El próximo martes ocho el Primer Ministro de la India Narendra Modi nos hará una visita relámpago de unas cuantas horas. Apenas tiempo para saludar al presidente Peña Nieto, cenar esa misma noche antes de regresar a Nueva Delhi.
La visita la convino el pasado mes de marzo la canciller Claudia Ruiz Masieu en un viaje reciente para confirmar la continuación del diálogo sostenido entre los jefes de gobierno cuando coincidieron en la Asamblea General de ONU en septiembre del año pasado.
La estratégica posición de ese país, de 3,287 millones de kilómetros cuadrados, y sus 1,295 millones de habitantes, por el momento el segundo en población en el mundo.
Desde que en 1950 se iniciaron las relaciones entre los dos países los tiempos han cambiado, India tenía entonces 400 millones y nosotros 24, el primer ministro Jawaharlal Nehru apoyaba con entusiasmo el Movimiento de los No Alineados y el Presidente López Mateos desarrollaba una activa política de amistad con todos los pueblos. Las necesidades que se listaban son las mismas, pero más intensas recrudeciendo.
El exiguo intercambio comercial entre nuestros dos países fue de 6,395 mdd en 2014 con un déficit para nosotros de 1,059 mdd. El 92 % de nuestras compras a la India son manufacturas mientras que sólo el 15 % de nuestras ventas lo son.
India tanto como nosotros nos enfrentamos a la urgencia de acelerar el desarrollo dentro de la intensa competencia internacional y de las confusas incertidumbres actuales.
Confiado en su exitosa gestión como gobernador de su estado natal, el Primer Ministro Narendra Modi ha prometido impulsar al 10 % anual el crecimiento de su país. Sabe, que India no lo podrá lograrlo por sí solo. De ahí los viajes que ha venido realizando desde el inicio de su gobierno hace tres años tanto a vecinos tan problemáticos como Paquistán y China como a los miembros de las asociaciones regionales a que pertenece particularmente ASEAN en que se encuentran Myanmar y Tailandia y con la que se estudia un gran mercado común que incluya a China que será tan importante como el TPP que Estados Unidos está impulsando al que México ha sido invitado.
Además de las indispensables relaciones con Washington las que India tiene pendiente de tejer son en todo nuestro continente donde China está invirtiendo sumas importantes de dinero. India debe atender sus relaciones latinoamericanas y las que cultiva con México son especialmente oportunas en momentos de confusión en varios países del área, como por ejemplo con Brasil que en 2003 pactó una relación estratégica trilateral compartida con Sudáfrica. En el movedizo panorama latinoamericano México es un referente estable con el que India puede armar una estrategia latinoamericana que el gobierno indio, ahora bajo el mando de Modi, tiene que trazar y que justifica su presente visita.
Una amplia gama de temas podrían plantearse el próximo miércoles como el intercambio científico y tecnológico, experiencias en materia ambiental como el manejo juicioso del agua o la selección más efectiva de las fuentes de energías alternativas donde en ambos países se destaca el aprovechamiento. La capacitación de la abundante mano de obra a través e sistemas democráticos es materia para intercambios de estudiantes y postgraduados.
El programa "Make in India" que Modi lanzó al inicio de su gestión pretende insertar al país en la cadena de suministro global y coincide con la promoción de cadenas de valor que hacemos aquí. Ambos programas pueden ser complementarios. Modi quiere dinamizar la inversión extranjera en ferrocarriles, construcción, defensa, dispositivos médicos y productos exportables.
Aunque India es más proteccionista que nosotros, su mercado de clase media más de 250 millones representa clientes para productos y servicios mexicanos de alimentos preparados, manufacturas para el hogar, y desde luego componentes industriales.
Hay muchos aspectos de la relación México - India que la visita del Primer Ministro Modi habrá de tocar. Ya se sabe que regresará, esa vez en visita oficial, a principios de 2017 para ahondar y formalizar entendimientos. Se anuncia pues el nacimiento de una relación privilegiada no sólo con India sino con Asia.
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