Minutos después de disfrutar el triunfo de la Selección Mexicana ante los Estados Unidos, me preguntaba ¿así se han de haber sentido los argentinos después de la victoria sobre Inglaterra en el Mundial de 1986? Claro los sudamericanos ya habían sufrido las consecuencias de una guerra insensata como fue la lucha por las Islas Malvinas o Falkland, un archipiélago insignificante, pero que fue utilizado como pretexto por el sátrapa del general Leopoldo Galtieri, dictador en turno en la República Argentina para desviar la atención de la terrible crisis por la que pasaba su gobierno. La guerra se lleva a cabo del dos de abril al catorce de junio de 1982. Cuatro años después de la humillante derrota militar, el 22 de junio del 86 en la cancha del Azteca, Diego Maradona fue inmortalizado por el pueblo argentino al reintegrar el orgullo al pueblo pampero marcando dos de los goles más famosos en la historia de la Copas del Mundo y eliminando al equipo inglés dos a uno.
En el caso de México, esta sensacional victoria en Columbus, Ohio, no confundir con Columbus, Nuevo México, digo porque algunos azotados andaban gritando "¿si mi general Villa lo hizo por qué nosotros no?" es como cobrarse por adelantado los agravios que seguramente vendrán de parte del naco más poderoso del planeta. Obvio espero estar exagerando, la Guerra de las Malvinas cobró la vida de casi mil jóvenes argentinos, mientras que en territorio estadounidense el problema con nuestros paisanos no ha pasado de sufrir el tradicional racismo que nunca se ha erradicado y esporádicamente los asesinatos de los dementes cazaindocumentados, grave muy grave, pero no al grado de lo sufrido por Argentina en 1982.
Ganarle a los gringos en su fortaleza tradicionalmente impenetrable nos ha dado consuelo y revancha, "ningún muro nos detendrá" tuiteó Oribe Peralta nuestro orgullo lagunero, Héctor Moreno agitaba los brazos arengando a los pocos paisanos que se animaron a desafiar la noche helada y hostil, Chicharito Hernández pateó con violencia un balón hacia la tribuna descargando su coraje. Nosotros en nuestras casas gritábamos y le mentábamos la madre una y otra vez al ridículo de Donald Trump, según medios de diferentes partes de nuestro país y del otro lado, reportaban a gente llorando de coraje y alegría, maldiciendo al que insultará la oficina oval con su presencia a partir de enero del 2017.
Por eso me pregunto y les pregunto, con toda la proporción guardada, ¿así han de haber sentido nuestros hermanos argentinos cuando en una cancha todo el país fue desagraviado por un equipo de futbol?, Maradona con la mano y con su genio. Layún, ejemplo de espíritu inquebrantable y el Capitán Rafa Márquez, ejemplo de longevidad, único sobreviviente de los cuatro "dous a cerou" seguidos fueron nuestros estandartes. Aquí un alto y un reconocimiento a nuestro Capitán, siempre he sostenido que Márquez no debería de ser convocado a la Selección y no sélo en ésta que busca un lugar para Rusia, si no desde las eliminatorias para Brasil 2014, además siempre dije que si Oribe Peralta no iniciaba contra Estados Unidos las posibilidades de un buen resultado disminuirían notoriamente, pues Rafa jugó y Oribe no tuvo ni un solo minuto, resultado: primer triunfo del Tri en eliminatorias de Copa del Mundo y en territorio gringo desde 1972 cuando los venció uno a dos en el Memorial Coliseum de Los Ángeles.
Rafa jugó bien y anotó el del triunfo, ¿Que le queda al que escribe? Reconocer que se equivocó que la estrategia del "científico loco" de Osorio resultó. Parte de lo padre del periodismo, arriesgas un punto de vista previo a un partido, ¿te equivocas?, lo reconoces y se acabó, ¿es tan difícil?
Por eso les digo y cambiando de deporte, hoy ganan mis Steelers a los Vaqueros en el Clásico Nacional de NFL/México. Espero en la próxima columna no andar reconociendo que también me equivoque, digo, tampoco es cuestión de que se vuelva costumbre.
COLUMNAS Rafael Rosell
Rrosell50@hotmail.com