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La elección más reñida

SALVADOR SÁNCHEZ PÉREZ

Cuando escribimos este artículo, tarde de martes, los ciudadanos estadounidenses están todavía depositando sus votos en las urnas, entre las 7 y 8 de la noche, hora del centro, se empezarán a saber los resultados de los estados del este. El resultado total se podrá conocer completo a media noche, por la diferencia de horarios.

Aunque la mayoría de las encuestas previas ha sostenido un margen de ganancia de Hilary Clinton sobre Donald Trump de 47.5 % a 42.3 % en promedio y tomando en cuenta de agosto a la fecha las realizadas por la compañía HuffPost Pollster, dos, por lo menos, dos factores complican esta tendencia. La primera y más evidente, es la complejidad del sistema electoral norteamericano. El ganador absoluto no es siempre el ganador de la elección, por la construcción del Colegio Electoral. El más sonado es el caso de Al Gore en 2000, aunque obtuvo la mayoría de votos, consiguió sólo 266 de los votos electorales, contra los 271 de Georg W. Bush.

Cada estado contribuye con un número variable por factores de población relativa de votos electorales. En total son 538, el candidato ganador debe reunir 270 de ellos. Casi todos los estados aportan el total de sus votos electores al candidato ganador, es por ello que aunque las encuestas en promedio otorgan el triunfo a Clinton, la distribución de los votos no es tan segura, aún en la víspera.

El segundo factor es el cambio de tendencias a favor del republicano, referido esto a los estados en disputa. Las empresas de información observan que el II distrito de Maine, también los estados de Ohio y Utah han movido sus posiciones de "terreno de disputa" a "inclinación republicana", Nueva Hampshire también ha cambiado su inclinación demócrata y ha pasado a ser "terreno de disputa".

El contexto más amplio es la ola del populismo que recorre el mundo occidental en los últimos años, particularmente cuando las élites económicas no pudieron controlar el desastre financiero que devino crisis económica en 2008 y se ha mantenido latente. Los especialistas señalan que el capitalismo estaría atravesando una de sus cíclicas crisis, momento que ha provocado en el ciudadano norteamericano promedio la necesidad de bajar su nivel de vida.

Al consumidor capitalista acostumbrado a "usar y tirar" le cuesta mucho "apretarse el cinturón" como gustan de decir nuestros políticos, de hecho ya están hartos. El enemigo tiene que estar en algún lado, y no buscan ya a los culpables, sino a quien la pague. Culpan por ello a las corrientes migratorias, el otro vértice de la población, acosada por el mismo fenómeno de precariedad económica. Todos buscan mejorar su nivel de vida al precio que sea.

Ni Hillary Clinton ni Donald Trump parecen ser los mejores candidatos. Antes bien representan uno y otro lo que muchos abominan a estas alturas. Hillary ha sido parte de la "mafia en el poder" como diría uno de nuestros populistas, Donald Trump es la encarnación del populismo barato, "un peligro para Estados Unidos", como se le denominó al que nosotros tuvimos en su turno.

Este sujeto se ha convertido en el portavoz de ese descontento, por eso el arrastre que nadie sensato se explica, su única virtud, de hecho. Trump se ha mostrado como ignorante, vanidoso, superficial. Racista estridente y xenófobo extremo, ataca por igual a musulmanes que a mexicanos. Su visión de la mujer es una desgracia como ha quedado repetidamente mostrado.

Clinton está muy lejos de ser la mujer perfecta, Ella es Hillary, no inspira, a veces parece oportunista, demasiado cautelosa, sin convicciones que arrastren. Una mujer que está acostumbrada al ejercicio del poder, en ocasiones da la impresión que las reglas para el común de los mortales no se le aplican a ella, esto podría explicar el escándalo aclarado, cerrado, abierto en la víspera y vuelto a cerrar en su favor de los correos electrónicos y la seguridad del estado. Sin duda que misoginias aparte se podría sopesar con más sensatez su figura. Se preparó para el debate, como se ha preparado para la presidencia, como bien lo dijo en la primera oportunidad. Una mujer que conoce desde las entrañas el sistema político norteamericano, ella es Hillary.

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