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LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA

Le pondremos Nino o Freddy

Cuando en la casa hay un bebé, y aún desde antes de que llegue a este mundo, surge la duda sobre qué nombre le vamos a poner y surgen opiniones de todo tipo. Habrá algún tradicionalista que le quiere poner el nombre del abuelo, aunque éste se hubiera llamado Jerónimo, Constantino o Godofredo, y no es que estos apelativos sean precisamente feos.

El problema, si se le puede considerar así, es que son nombres largos y poco usuales y luego el tipo va a vivir todo el tiempo sujeto a un mote que quizá no le resulte muy agradable. Entonces, es muy probable que a Jerónimo le digan Jero, a Constantino le digan Tino o Nino y a Godofredo le apoden Godo, o en el colmo del malinchismo, le digan Freddy.

De todas maneras, sea cual sea el nombre con el que se le bautice, es muy probable que el chamaco mientras crece se le llame Bebé, cuando está muy pequeño, y luego será Nene, Chacho o simplemente Chiquilín. Son apodos que podríamos considerar estándar.

Conocí una familia, o más bien, un grupo familiar donde a la primera niña le decían la Nena, la segunda era la Chacha y la más pequeña era la Chiquis. Luego, la Nena crecía y se casaba y tenía tres niñas y a la primera le decían la Nena, a la segunda La Chacha y la más pequeña le apodaban la Chiquis y así se iba repitiendo la historia generación tras generación, hasta que una de ellas decidió que su hija más pequeña en lugar de la Chiquis sería la Peque, así le apodaban y no faltaba algún miembro de la familia que se molestara porque contradecían la tradición y lo veían como una falta de respeto.

En el caso de los chamacos, el primogénito era de rigor que llevara el nombre del padre y que se le adjudicara el malinchista nombre de Junior. Luego, los demás tenían que soportar diversos apodos, que podían derivarse de una característica física y surgían así el Chato, el Chino o el Negro. En otros casos, el chico se llamaba Eduardo y se le apodaba Lalín, mote que le duraba toda la vida, y resulta que a los 35 años ya no se le "veía" muy adecuado el Lalín, sobre todo en el caso de que el tipo fuera director general de una empresa y que llamara su hermana y le pidiera a la secre "comunícame con Lalín".

Ese caso podría repetirse con Quico, que a lo mejor se llama Francisco o Federico, o se le llamara Nono porque se llamaba Arnoldo, o en el peor de los casos, Celedonio, aunque ese fuera el nombre de su padre, de su abuelo y algunos otros ancestros.

La recomendación en general es que si a su casa llega un bebé, piénselo bien antes de ponerle el nombre, considerando los problemas derivados que le puedan surgir en el futuro.

ESCRÍBALE A JUAN RECAREDO. SU CORREO ES comodijo2@hotmail.com.

PREGUNTA DEL PÚBLICO:

Luis Joel García pregunta: Es mañana, pasado mañana y después, ¿que sigue?

RESPUESTA:

Que yo sepa, no existe un nombre específico para el día que viene después de pasado mañana.

Me retiro con esta reflexión. Es una gran locura vivir pobre para morir rico. ¿Cómo dijo? LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA.

Por: Juan Recaredo

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