Cuando Rojas pitó el final del partido nos dimos cuenta cabalmente que Jaguares no traía nada, pero sólo hasta que finalizó el juego, es decir con un mísero gol no puedes aspirar a que tu afición se sienta segura de que por fin la veleidosa gorda llamada Victoria se dignara aparecer en el Corona. Ahora si aplicó literalmente el "ganar como sea, pero ganar" el espectáculo que ofrecieron Chiapas y Santos Laguna fue sorprendentemente deplorable, éstos siempre habían entretenido y los goles caían de tres para arriba, el viernes no fue así. El visitante no parecía dirigido por La Volpe sino por Sergio Bueno o el Profe Cruz, proponiendo y haciéndose del balón los primeros veinte minutos pero sin ser lo suficientemente peligrosos para exigir en serio al Marche. Merodeando el área pero sin penetrar y poco a poco se acabó el gas y la intención de agredir al rival. Santos les arrebató el balón pero luego no supo qué hacer con él y aquello se convirtió en un caos.
Andrés Rentería volvió a ser el hombre del partido, este café tibio venido de Colombia, fue clave en la derrota en León por desperdiciar opciones de gol que no menudearon y el viernes en el Corona fue el único capaz de anotar, aunque ligeramente adelantado a la hora de iniciar los regates que culminaron con su demoledor zurdazo. Topo tuvo dos más, otra vez pegándole de zurda ahora raso el balón arañó el poste izquierdo de Óscar Jiménez y luego desaprovechando un pase de Rabello que lo dejó solo y perfilado por el centro del área, pero Rentería hizo contacto con la pelota como si tuviera una plancha de acero en el zapato adelantando inexplicablemente la bola regalándosela a Jiménez.
El que parece ya nunca va a cambiar es Djanniny, otra vez inicia el torneo sumergido en esa aparente indiferencia con el balón, otra vez flota de un lado a otro con su figura desgarbada, otra vez cree firmemente que puede esquivar a tres rivales con el solo hecho de mostrar el balón y seguramente otra vez marcará goles en ese vaivén de jugador del montón a crack en potencia que nos tiene acostumbrados.
Tarea cumplida, con borrones y todo pero cumplida, Zubeldía sabía que había heredado una presión importante por la sequía en casa, pero lejos de desentenderse de inmediato la adoptó y la hizo propia, hizo cambios de un juego a otro, sacó Orozco e ingresó a Rabello, para jugar con el clásico cuatro cuatro dos. El equipo no lució en ofensiva ante la falta de ritmo y fineza en el juego de Calderón, que además se ha dejado despojar del balón peligrosamente cerca del área santista en su afán de acomodarse para salir jugando, Néstor esta un tiempo atrás del resto y tendrá que mejorar si no quiere que Zubeldía lo siente.
Si en la jornada tres el técnico santista considera modificar otra vez su once inicial obvio corre un riesgo, estará tratando de encontrar su cuadro ideal sobre la marcha, ahora candidatos para abrir en la banca son Djanniny y el propio Calderón por Martín Bravo y Ulises Dávila. Ulises regresó al futbol mexicano después de cinco años de ausencia y Zubeldía lo ubicó por el lado derecho siendo zurdo natural, Ulises nunca le tomó el ritmo al partido en los diez minutos que estuvo en el campo, se suponía que había que guardar el balón lo más lejos posible del arco de Marchesín pero cada vez que tocaba el balón lo quería jugar de primera intentando centrar con la derecha resultando en regalos para el rival. Lo importante es que ya participó y esperamos se adueñe de la titularidad, talento lo tiene y es cuestión de minutos en el terreno, de los refuerzos, para mi es clave su adaptación y éxito con los Guerreros para regresar por lo pronto a la liguilla.
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