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La vida es cambio

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La vida es cambio

La vida es cambio

MARCELA PÁMANES

Cambia todo cambia

Cambia lo superficial

Cambia también lo profundo

Cambia el modo de pensar

Cambia todo en este mundo…

Mercedes Sosa

Un buen día te paras frente al espejo y apenas si te reconoces, hay algo que te dice que eres tú, una cicatriz, un lunar, la celulitis que siempre has tenido y nunca has podido borrar, la huella de una cesárea practicada hace más de dos décadas y no obstante que un examen dactilar arrojaría la certeza que esa eres tú, no dejas de pensar que queda poco de la que conociste algún día.

Cambiamos y todo a nuestro alrededor también.

Sin darnos cuenta, el árbol de la esquina que te daba sombra ya no está, el señor que te vendía las fresas ya no carga su canasta, ya nunca te topas con los asaderos que eran como tortillas delgadas con las que podías hacer un taquito y paliar el hambre de medio día. Lo moderno se hizo viejo, lo viejo se hizo moderno, te creció un poco el pie, el reloj Seiko se quedó en algún cajón de una casa que ya no es la tuya, ya no recuerdas cómo era la lozanía de un cutis joven, de un rostro que todavía era un lienzo en blanco. Qué esfuerzo extraordinario representa ver las caras de tus hijos cuando bebés, casi lo has olvidado y sólo las fotografías te ayudan un poco. Hubiera sido bueno guardar el olor de su piel en un frasco y llevarlo contigo, como lo hizo Grenouille.

Ya la proximidad de la Navidad no te ilusiona desde la forma, las asociaciones que en algún momento hiciste en tu vida dejan de tener sentido. Felicidad-alegría desbordada, bienestar-cosas materiales, éxito-fama, tristeza-fracaso, autoestima-soberbia, sensibilidad-debilidad. En medio de la cotidianidad la música que inspiraba suena incoherente, el libro preferido ya no dice nada extraordinario, los chinos de tu cabello son un lastre ya no un atractivo, la definición de amor varió sustancialmente.

El cambio no se vive siempre como lo vivió el personaje kafkiano de Gregorio Samsa, no es que te acuestes de un modo y amanezcas de otro, es que es la naturaleza bioquímica de cada una de tus células se renueva minuto a minuto, tu pensamiento se ve influido por las experiencias, si hay cierta flexibilidad puedes percibir que hay variaciones, no así si la rigidez de tu mente no contempla el cambio, entrarás en un serio conflicto donde el cambio ocurre pero no es aceptado, esto último suele ser peligroso porque nos aferramos con uñas y dientes a conservar una homeostasis sostenida de irrealidades que ya en sí constituye una enfermedad: la mujer que no quiere que se le note la edad, el hombre que pule su auto todos los días para que siga pareciendo nuevo, los chavos que quieren seguir siendo chavos con más de 25 años encima, el gobierno que quiere perpetuar la pobreza para no perder el poder porque ahí está su mayor oportunidad de seguir ostentándolo, la familia que hace de los rituales su sostén cohesivo, aunque ya no haya en lo profundo qué los una.

¿Cómo podemos darnos cuenta de los cambios si no conocemos cómo somos y lo que somos? Lo primero entonces es reconocer-nos, los momentos de silencio nos ayudan a ello, la introspección, quedarnos quietos, observar-nos. Valdría la pena identificar que las calificaciones de los cambios tendrán que provenir de nosotros mismos, también ocurre que podemos caer en el famoso gatopardismo de cambiar para no cambiar lo que constituye un peligroso engaño. Concluyo, sin apurarme demasiado, que a eso hemos venido a la vida, a cambiar.

Así como todo cambia. Que yo cambie no es extraño...

Twitter: @mpamanes

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