Ya vino y se fue Su Santidad. Miles y miles de litros de tinta se utilizaron para juzgar su comportamiento en suelo mexicano. Pero ya no está más. Si bien es cierto que muchas cosas pueden rescatarse y aplicarse de lo que dijo el Papa Francisco, la realidad como siempre, vuelve a su cotidianidad.
México, inmerso en los vaivenes de la economía mundial ha visto como las nuevas circunstancias han sacudido a nuestra moneda. El peso se devaluó en meses, aproximadamente, un 35 por ciento (dependiendo del período exacto de donde se tome) y esa circunstancia hará inexorablemente que la más baja inflación que se había logrado en décadas, se modifique a un incremento en los precios amén del alza del dólar, así de sencillo.
Que las instancias de gobierno traten de maquillar la nueva realidad es una cosa, pero ir al supermercado a surtir la despensa del hogar desnudará la realidad.
A nivel de los estados, con condiciones especiales de cada uno, los que están de moda son aquellos que habrán de renovar sus gubernaturas. Durango, Sinaloa, Zacatecas, Chihuahua, Oaxaca, Quintana Roo, Veracruz, Tamaulipas, Hidalgo, Tlaxcala, Puebla y Aguascalientes.
Algunas encuestas señalan que es posible que Tamaulipas, ese rico estado penetrado hasta la médula por el narcotráfico pueda vivir una alternancia. Oaxaca, parece que luego de la guerra tribal del PRD para designar candidato, podrá mantener la posición. El estado de Puebla con el controversial gobernador Rafael Moreno Valle podría causar que el poder regrese al PRI. Veracruz y Quintana Roo, con los nefastos Javier Duarte y Roberto Borge respectivamente, dan una oportunidad de que un partido opositor se haga de esos gobiernos. El resto se puede anticipar que seguirá en manos del PRI; Durango incluido.
Por todo esto me parece que hay poca cosa que comentar de la vida pública. Quien no quiera ver que el gobierno de Peña Nieto no está dando el ritmo de crecimiento necesario para que los mexicanos todos salgamos de la pobreza es sencillamente porque no lo quiere hacer. Que la corrupción endémica del país lejos está de haber sido arrancada es una realidad como que el sol saldrá por las mañanas y se pondrá al poniente por las tardes.
Así pues con una sociedad en general tan apartada de los temas públicos, quizá a nivel local valga la pena comentar un capítulo más de la degradación total que se vive en nuestra política más próxima, la del ayuntamiento de Torreón.
Todo inicia porque el presidente estatal del Comité Directivo del Partido Acción Nacional, Bernardo González, conocido desde su época estudiantil como "El Boli" señaló que ha iniciado un procedimiento para expulsar del partido al que pertenecen los regidores Ignacio Corona y Verónica Soto Díaz, ya que en opinión del dirigente estatal, estos ediles se han plegado a la agenda que les marca el presidente municipal de Torreón, el priista Miguel Riquelme Solís.
Públicamente es conocido que tanto el señor Corona como doña Verónica han acompañado con su voto en el cabildo, las determinaciones que ha tomado el ingeniero Riquelme. En el caso de Corona, la validación de la concesión del alumbrado público es el mayor ejemplo de quien debería ser un opositor responsable (cualquier persona informada sabe que ese negocio de la concesión del alumbrado fue mucho más para ciertos particulares que para la ciudadanía) Soto Díaz ha hecho lo propio.
Sin embargo, como cada vez está más próximo el tiempo electoral para suceder a Rubén Moreira Valdez, Guillermo Anaya Llamas, controlador -hasta ahora, porque Luis Fernando pronto lo va a desplazar- de Acción Nacional- le ha ordenado a su esbirro González que presione a todos aquellos que colaboren con quien aparentemente será su contrincante en la contienda constitucional del año entrante para la gubernatura coahuilense, léase Riquelme Solís.
Así entonces, los políticos relevantes de Acción Nacional, fundamentalmente Anaya, siguen creyendo que la ciudadanía es estúpida.
Cuando perdieron la presidencia de la república en 2012 y con pocos gobiernos estatales controlados por ellos, pronto se pusieron de rodillas al nuevo gobierno. Una inmensa mayoría vendió súbitamente su dignidad en pos de alguna migaja que les dio los nuevos dueños del poder.
Ignacio Corona es un gran ejemplo de ello, por eso es servil al alcalde, sabe que los priistas corresponden a los favores y por eso él piensa en sus futuros ingresos, no en la ciudadanía. Su paso prolongado por la burocracia le permitió aprender esas tácticas.
Para añadir más al problema, las declaraciones del alcalde y precandidato Riquelme rayan en la burla, cuando dice defender los votos que Corona y Soto le otorgan a su agenda porque es lo mejor para la ciudadanía y no porque los tiene presumiblemente cooptados.
El tiempo dirá si todos estos juicios vertidos líneas arriba son mera diatriba o si estas especulaciones son ciertas. Lo peor de todo es que al final, el comportamiento de PAN estatal, como el del los regidores de Torreón señalados y hasta la intervención del presidente Riquelme, no dejan de ser lamentables comportamientos en nuestra política de hoy.