La economía en problemas
La economía mexicana está creciendo demasiado poco. Lo peor de todo es que, en lugar de acelerar su paso, está perdiendo velocidad.
El año pasado la economía nacional creció 2.5 por ciento. La cifra es decepcionante, pero cuando menos fue un poco mayor al 2.1 por ciento del 2014 y todavía mejor que el 1.4 por ciento de 2013. Son cifras muy inferiores al 4 por ciento del último año de gobierno de Felipe Calderón.
Enrique Peña Nieto llegó a la Presidencia de la República diciendo que, al con contrario de los panistas que gobernaron los seis años anteriores, los priistas sí sabían gobernar. Ofreció que al final de su sexenio el crecimiento podría llegar a un seis por ciento anual.
La realidad, sin embargo, ha sido bastante más complicada. El crecimiento promedio de los tres primeros años de gobierno ha sido de dos por ciento. En este 2016 las cosas se ven si acaso un poco peor. En el segundo trimestre se registró una contracción de 0.2 por ciento en comparación con el primero. En comparación con el mismo período del 2015 el ritmo de crecimiento del producto interno bruto ha caído a 1.5 por ciento. Es muy probable que 2016 cierre nuevamente con una cifra inferior al dos por ciento.
¿Por qué no despega la economía nacional? ¿No nos dijeron que las reformas estructurales impulsarían una expansión creciente de la economía y llevarían al final a ese crecimiento de seis por ciento al año que prometió el presidente como candidato?
Varias de las reformas estructurales sí han sido positivas y han cumplido con su función. La reforma de telecomunicaciones, por ejemplo, ha generado inversiones nuevas en el sector, así como una mayor competencia. Esto ha hecho que caigan los precios, particularmente de la telefonía celular, lo cual aparentemente deprimiría al sector, pero la consecuencia han sido mayores inversiones conforme las empresas en el mercado hacen mayores esfuerzos por vencer a sus rivales.
La reforma financiera, por otra parte, ha tenido también consecuencias positivas. El crédito al sector privado creció en el segundo trimestre de este 2016 a una tasa de 12.5 por ciento real, una vez descontada la inflación. Esto es una tasa que sorprende si se considera la contracción de la economía del segundo trimestre. Los mexicanos estamos acudiendo a los bancos con mayor facilidad y frecuencia porque hay más crédito disponible y porque este es más barato.
La reforma energética ha sido también positiva, ya que ha generado una mayor inversión en el sector. El problema es que ha llegado tarde. Empezó a aplicarse en el momento en que se desplomaron los precios internacionales del petróleo, por lo que sus beneficios no han sido perceptibles.
La reforma educativa fue tímida desde un principio, ya que los partidos de izquierda la suavizaron para proteger al combativo sindicato de maestros. Sus resultados todavía no se notan porque el proceso de mejorar el nivel de los maestros puede llevarse muchos años. Pero la resistencia de la Coordinadora, y los bloqueos que esta organización ha realizado, han tenido un costo económico muy grande.
La reforma fiscal sigue siendo la peor de las que se han llevado a cabo. Su impacto negativo sobre la economía ha sido muy grande. Es uno de los factores, junto con el desplome de los precios del petróleo y la caída en las importaciones estadounidenses de productos mexicanos, que más han golpeado a la economía.
Ahí están los factores. Pero el resultado es innegable. La economía mexicana está muy lejos de crecer al seis por ciento que prometió el presidente cuando era candidato. Apenas hemos crecido un dos por ciento al año, pero incluso esta cifra está amenazada por la actual contracción de la economía.
Twitter: @SergioSarmiento
