Por fortuna pertenezco a una generación en donde todos los niños o jóvenes, de cualesquier posición social, se les encomendaban cierto tipo de responsabilidades o deberes, que teníamos que cumplir como parte de nuestra formación.
Entonces jugar en la calle con los vecinos, era lo máximo, así como ir al cine o a cualquier evento propio de la edad.
Eso sí, si quieres ir al cine, el domingo, nos decían nuestros padres pórtate bien y ayuda en la casa. A otros más se los llevaban sus papás a su trabajo, oficina u oficio sin alterar por supuesto los horarios de la escuela, pero siempre con la finalidad de que los niños y jóvenes de aquel entonces tuvieran nociones de todo y cooperaran en la medida de sus posibilidades en el funcionamiento de su hogar y en la actividad de sus padres.
Si quieres salir a jugar futbol, primero limpia tu cuarto, o limpia tal cosa, termina la tarea y luego sales a jugar.
Y así la mayoría teníamos alguna cosa que hacer y la veíamos como algo normal.
En la actualidad nuestros hijos, siempre están cansados de estar en reposo, muy ocupados con los aparatos electrónicos.
Si los mandamos hacer algo, la respuesta es "ya voy", "al rato", "tengo tarea", "voy a salir", o "no sé cómo se hace eso".
Creo que les falta inculcarles la cultura del esfuerzo, les falta interesarlos por diferentes actividades, que aprendan que no a todo lo que intenten les va a salir bien, y no sólo dejarlos ser hedonistas.
Es muy meritorio la labor de recoger animales de la calle, en situación de desamparo, y ojalá que las personas que lo hacen, ayuden por igual otras obras, como a los niños de la calle, a los ancianos abandonados, a los niños enfermos de bajos recursos, etc.
Debemos de involucrarnos e involucrar a las nuevas generaciones en la cultura del esfuerzo, que no crean que todo es sencillo… Que todo es fácil… que el éxito económico y social, serán sin esfuerzo, rápido y para siempre. No les quitemos las pequeñas dosis de frustración, que de cuando en cuando, la vida nos da, las cuales nos sirven para madurar, para esforzarnos por lo que queremos lograr para nosotros y de paso darnos tiempo también para hacer o ayudar a alguna labor social que beneficie a quien no tiene tanta suerte como nosotros.
No sobornemos a nuestros hijos dándoles dinero a cambio de que cumplan con su deber, hagámosle ver la diferencia, no sólo los premiemos sin ton ni son… que sepan que todo sacrificio, tiene su recompensa.
Enseñémosles que es mejor disfrutar el resultado de un gran esfuerzo, pues éste se valora más y por ende se cuidará más, ya que lo que llega fácil y rápido, igual se puede ir.
Y ahora para terminar una gota de filosofía:
DIOS PERDONA SIEMPRE... EL HOMBRE A VECES… EL TIEMPO NUNCA.