PERO QUERÍAS SER MÉDICO
A veces se suele pensar que las personas que se dedican a cualquier rama de la medicina, como los médicos cirujanos los odontólogos, los profesionales de la enfermería o los médicos veterinarios, pudiéramos ser insensibles al dolor o a las enfermedades del paciente. Pero éste es un gran error, lo que procura hacer el médico es no involucrar sus sentimientos más allá de un límite razonable, por el riesgo de que este sentimiento obstaculice la objetividad y el buen juicio en la práctica médica.
Las personas que eligieron por vocación la medicina, lo hacen por querer llevar alivio para el dolor o mejorar en todo lo humanamente posible la salud de su paciente.
Por esta razón cuando alguien me plática que lo van a operar a él o algún amigo o pariente y me hace énfasis en que le van a pedir a Dios por su salud, yo les digo que mejor sus plegarías sean para el médico que lo va a intervenir para que Dios guíe sus manos de sabiduría a su mente y paz a su corazón durante el tiempo de la cirugía y en el post operatorio.
Hace tiempo en un libro sobre experiencias médicas, leí sobre un caso de un eminente cirujano que durante una intervención quirúrgica que ya había practicado decenas de veces considerada por tanto de "rutina" (personalmente creo que nunca un paciente responde igual a otro, por lo tanto no existe la rutina en la medicina) a mitad de la operación algo salió de su control y el cirujano se quedó por segundos en shock mientras que otro médico del equipo de cirugía entro al relevo y controlo al paciente y termino todo el procedimiento quirúrgico. Al finalizar el amigo y miembro del equipo médico se vuelve hacia el cirujano en jefe que estaba sentado aun recuperándose de la impresión, y le dice dándole una palmada de cariño y consuelo, unas palabras que desde que las leí quedarán grabadas con fuego en mi corazón "pero querías ser médico"
Cuando me topo ante alguna enfermedad que no tiene cura o ante algún procedimiento quirúrgico trato de explicarle al propietario de la mascota todo lo relacionado al paciente y su enfermedad siempre poniéndome "en sus zapatos" y haciéndole sentir que será tratado siempre ese caso como si fuera el único o el más importante, y si en esa ocasión no me siento con capacidad de resolver el problema en el paciente, lo remito con algún colega de aquí o de otra ciudad para tratar de no dañar u obstaculizar la mejor opción en cuanto a salud para el paciente, pues la primer regla en medicina es no hacer daño y la segunda es decir no sé.
Estoy convencido que a lo que me dedico, no es un trabajo sino una forma de vida, que todos los días se aprende algo nuevo, que de cuando en cuando la vida que es Dios nos da lecciones de humildad y que está en nosotros aprender o no de las experiencias anteriores y que si algún médico en algún momento de debilidad humana cree que ya lo sabe todo, debiera entonces considerar retirarse de la práctica médica.
Y ahora para terminar una gota de filosofía:
SI SE SALVÓ FUE LA VIRGENCITA, SI SE MURIÓ FUE EL DOCTOR.