sentimiento de paz y tranquilidad, aunque también me generaba el compromiso por el servicio llevándome sutilmente a participar en alguna obra de servicio a la comunidad.
De él tengo varios recuerdos a lo largo de mi vida; le comparto sólo tres:
Cuando estudiantes del bachillerato, en el Instituto Francés de La Laguna, debíamos hacer deporte y alguna actividad que promoviera la solidaridad y subsidiaridad. Aunque yo jugaba basketbol más o menos bien, también participaba en los equipos de futbol en torneos interiores, siendo un jugador bastante malo, por mucho empeño que pusiera; así llegue a ser parte del equipo "América" -aún recuerdo con cierta vergüenza haber portado un uniforme azul y crema- del que Juanjo era líder y capitán; al ver mis limitaciones y hasta escuchar regaños de otros por mis fallas, siempre se acercaba y me animaba a continuar insistiendo, motivándome a seguir adelante.
Nunca mejoré, pero él tampoco dejó de estimularme.
En los boy scouts, también compartimos experiencias y del mismo modo, cuando veía que la "patrulla lobos" se desanimaba por sus malos resultados en competencias, también tenía palabras de aliento, haciéndonos sentir que "el mundo no se acababa".
Ya como profesionistas, siempre me animó a seguir adelante con mis retos del trabajo diario y, de vez en vez, platicábamos sobre el servicio social y comunitario que debíamos hacer en la comunidad; de hecho, él fue el promotor de varias actividades de servicio social y de la fundación de clubes de servicio universitarios con estudiantes de la UAL, quienes tuvieron un papel importante en la construcción de la Casa-Hogar para hijos de presos.
Ni que decir de su apoyo a la obra lasallista en El Salto, Durango.
En alguna ocasión le pedí que se involucrara directamente en alguna actividad y su respuesta me dejó una grata enseñanza: "No Yamil, mi labor es motivar a las personas y apoyarlas desde aquí -su oficina-. Luego comprendí: ya empezaba a tener problemas de salud.
No quiero participar de las múltiples expresiones de luto por su muerte, pienso que Juanjo nos dejó a muchos un ejemplo de lo aprendido cuando adolescentes sobre el concepto de solidaridad y subsidiaridad; mucho menos participar en el "escaparate social" que utilizan algunos para mantenerse vigentes.
Desde aquí, yo quiero manifestar y compartir con Usted mi admiración y afecto a una persona que supo vivir con profunda convicción del amor cristiano, algo que también le distinguió a lo largo de su vida y que nos inspiró a muchos.
Recuerde que el cristianismo lo consideremos algo más que una religión; es una forma de vida que se practica día con día, hora por hora y minuto a minuto, con acciones que ayuden a crear un mundo mejor; y se que Juanjo lo pensaba así: vivía con la convicción de su fe y en el trabajo arduo, generador de calidad de vida para muchos y siempre conseguía sus objetivos sin hacer alarde de sus logros o entrega de servicio al prójimo.
También recuerdo algunas llamadas telefónicas que me hacía para orientarme en donde conseguir esos recursos que necesitaban los grupos de servicio social creados con su inspiración... y espero que no se enoje por lo que estoy escribiendo.
Él es uno de los pocos seres de mi generación que dejan huella positiva en la vida de sus amigos y muestra del cómo deberíamos ser los que nos quedamos a seguir bregando en esta vida.
Le escribo este Diálogo porque no puedo dejar pasar por alto el trabajo realizado por Juan José Martín Bringas, que debe ser inspiración para muchos de nosotros y del conocimiento de otros, particularmente las nuevas generaciones que como mis alumnos que lo conocieron cuando le presentaron su proyecto de trabajo, recibieron tal motivación, -pocas palabras y un convincente lenguaje corporal- que los motivó suficientemente para alcanzar el éxito que lograron. ¿Le motiva el caso escrito en este Diálogo?
ydarwich@ual.mx