Don Ángel García Orozco tiene quizá, uno de los trabajos menos solicitados ya que la muerte es su principal proveedor: es sepulturero.
Aunque tiene 14 años como tal, gran parte de su vida ha transcurrido entre los pasillos del Panteón Municipal número Uno de Torreón, porque es como una tradición de familia.
Sus tíos, abuelos y su padre, trabajaron en el panteón y ahora es su turno y el de uno de sus cuatro hijos, quien se desempeña como velador de este camposanto.
A lo largo de estos 14 años, don Ángel ha experimentado el miedo a los vivos y a los muertos también, sin embargo eso no lo desanima a seguir desempeñando su labor.
Entrevistado entre las tumbas del cementerio, cuenta que hace 25 a 30 años, siendo un chamaco, una "ánima" como lo describe, se le apreció a él y a un amigo, que ahora es su compañero de trabajo.
Recuerda que se encontraban cerca de una pileta, cuando de una capilla salió un hombre con un palo de pinabete y una bolsa de "lonche".
"Nos metimos entre los árboles, en eso que se da la vuelta y se sube a una tumba y me hacía 'que fuera', entonces yo dije, córrele porque anda borracho", cuenta. Pero al voltear nuevamente para ver si los seguía, notó que estaba flotando, que la persona no tenía pies, "era un ánima", aseguró.
Y muchas otras historias guarda el lugar y la memoria de este trabajador del municipio.
Pero también, don Ángel ha experimentado el dolor ajeno, sobre todo cuando le toca enterrar los cuerpos de bebés de algunos meses o niños.
"Son cosas que de repente te dan sentimientos y peor cuando son bebés, niños, de uno a 8 años, se siente una nostalgia, un dolor que no lo puedes expresar porque nosotros como quien dice, nos dedicamos a esto".
Pero lo más duro que ha experimentado en todo este tiempo, es tener que enterrar a sus familiares, entre ellos a su propia hermana.
"A una hermana, abuelas primos y a mi suegra. El problema es que nosotros tenemos que sepultar".
Pero no piensa en dejar su trabajo.
"Hay que seguir trabajando; la vida sigue, él (familiar) va a preparar el terreno. Decimos nomás 'se subió un escalón', nos va a preparar cuando nos toque a nosotros, no somos eternos", comentó don Ángel.
Lo único que hizo temer por su vida, fueron los enfrentamientos que se registraron en los alrededores del panteón durante la época violenta que se vivió en la región. Eso lo obligó a mudarse a otro sector, mas no a dejar su trabajo.
Don Ángel continuará como sepulturero.
Trayectoria
Su vida en el cementerio:
⇒ Su abuelo y su padre fueron sepultureros.
⇒ Desde hace 14 años ha ejercido esa profesión.
⇒ Uno de sus cuatro hijos también trabaja en el panteón, pero como velador.
Inusual. Desde hace 14 años, don Ángel se encarga de dar sepultura a los cuerpos en el panteón. (GUADALUPE MIRANDA)