La pasión que divide a las tribunas

El Cristo de las Noas resguarda el hogar de un fiel aficionado a Santos Laguna: Daniel Escobar. En la colonia Nueva Aurora, cada mañana, Daniel se levanta temprano para ir a la escuela. Por la tarde, toma sus cosas para ir a trabajar hasta el otro extremo de la ciudad. Pasan los años y su pasión por los colores albiverdes sigue latente.

Sus problemas se van cuando entra a la casa de los Guerreros; son 90 minutos dedicados al equipo de sus amores.

"Me encanta ir al Corona, me limpia el alma, es una forma de dejar todas las cargas que tengo. Yo voy a ver al Santos y no al equipo rival, me molesta mucho que la gente vaya a ver al América en estas semifinales y no a nuestro club", dice.

Daniel no tiene abono, compra boleto cada 15 días para alentar a sus Guerreros en el estadio Corona. Pero al partido de esta noche no podrá ir.

"Todos sabemos que el América es taquillero, es un equipo popular. Si todos los que tienen abono compraran los boletos que tienen adicionales y los vendieran a gente de Santos, el estadio estaría verde y no cabría ningún americanista. Ese método lo hacen en Monterrey", argumenta

En las últimas dos visitas del América a La Laguna, Santos Laguna se ha llevado 6 goles en contra. Cuatro de ellos con el recordado póker que realizó Miguel Layún en una de sus mejores noches como futbolista; en ambos partidos, miles de aficionados americanistas hicieron el viaje de ciudades como Durango y Saltillo para ver ganar a sus Águilas.

"La gente que viene a veces ni es lagunera, eso es un hecho doloroso; no es posible que griten el 'olé' en nuestra cancha.

NO SON LOS BOLETOS, ES LA AFICIÓN

Salvador Perales tiene 14 años dentro de la porra "Sol Plateas". Tras dejar su personaje del "Subcomandante", los colores verde y blanco aún siguen tatuados en su piel; es su religión.

Para el partido de hoy contra las Águilas, Perales hizo válida la opción de comprar dos boletos adicionales al suyo, privilegio de los abonados. Lo hizo para vendérselos a los aficionados que él sabía eran realmente santistas. Así, el exsubcomandante pone su "granito" de arena para ver las tribunas pintadas de albiverde.

"Pude haber hecho negocio, pero ese no es el objetivo. Hay que tener un estadio con los menos amercanistas posibles".

A diferencia de Daniel Escobar, Salvador dice que los precios no son caros, sino que es la oferta y la demanda que hacen elevar el costo de las entradas".

"La gente sólo quiere ir a los buenos partidos. ¿Por qué no fue contra Pachuca pero sí quiere ir contra el América? Es la oferta y la demanda. La misma afición hace que los precios suban, es como el petróleo o cualquier producto.

"Desafortunadamente, mucha gente abusa y aprovecha para hacer negocio. El abonado en vez de vendérselo a un santista, se lo vende al mejor postor, está en todo su derecho, él sabe qué hace con él; los americanistas están dispuestos a pagar por cualquier boleto", dice.

"Llegamos a ser la mejor afición, pero ese mote lo perdimos aún estando en el viejo Corona".