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La irrefrenable migración

SALVADOR SÁNCHEZ PÉREZ

La estampa se ha hecho común: tres migrantes en el crucero se abalanzan sobre el carro para limpiar, a cambio de unas cuantas monedas, el parabrisas. Normalmente nos negamos, si acaso ya es muy tarde asentimos sin mucho entusiasmo.

De repente nos hemos preguntado si acaso podemos hacer algo por ellos. Las monedas más que ayudar perpetúan esa permanencia. No hacer nada puede ser también agresivo, irracional, evasivo.

La migración ha acompañado al ser humano durante toda su historia. Se aducen motivos de todo tipo, buscar nuevos horizontes, compensar el raquítico salario familiar, hasta cumplir fantasías alimentadas por relatos de quien ya ha hecho la travesía.

Los análisis indican que inequívocamente se trata de fenómenos relacionados con la concentración del capital. Cómo es posible que a ningún texano se le haya ocurrido la idea de atravesar el territorio mexicano, arriesgando hasta la vida, con tal de llegar a vivir a Nicaragua. El fenómeno usual es lo contrario, centroamericanos y mexicanos emprenden la arriesgada aventura de recorrer miles de kilómetros para llegar a su destino en alguna ciudad norteamericana.

El capital necesita para su reproducción ingentes cantidades de mano de obra, se tiene que realizar además las miles de tareas que implica la producción y generación de bienes y servicios.

Pero la migración despierta también temor, más en tiempos en que el capitalismo atraviesa una de sus ondas bajas de su cíclico proceso. Los migrantes aparecen como la amenaza a los escasos empleos que se están generando en esas condiciones. Es cuando el discurso ultraconservador gana terreno, pero hasta el ridículo, como hemos visto recientemente en Estados Unidos.

Igual para nosotros. Una estrategia simbólica y muy extendida ha sido criminalizar a los migrantes centroamericanos, hacerlos parecer como un peligro para nuestra integridad.

Más allá de teorías nos preguntamos qué podemos hacer como ciudadanos en lo individual. Darle monedas al migrante del crucero no soluciona nada, antes ayuda a perpetuar un fenómeno de por sí cruel. Quizá sería más fructífero hacer llegar ese pequeño aporte a instancias organizadas tipo Cáritas o algunas otras que nosotros mismos también podríamos generar. Nuestro deber como cristianos, la buena conciencia, la solidaridad con el prójimo o como le podamos denominar a ese impulso compasivo nos impele a hacer algo.

Los patrones de la migración de mexicanos a Estados Unidos han evolucionado, si bien prácticamente todo el siglo pasado hubo flujos de migrantes temporales a Chicago, Texas e Illinois, en las últimas décadas el destino final se ha extendido a otras regiones: Colorado, Florida, Georgia, Carolina del Norte.

El Consejo Nacional de Población de México en su informe 2010, da a conocer que en ese momento radicaban en Estados Unidos 11.9 millones de personas nacidas en México, aunque si se le suma la población de origen mexicano, la cifra llega a poco más de 33 millones, de éstos, 21.2 millones ya nacieron en Estados Unidos.

Simultáneo al posicionamiento de mexicanos de primera o segunda generación en puestos políticos, comerciales, de servicios o en la educación, ocurre también el endurecimiento de medidas restrictivas antimigratorias. Las operaciones de control desplegadas desde los años 90 a la fecha, tal como Operación Bloqueo, Operación Guardián, Operación Salvaguarda y Operación Río Grande, han fomentando la militarización de la frontera. En conjunto si ha habido una recomposición del mapa migratorio, el fenómeno se ha complejizado.

Un punto de inicio será comprender el estado de las cosas, desde una perspectiva explícitamente ética. La cátedra Eusebio Francisco Kino del Campo Estratégico de Acción Fe y Cultura del Sistema de Universidades Jesuitas, organiza el Coloquio Primavera 2016 Migración y la frontera México Estados Unidos, realizado en la Universidad Iberoamericana en Tijuana.

Interviene Ángel Méndez, de Ibero Ciudad de México, Bernhard Kohl, del Instituto Dominique Chenu de Berlín y Orlando Espín, de la Asociación de Teología Hispana Católica en Estados Unidos.

En la Comarca Lagunera es posible presenciar el evento vía satélite. En Ibero Torreón, en la Sala de Viodeoconferencias. El jueves 28 de enero, de 18 a 21 hrs.

Habrá señal también en la Sala Audiovisual ÁGORA del Centro de Estudios Universitarios Tarso, (Seminario Diocesano de Torreón), mismo día, mismos horarios. Invitados todos.

E-mail salvador.sanchez.sj@gmail.com

Twitter: salvador_sj

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