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La democracia fracasada

Sobreaviso

RENÉ DELGADO

La transición a la democracia ha fracasado.

Podrán las autoridades electorales y gubernamentales, los dirigentes partidistas y los candidatos no advertir nada extraordinario o anormal en el concurso electoral, pero la evidencia es obvia: sin garantías ni condiciones para ejercer el voto en libertad y seguridad y, peor aún, sin pluralidad ni riqueza política que diferencie a un partido de otro, hablar de "normalidad democrática" es demagogia. ¿Qué se puede elegir, cuando no hay de dónde escoger?

No es temerario afirmar que esa élite vulneró, durante los últimos dieciséis años, el esfuerzo desplegado a raíz del fraude de 1988 para construir la democracia. La perversión de los recursos, reglas e instrumentos diseñados para levantar aquella estructura, terminó por desvencijarla.

La incapacidad y el desinterés de Vicente Fox por transformar la alternancia en alternativa y la torpe renuncia de Felipe Calderón a la política que hizo de la arena una fosa, redujeron el relevo en la Presidencia de la República a una cuestión de turno. Y, entonces, incierta la posibilidad de repetir en Los Pinos y cierta la imposibilidad de gobernar, la corrupción comenzó a practicarse como oportunidad única.

Ahí se explica el afán de los partidos por ganar elecciones sin conquistar gobiernos. Uno tras otro hace lo mismo: administra problemas. No les interesa poder, sino tener. Invierten en comprar votos, porque el retorno de capital es presupuesto, dieta, prerrogativa, canonjía o moche en el bolsillo. La nueva divisa: el que llega, llena.

Proyectos, propuestas o ideas políticas, ni de broma.

***

Si el esfuerzo por emparejar la cancha, fortalecer al árbitro y fijar las reglas de juego recompuso el régimen electoral y dio por fruto la alternancia en el 2000; el desgano por reformar el régimen político colapsó la democracia en ciernes: el viejo régimen político no da para gobernar y avanzar y el nuevo régimen electoral no da para elegir y legitimar.

El país regresa no al lugar donde se encontraba, sino a uno peor: la oposición panista y perredista se borró y no suscita confianza ni respaldo. En vez de jalar al priismo al estadio democrático, el PRI la arrastró a la subcultura de la transa. No hay ponentes ni oponentes, sólo cómplices o socios. Es la casta del no poder, pero sí tener.

Sin sentido de realidad y acomodada en la política de segundo piso -la que ignora la planta baja y pacta o transa de espaldas en los palacios-, a esa élite ya nada le dicen los huesos de las fosas; el crecimiento económico mediocre; los secuestros de bajo impacto; la desigualdad y la pobreza; el descuartizamiento de cuerpos; el desprestigio internacional; la barbarie, la humillación y el sometimiento del otro; el ejército de ninis; el doble tributo al fisco y al crimen; los actos de justicia por propia mano; la liga entre crimen y política; la sangre en el piso; el peligro de generar expectativas sin sustento; y, desde luego, muchísimo menos le dice el hartazgo social frente a la corrupción que es su pan de cada día.

***

Las más emblemáticas estampas de la gesta iniciada en 1988 por la democracia y abandonada a partir del 2000 se han transfigurado.

La generosidad de Heberto Castillo declinando en favor de Cuauhtémoc Cárdenas, hoy tiene registro contable: ¿cuánto si me bajo? La valiente irrupción de Manuel Clouthier, Cuauhtémoc Cárdenas y Rosario Ibarra de Piedra en Gobernación protestando contra el fraude, hoy es matrimonio de interés entre Ricardo Anaya y Agustín Basave. La creación de la credencial con foto para garantizar que el voto contara y fuera contado, impulsada por Ernesto Ruffo e instrumentada por Ricardo García Cervantes en Baja California, hoy es requisito para canjear el voto. Los políticos de ayer, hoy son operadores con tarifa. El asesinato de Luis Donaldo Colosio y José Francisco Ruiz Massieu hoy es homicidio simple. El discurso político, spot con jingle o porra. La inteligencia política ahora es intervención telefónica o filtración de documentos. El legado del PRI es fortuna de juniors. La herencia del panismo y el perredismo, reciclaje de priistas.

El compromiso de los consejeros ciudadanos que fundaron y aseguraron el Instituto Federal Electoral, hoy es cuota partidista de allegados en el consejo deI Instituto Nacional. La rehechura y depuración del padrón es jugosa base de datos en venta. Las millonarias prerrogativas de los partidos para evitar la infiltración del crimen ahora es complemento del dinero lavado o percudido empleado en el concurso. El deber de rendir cuentas de los gastos de campaña es medrosa súplica de los consejeros... Y la conducta de los magistrados electorales es carcajada ante la tumba de la certeza jurídica y enganche personal de un plan a futuro.

Los valores de ayer, hoy son acciones con precio.

***

Esta vez, se les pasó la mano. Autoridades, dirigentes partidistas y candidatos hicieron de los comicios una subasta de productos y un concurso de ineptitudes. Incompetencia, no competencia política.

Un elector con agua y drenaje vale un tinaco y la condonación del adeudo por el líquido. Un elector con hambre, una despensa. Un elector sin posibilidades, una gorra y acaso una playera. Un elector con recursos, un contrato a la medida. Un elector marginado, unas láminas de cartón o una pipa de agua compartida. Un elector con puesto en la banqueta, un permiso de ambulante. Un elector con expectativas, una promesa. Un patrocinador, un gran amigo o socio.

Puede esa casta ver todo muy normalito, pero la transición a la democracia ha fracasado, en un momento terrible: cuando la economía no funciona y la gente -la ciudadanía que no existe en su concepto- está harta de ver su regocijo.

Cruje la estructura política y electoral, hierve el malestar y falta por ver lo que sigue.

sobreaviso12@gmail.com

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