En el Apertura 2015 cero puntos al terminar tres jornadas, en el Clausura 2016. ¿Qué ha cambiado? Nada, absolutamente nada, Santos sigue jugando igual, desperdiciando lo poco que se llega y dependiendo de su patrono salvador, San Agustín de Marchesín y del humor futbolístico de Rentería y Djanniny. Cierto los laterales han cambiado, César Ibáñez a diferencia del torneo pasado con Abella le ha aportado mayor rigor a la marca por la lateral derecha y el entusiasmo de Villafaña por la izquierda compensa su proceso de adaptación, ahí la lleva el Samurai de Pénjamo.
Izquierdoz y Araujo en su nivel, no son los mejores centrales del país pero de alguna se complementan con el resto de sus compañeros de defensa para mantener los partidos cerrados y en competencia.
Los volantes en lo mismo del torneo pasado, corren y corren, sudan y sudan pero falta mucha claridad, faltan luces, Calderón y Rabello se deben de encargar de esto pero no llegan a una regularidad, cierto, apenas van tres jornadas, pero estamos hablando de lo que va de la temporada, es decir veinte partidos. Diego González sigue sin hablarse con la pelota, sostiene un pleito serio con el balón, al cual maltrata cada vez que tiene una oportunidad, sigue saliendo extenuado al final de los partidos, pero esos litros de sudor no van emparejados con el buen futbol, equivoca ocho de diez que toca. Algo le ven los técnicos que nosotros simples mortales no percibimos, Caixinha, Ayestarán y ahora Zubeldía lo atesoran, bien por el que sigue de titular y esto le dará más oportunidad de pensar mejor las cosas y se reconcilie con la pelota. Diego de Buen está en el círculo de espera por si el Pulpito sigue desorientado.
El otro escudo, Chuy Molina trabaja de manera ejemplar y mantiene ese perfil bajo sin estridencias, cumplidor como el que más, inamovible en la trinchera lagunera. Rabello es una hormiga dando la impresión que le debe de bajar algunos decibeles a su ritmo de juego, contrasta con Topo y Djanniny, Rabello juega a ritmo de Rock y los delanteros santistas oscilan con los acordes de Ray Coniff.
Igual que el anterior torneo el principal goleador guerrero nos marca sus tiempos, tranquilos todos, aquí no hay ninguna urgencia, dos partidos en el limbo y en el tercero uno de los mejores, incluso a pesar de su aparente "autismo futbolístico" el africano se sabe sacrificar, marcó el gol que abrió el camino y no se raja, nunca pidió salir después de lastimarse la muñeca y siguió incomodando la zaga Xola. Lo de Rentería es más de Sigmund Freud que de cualquier técnico de futbol, siempre al borde de ser un crack internacional y otra vez de regreso a la zona de confort, zona que se niega repetidamente a abandonar.
Los Guerreros del Camino de Ayestarán volvieron a aparecer y eso no es sorpresa, el vasco se fue invicto de visitante, ahora con Zubeldía es tratar de sacudir este equipo lleno de jugadores bipolares, que de manera inexplicable suman puntos a montones fuera de su hogar. Viene el Querétaro y tendrá que venir la confirmación de que este torneo el Corona será una fortaleza inexpugnable, es tiempo de desempolvar los letreros de "La Casa del Dolor Ajeno" y hacerle honor a la frase del profe Maturano.
Los que están, pero sobre todo los que se suman, Ulises Dávila, Martín Bravo y esperemos pronto Diego de Buen, además obvio de la completa asimilación de lo que pretende Zubeldía deberán de regresarle el protagonismo que merece esta Institución, Institución que como ya sabemos es la que menos se tarda en obtener títulos de todos los equipos del futbol mexicano.
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